Es curioso como el trascurso del tiempo hace cavilar en los pensamientos de las personas, sobre todo de aquellas que recapacitan en función de cómo se han sucedido los acontecimientos. Si Antonio Gómez el 28 de septiembre, después del empate en Elche –y la anterior derrota en Sevilla-, al primer envite aseguró que el sistema impuesto a sus jugadores no se tocaba, el domingo tuvo que contradecirse y dar una vuelta de tuerca ante lo que se estaba viviendo en el terreno de juego.
Lo más acertado sin duda hasta la fecha. “El sistema no es innegociable” dijo Gómez y así quedó constancia de ello ante el Celta. La táctica con la que dio comienzo el Valladolid quedó obsoleta a escasos minutos del pitido inicial. Menos mal que el técnico –situado por primera vez en el palco- se dio cuenta a tiempo y dejó que el barrido gallego solo durara la primera parte. El cambio táctico vino de la mano con la salida al campo de Jorge Alonso, ahí es cuando se dejó notar la eficacia con la que se consiguió en el último minuto la victoria.
Un buen momento para continuar y ensayar con ella bien podría haber sido el martes durante la disputa de la primera Copa de Castilla y León, donde a pesar de que se la llevara el Salamanca se pudo ver a un Valladolid bastante inusual. Entre otras cosas porque en realidad los que marcaron la diferencia en el terreno de juego fueron los jugadores del filial, que dejaron una buena imagen pese a la derrota.
Quizá, el técnico pensó que no era el momento y viajó hasta el Helmántico con una docena de Promesas sabedor de que en un futuro podrían ser más que útiles en los imprevisibles encuentros del primer equipo. Raúl Navas –artífice del único gol blanquivioleta en una jugada de estrategia- dejó buenas sensaciones para que alguno de los centrales comience a preocuparse por la titularidad de su puesto.
Y hablando de imprevisibles, así siguen siendo los partidos de los pucelanos. Es un placer abrir la página del periódico en la que se sitúan las clasificaciones y seguir encontrando al conjunto blanquivioleta entre los primeros. Sin embargo es una mera máscara que esconde las carencias del equipo. Han demostrado ser una plantilla aspirante al ascenso pero no han recalado en el juego ofrecido, sobre todo a domicilio, y es habitual observar como las victorias vienen sucedidas a golpe de Guerra. Precisamente, este último está en el punto de mira desde hace unos días por el supuesto interés del Deportivo en el mercado de invierno. Algo que la grada no quiere ver ni aceptar si de verdad se quiere conseguir el objetivo prioritario. Es un profesional de calidad a la par que indispensable y ahora mismo por desgracia, el Club no goza de recambio.
Lo que sí se mantiene claro, es que en casa el rival no tiene tan fácil vencer, tal vez los blanquivioleta hagan mayores méritos al estar ante su público. Este domingo, aprovechando que es fuera, podremos observar si el cambio táctico sigue siendo viable y si, por segunda vez esta temporada el Valladolid consigue asustar lejos de Zorrilla, sobre todo con aires de venganza para poder olvidar el bochorno que supuso el año pasado la derrota en Chapín.