Amargo desenlace el vivido por Fernando Alonso en su primer año al volante de un Ferrari. Tras una remontada sin precedentes, la última decisión estratégica de la temporada impidió un tricampeonato histórico cuando el nudo estaba prácticamente deshecho. Aún así, la ansiedad del muro italiano no resta méritos a un Mundial que ha encumbrado al de Oviedo como líder sólido de la firma del 'Cavallino'. Palabras mayores.

Fernando se despide con un 'hasta ahora' desde Abu Dabi. Lo mejor está por venir. (© Ferrari)

La historia sufre amnesia aguda en lo que a segundas plazas se refiere, pero el subcampeonato de Alonso supone un inicio espectacular tras su reciente entrada en la familia de Maranello. Hasta la escudería más legendaria y el mejor piloto de la actualidad, necesitan cocinar a fuego lento una relación que no ha hecho más que dar sus primeros pasos. Si un F10 con achaques ha podido plantar cara a unos Red Bull inconmensurables, el mismo cuento protagonizado por una máquina más competitiva podrá devolvernos un final bien diferente.

Nadie con más conocimiento de Fórmula 1 que un neumático desgastado puede desacreditar una temporada inolvidable. Fernando ha demostrado con creces incrementar el valor del tercer mejor coche en la parrilla, restando esas décimas de más que lo inutilizarían a manos de cualquier otro. En un Mundial de locos, el bicampeón español ha confirmado que su fe ciega en la victoria es más que una formalidad mediática. Protagonizando una remontada de película, el monoplaza número 8 nos ha dejado un reguero de imágenes memorables en un año único.

El comienzo de una relación
Es cierto que el 30 de septiembre de 2009, día en el que Ferrari confirmó la unión más esperada, todos los aficionados tuvieron el pálpito compartido de que nos dirigíamos hacia una temporada muy especial. El poder rojo y la marea azul acordaban un matrimonio de conveniencia para retornar al Olimpo de la F1. Por si fuera poco, luna de miel por todo lo alto en Bahréin, con un doblete en el primer Gran Premio de la temporada que confirmaba los buenos presagios.

Pero a pesar del comienzo estelar en el circuito de Sakhir, la ilusión pasó a duda y más tarde a decepción con el devenir de los acontecimientos. Para el (infausto) recuerdo quedan ese chasis roto en los entrenamientos de Mónaco, aquel coche de seguridad inoportuno en Valencia o el polémico 'drive through' de Silverstone. Fernando Alonso se encontraba a 47 puntos del líder y pocos de aquellas podrían pensar en recortar puntos a unos intratables Red Bull y dos McLaren con una fiabilidad asombrosa.

La reacción de Ferrari no dio sus frutos
Alemania y Hungría provocaron tímidos alzamientos de entrecejo en los aficionados menos optimistas, que rápidamente se vinieron abajo con la debacle de Spa. "¿Crees que puedes ganar todavía el Mundial de F1?"-le preguntaron al asturiano- "Sí" -respuesta escueta pero rotunda. Lo que se interpretó como una utopía se fue transformando en epopeya verídica en un sprint final de escándalo. Tres victorias y dos podios en las últimas cinco carreras hasta el despropósito de Abu Dabi. La fuerza mental y habilidad con el volante que exige una remontada de este calibre, sólo están al alcance de los más grandes.

Pero el dueto Ferrari - Alonso no puede ni debe conformarse con leyendas que no vayan acompañadas de grandes triunfos. La primera piedra está colocada con firmeza y ahora toca revisión profunda de la 'Scuderia'. Domenicali y Massa son dos piezas sueltas sobre las que se tendrá que decidir en breve. Lo primordial, eso sí, es conseguir adaptar el F11 al retorno del KERS y a Pirelli, nuevo distribuidos de neumáticos. Con la sombra de Newey amenazando, cualquier esfuerzo será ineficaz si no se comienza el trabajo desde primera hora.

Ya está aquí la temporada 2011
El Mundial 2010 es ya agua pasada, pero su legado será inmortal. Fernando ha agrandado su leyenda superando en victorias, y déjenme coger aire para escribirlo, a mitos como Niki Lauda y el inigualable Juan Manuel Fangio. Y no se va a detener tan pronto. Este próximo domingo volverá a rodar en Yas Marina para adaptarse a las nuevas gomas, en el primer paso hacia el sueño que el genial piloto asturiano tiene en mente desde hace ya cuatro años: igualar el número de campeonatos de su ídolo de infancia. Por el momento, Ayrton tendrá que seguir esperando.