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Fernando Nuñez

Por pedir que no quede

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Está claro. Ser una estrella de fama mundial, por mucho que se empeñen en opinar lo contrario el resto de los mortales, no es nada fácil. Tienes que vivir en una mansión de lujo con cientos de habitaciones que nunca pisarás, pero que harán morirse de envidia a esos sucios plebeyos. Esos que, en el fondo, te dan de comer, y que se abalanzan sobre ti como si fueras un dios viviente cada vez que pisas la calle. Pero la cosa no queda ahí. No. Tienes que tener una en Miami, otra en Los Ángeles, otra en la vieja Europa (que eso da mucho caché) y otra en cualquier destino exótico, a ser posible en algún parque natural caribeño en el que esté prohibido construir pero que a ti te lo consientan a golpe de talonario. Mejor aún. Una mansión en una isla privada. Toda para ti. Los pájaros. Tuyos. Los árboles. Tuyos. Las playas. Tuyas. Los peces. Tuyos. Compra, decora, contrata al servicio, invita a los amigos. No. Nada fácil.

¿Y qué me pongo? Porque tienes que ir siempre a la última. Creando tendencia a ser posible. Además tienes que hacer deporte, y por eso tienes un entrenador personal. También tienes ayudantes. Secretarios. Equipo de seguridad. Tienes que ir a fiestas. Tienes que salir en las revistas. Tienes que viajar por todo el mundo. Tienes que permitir que te inviten. Y que te hagan regalos. Tienes que tener una pareja tan famosa como tú. Y adoptar hijos saltándote los papeleos y la burocracia. Tienes que dejar que te idolatren. Y también tienes que hacer anuncios por los que cobrarás una millonada. Tienes que invertir esa millonada. Y por eso tienes que hacerte empresario. Tienes que hacer tantas cosas…

Pero todavía hay algo más que debes hacer. Quizás lo más importante. Lo que te da realmente esa categoría de estrella. A saber. Tienes que ser un maniático y exigir allá a donde vas las cosas más extrañas, absurdas y caras que puedas. Tienes que superar a tus competidores. Volver loco a todo un hotel de 5 estrellas con tus peticiones. Exigir por contrato todo lo que se te ocurra, aunque luego ni lo utilices. Tienes que ser raro. Extravagante. Caprichoso. Tienes que aprender de los maestros.

Jennifer López. La Jenny, J. Lo para los amigos, no se corta un pelo cuando llega a un hotel. Siempre pide la suite real, que para eso ella es la reina de la pista, y si lo cree conveniente exige que se cambie la iluminación de la misma. La muchacha siempre viaja con sus propias sábanas, puesto que es incapaz de dormir sobre telas que tengan menos de 250 hilos. ¡Toma ya! En la suite debe haber un sillón especial para que pueda maquillarse, que de eso vive, de su cara bonita. Además, el hotel tiene que garantizarle una habitación en la que todo sea blanco. Y cuando dice todo, es todo. Paredes, cortinas, mesas, sillas, velas, flores,… Todo blanco. Y no debe haber ningún alimento que le pueda tentar, que también vive de su cuerpo bonito. Nunca se le puede dejar sola en el ascensor, y debe estar rodeada de guardaespaldas nada más poner un pie fuera del hotel. Si la chica se siente con ganas de gastar, no duda en exigir que se le cierre un centro comercial para ella solita.

Rolling Stones. Los Rolling tienen complejo de caracol. Está claro que como en casa no se está en ningún otro lugar. Pero de ahí a llevártela a cuestas… Y es que sus Satánicas Majestades viajan siempre con sus propios muebles para el backstage, lo cual incluye una mesa de ping-pong, un pin-ball y decenas de videojuegos a los que están enganchados. El camión de la mudanza repartirá todos estos enseres entre los múltiples camerinos que deben estar preparados de antemano, y que estarán equipados con baño completo y aire acondicionado. ¡Claro que sí! Además, piden decenas de coches y furgonetas con los cristales tintados para poder hacer de las suyas sin ser vistos. Cuando llegan a un hotel, los Rolling sólo quieren tres cosas. La primera: litros y litros y más litros de alcohol. La segunda: una sala de primeros auxilios. Por si acaso. La tercera: 600 toallas. Pero, ¿puede un ser humano llegar a sudar tanto? Esto si es un verdadero misterio, y no lo del monstruo del Lago Ness.

Paulina Rubio. Para no encontrarse con disgustos de última hora, Paulina manda una semana antes de cualquier concierto su lista de “necesidades”. Para empezar, el escenario debe tener 18 metros de ancho por 12 de alto. Ni uno más ni uno menos, que si no se rebota y te monta un numerito de cojones. El camerino debe estar pintado totalmente de negro y equipado con baño personal, un espejo de cuerpo entero y una mesa de maquillaje completita. En la decoración es muy clara: velas, flores e incienso a tutiplé. Y en cuanto a comida y bebida también. Porque una artista debe estar fuerte para afrontar las dos horas de concierto, nuestra estrellita de metro y medio exige jamoncito rico, quesitos varios, una botella de vodka, otra de multivitaminas y otra de agua mineral Evian. Y por si le flaquearan las fuerzas a pesar de todo esto, también pide bebidas energéticas. Mas vale prevenir…

Christina Aguilera. Ella es tan fina, tan estrella, tan todo, que siempre viaja con un asistente que le da la comida como si de un bebé se tratara. Del tenedor, que nunca puede ser de plástico, a su boca. Parece ser que la chica no puede tocar la comida. Una comida que no se corta en pedir en abundancia cuando va de concierto. La Aguilera quiere que en su camerino haya leche, queso, batido de vainilla, frutas, bandejas de vegetales y bandejas de embutidos. Eso sí, todo orgánico. También quiere una botella de vitaminas de los Picapiedra. ¡Yabadabadoo! Y por si esto fuera poco, solicita escolta policial, cuatro velas con cerillas y cerveza sin límite para sus bailarines.

Mariah Carey quiere que en los hoteles le pongan la tapa del inodoro nueva y que le preparen un baño con agua mineral francesa para disfrutarlo con su perrita. Los de R.E.M necesitan cerveza y 100 toallas negras sobre el escenario. Shania Twain exige que el escenario sea barrido por perros entrenados en detectar explosivos. Iggy Pop y Bruce Springsteen solicitan una bombona de oxígeno para reanimarse tras el concierto. Joaquín Cortés no zapatea si no tiene sushi y caviar en el camerino. Robbie Williams quiere una planta entera de hotel a su servicio y Madonna que le transformen una habitación en gimnasio.

No. Ser una estrella de fama mundial, por mucho que se empeñen en opinar lo contrario el resto de los mortales, no es nada fácil.

Por pedir que no quede

Fernando Nuñez
Fernando Nuñez
miércoles, 17 de noviembre de 2010, 09:16 h (CET)
Está claro. Ser una estrella de fama mundial, por mucho que se empeñen en opinar lo contrario el resto de los mortales, no es nada fácil. Tienes que vivir en una mansión de lujo con cientos de habitaciones que nunca pisarás, pero que harán morirse de envidia a esos sucios plebeyos. Esos que, en el fondo, te dan de comer, y que se abalanzan sobre ti como si fueras un dios viviente cada vez que pisas la calle. Pero la cosa no queda ahí. No. Tienes que tener una en Miami, otra en Los Ángeles, otra en la vieja Europa (que eso da mucho caché) y otra en cualquier destino exótico, a ser posible en algún parque natural caribeño en el que esté prohibido construir pero que a ti te lo consientan a golpe de talonario. Mejor aún. Una mansión en una isla privada. Toda para ti. Los pájaros. Tuyos. Los árboles. Tuyos. Las playas. Tuyas. Los peces. Tuyos. Compra, decora, contrata al servicio, invita a los amigos. No. Nada fácil.

¿Y qué me pongo? Porque tienes que ir siempre a la última. Creando tendencia a ser posible. Además tienes que hacer deporte, y por eso tienes un entrenador personal. También tienes ayudantes. Secretarios. Equipo de seguridad. Tienes que ir a fiestas. Tienes que salir en las revistas. Tienes que viajar por todo el mundo. Tienes que permitir que te inviten. Y que te hagan regalos. Tienes que tener una pareja tan famosa como tú. Y adoptar hijos saltándote los papeleos y la burocracia. Tienes que dejar que te idolatren. Y también tienes que hacer anuncios por los que cobrarás una millonada. Tienes que invertir esa millonada. Y por eso tienes que hacerte empresario. Tienes que hacer tantas cosas…

Pero todavía hay algo más que debes hacer. Quizás lo más importante. Lo que te da realmente esa categoría de estrella. A saber. Tienes que ser un maniático y exigir allá a donde vas las cosas más extrañas, absurdas y caras que puedas. Tienes que superar a tus competidores. Volver loco a todo un hotel de 5 estrellas con tus peticiones. Exigir por contrato todo lo que se te ocurra, aunque luego ni lo utilices. Tienes que ser raro. Extravagante. Caprichoso. Tienes que aprender de los maestros.

Jennifer López. La Jenny, J. Lo para los amigos, no se corta un pelo cuando llega a un hotel. Siempre pide la suite real, que para eso ella es la reina de la pista, y si lo cree conveniente exige que se cambie la iluminación de la misma. La muchacha siempre viaja con sus propias sábanas, puesto que es incapaz de dormir sobre telas que tengan menos de 250 hilos. ¡Toma ya! En la suite debe haber un sillón especial para que pueda maquillarse, que de eso vive, de su cara bonita. Además, el hotel tiene que garantizarle una habitación en la que todo sea blanco. Y cuando dice todo, es todo. Paredes, cortinas, mesas, sillas, velas, flores,… Todo blanco. Y no debe haber ningún alimento que le pueda tentar, que también vive de su cuerpo bonito. Nunca se le puede dejar sola en el ascensor, y debe estar rodeada de guardaespaldas nada más poner un pie fuera del hotel. Si la chica se siente con ganas de gastar, no duda en exigir que se le cierre un centro comercial para ella solita.

Rolling Stones. Los Rolling tienen complejo de caracol. Está claro que como en casa no se está en ningún otro lugar. Pero de ahí a llevártela a cuestas… Y es que sus Satánicas Majestades viajan siempre con sus propios muebles para el backstage, lo cual incluye una mesa de ping-pong, un pin-ball y decenas de videojuegos a los que están enganchados. El camión de la mudanza repartirá todos estos enseres entre los múltiples camerinos que deben estar preparados de antemano, y que estarán equipados con baño completo y aire acondicionado. ¡Claro que sí! Además, piden decenas de coches y furgonetas con los cristales tintados para poder hacer de las suyas sin ser vistos. Cuando llegan a un hotel, los Rolling sólo quieren tres cosas. La primera: litros y litros y más litros de alcohol. La segunda: una sala de primeros auxilios. Por si acaso. La tercera: 600 toallas. Pero, ¿puede un ser humano llegar a sudar tanto? Esto si es un verdadero misterio, y no lo del monstruo del Lago Ness.

Paulina Rubio. Para no encontrarse con disgustos de última hora, Paulina manda una semana antes de cualquier concierto su lista de “necesidades”. Para empezar, el escenario debe tener 18 metros de ancho por 12 de alto. Ni uno más ni uno menos, que si no se rebota y te monta un numerito de cojones. El camerino debe estar pintado totalmente de negro y equipado con baño personal, un espejo de cuerpo entero y una mesa de maquillaje completita. En la decoración es muy clara: velas, flores e incienso a tutiplé. Y en cuanto a comida y bebida también. Porque una artista debe estar fuerte para afrontar las dos horas de concierto, nuestra estrellita de metro y medio exige jamoncito rico, quesitos varios, una botella de vodka, otra de multivitaminas y otra de agua mineral Evian. Y por si le flaquearan las fuerzas a pesar de todo esto, también pide bebidas energéticas. Mas vale prevenir…

Christina Aguilera. Ella es tan fina, tan estrella, tan todo, que siempre viaja con un asistente que le da la comida como si de un bebé se tratara. Del tenedor, que nunca puede ser de plástico, a su boca. Parece ser que la chica no puede tocar la comida. Una comida que no se corta en pedir en abundancia cuando va de concierto. La Aguilera quiere que en su camerino haya leche, queso, batido de vainilla, frutas, bandejas de vegetales y bandejas de embutidos. Eso sí, todo orgánico. También quiere una botella de vitaminas de los Picapiedra. ¡Yabadabadoo! Y por si esto fuera poco, solicita escolta policial, cuatro velas con cerillas y cerveza sin límite para sus bailarines.

Mariah Carey quiere que en los hoteles le pongan la tapa del inodoro nueva y que le preparen un baño con agua mineral francesa para disfrutarlo con su perrita. Los de R.E.M necesitan cerveza y 100 toallas negras sobre el escenario. Shania Twain exige que el escenario sea barrido por perros entrenados en detectar explosivos. Iggy Pop y Bruce Springsteen solicitan una bombona de oxígeno para reanimarse tras el concierto. Joaquín Cortés no zapatea si no tiene sushi y caviar en el camerino. Robbie Williams quiere una planta entera de hotel a su servicio y Madonna que le transformen una habitación en gimnasio.

No. Ser una estrella de fama mundial, por mucho que se empeñen en opinar lo contrario el resto de los mortales, no es nada fácil.

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