El punto ante el Racing, de entrada, es un buen síntoma de la marcha liguera de los blanquiazules. Sin jugar brillante, pero sí efectivo, los de Pochettino se llevaron la línea, pero pudieron perfectamente cantar bingo.
Otra postura que convence es la de crítica constructiva. Clasificados en la Copa del Rey y en puestos europeos, intratables en casa y un equipo joven que se agiganta semana a semana, la parroquia periquita ha sufrido de lo lindo como para no poder exigir más cuando a la vista está que se puede dar más. Hablamos, al igual que la opinión de la masa social blanquiazul, del rendimiento de algunos jugadores.
Es una locura desmerecer a Pochettino. Sería injusto y desacertado, porque es él quien mejor conoce la plantilla y en qué estado fluctúa por el campeonato. Pero a más de uno y a más de dos, y esto no viene de ahora, no les convence para nada lo que aportan deportivamente hablando Luis García, Sergio García y David García.
Luis es capitán, al igual que David. Por algo será. Aporta experiencia, ha mejorado su técnica y el empuje del asturiano ha sido vital para este equipo…pero no se sabe hasta qué punto mejora el juego colectivo. Anda lento, a veces torpe, no tiene la velocidad que se necesita para jugar en banda y el gol se lo dejó en el camino hace ya mucho. Como Sergio García, que al parecer está adaptándose con mucha dificultad al ritmo tan alto del Espanyol; incluso en la vuelta de Copa ante el Valladolid se le pitó, quizá para hacerle ver que la gente confía en él y sabe que lo puede hacer mejor. O quizá porque todavía no ha hecho nada en 12 jornadas de Liga y una eliminatoria de la Copa del Rey.
Con David ocurre lo de siempre. Y lo de siempre será explicado en el próximo análisis de la actualidad del Espanyol, el próximo miércoles y con el resultado ante el Hércules en la mano.