4-1. El mismo resultado que una semana antes. Con una diferencia: contra el Villareal B fuimos los vencedores, la apisonadora, el bloque compacto… y ante el Granada este fin de semana fuimos los vencidos, los desacoplados, los despistados… en definitiva, los jóvenes de Luis Enrique dieron la razón al Diario. Ya se avisó en el artículo del pasado miércoles que los partidos como visitante también duran 90 minutos y que hay que estar atento. Lo que no se debe es arrancar bien (gol de Carmona al poco de empezar), combinar de manera veloz… y descuidarse a la mínima.
El suizo-español Alexandre Geijo Pazos nos hizo un verdadero traje en ataque. Soy de los que piensan que un jugador nunca puede marcar cuatro goles a un equipo, y menos de la manera que los marca el jugador del Granada (es decir por despistes en las marcas). Con esto no estoy desmereciendo a Geijo (para mí un fantástico delantero) sino más bien azotando con delicadeza las espaldas de Muniesa y Sergi Gómez. Mucho se notaron Bartra y Fontás… los dos baluartes esperaban en vano su oportunidad con el primer equipo.
Y bien… en resumen, un partido flojo en líneas generales pero sobretodo en defensa. Carmona y Nolito ya hicieron el trabajo en líneas atacantes, pero se pecó de conservadurismo y sobretodo de despistes. Esta bipolaridad preocupante (Cartagena y Córdoba ya nos lo enseñaron) se reduce a cenizas en el Mini, donde el fortín inexpugnable blaugrana es un seguro de vida. Pero no nos despistemos, y menos por errores totalmente evitables.
Nuevo debate en la portería
Sin querer ser pájaro de mal agüero, Oier Olazabal tuvo una actuación muy poco destacada en Los Cármenes. Cuando juega a domicilio, el joven portero vasco es otro y sus actuaciones pasan por el despiste, la mala colocación y los rechaces cortos. En casa, cambia. Con esto me vengo a referir: Quizás Miño es un portero más hecho, y allí es donde destaca un cancerbero para jugar los partidos foráneos. Ya que nos apuntamos al carro de las rotaciones, quizás debería jugar siempre Miño como visitante (o alternarse con Masip, su tercero) y Oier jugar en casa en rotación con Rubén. Aún así, Lucho es quién sabe y él acabará decidiendo. De momento, “casi” todo lo que toca en el filial, se convierte en oro.