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Martín Cid

Dos Españas

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Que la Iglesia esté en contra del aborto es algo que, perdónenme de nuevo, no debería sorprendernos como nos sorprendería que el Papa hable de literatura.

Martín Cid, autor de este artículo, tan falto de gusto que se cita a sí mismo.

Hay un tiempo para todo, que reza cierto famoso libro…un tiempo para vivir y un tiempo para morir y así sucesivamente. Si alguien me ha leído un par de veces (cosa insana en todos sus términos) sabrá que soy algo aficionado a la filosofía y es por ello que me suelo plantear ciertos asuntos en términos más filosóficos que políticos, más a nivel abstracto que al práctico. Así un día en mis años de juventud llegué al concepto hegeliano de dialéctica. Ya saben, eso de formular una teoría (tesis) e imaginar la contraria (antítesis) y con las dos partes reformular el asunto llegando a la dialéctica final. Pero es que antes que el señor Hegel ya los grandes romanos, que opinaron sobre todo y casi siempre con acierto, habían formulado una frase similar pero con menor contenido conceptual: en el medio está la virtud. Y es que frases de este tipo hay miles referidas a casi cualquier tema, a casi cualquier asunto y desde (casi) infinitas perspectivas.

Este pasado fin de semana las Españas recibieron la visita de un invitado bastante ilustre: sí, el Papa. Seamos o no católicos, tendremos que reconocer que la visita causó revuelo desde mucho antes que el pontífice pisara el suelo español: se habló durante semanas del coste para las arcas españolas de la visita y se terminó de montar cuando el Papa no había siquiera bajado del avión (leí que fue allí cuando dijo eso de que España era demasiado laica). Con todos mis respetos hacia los que han criticado sus palabras: ¿de qué querían que hablase el Papa? Si hubiese hecho un discurso sobre literatura conceptual, me temo que tampoco habrían dicho nada bueno sobre el visitante. Así, el Papa ha animado con palabras que, sean o no adecuadas, a la sociedad a creer más en Dios porque, mal que les pese a algunos, es ésa su tarea y es ése su oficio.

Y es que la visita del Papa viene marcada no por la figura del jefe de la Iglesia sino por el evidente enfrentamiento entre dos ideologías: la de los unos y la de los otros que son los de siempre, derechas e izquierdas reconvertidos a centro-izquierda o centro-derecha. No asistimos a la alineación de un equipo de fútbol, no, asistimos a la polarización del ciudadano en una u otra postura. La nueva social-democracia (creo que es la de Zapatero, aunque ahora las cosas cambian de nombre cada día y me temo que cuando termine estas líneas podría haber cambiado) propugna los valores de una sociedad laica en la que se permitan determinadas cosas como el aborto libre (bueno) y se condenen otras como fumar (terrible pecado). Los otros son los de derechas… larga historia y peor presente (según el cristal con el que se mire): valores familiares y conservadurismo. Los de derechas acusan a los de izquierdas de cambiar tanto las cosas que ya no se reconocen, los de izquierdas a los de derechas de no ver los nuevos valores democráticos… los de izquierdas llaman fascistas a los de derechas con la misma boca pequeña que los de derechas llaman revolucionarios a los de izquierdas… así hasta llegar a la polarización de todo ciudadano. O del Madrid o del Barça… y ser del Barça es algo como ser de izquierdas porque el Madrid era el equipo de un dictador que murió en el año 75 y entonces… ¡los del Madrid son de derechas!

Me recuerda a un chiste. Dos amigos se encuentran y uno le dice al otro (esto es como el “érase una vez”):

-Me acabo de encontrar con Paco y le pregunto… Paco, ¿qué andas haciendo? Paco me dice: estudiando lógica. ¡Vaya! ¿Y eso qué es?, le pregunto. Me contesta muy dramático él: ¿a ti te gusta la playa? Yo le digo que sí y él me responde… entonces yo puedo deducir que te gusta la arena… y el mar… y, claro, ¡las mujeres! Para eso sirve la lógica.

Los dos amigos se separan y el otro se encuentra con un tercero…
-¿Sabes? El otro día me encontré con Pepito y me habló de Paco.
-Vaya –dice el tercero-, ¿y qué anda haciendo Paco?
-Pues está estudiando lógica.
-Vaya –dice el circunspecto amigo-, ¿y eso qué es?
-Te lo voy a demostrar… ¿A ti te gusta la playa?
-No –dice el amigo.
-Entonces eres gay.
(Fin de la ilustración-estupidez).

Lo que quiero decir con todo esto es que la aquiescencia política para con una u otra facción configura todo un maremágnum de sub-comportamientos que, perdónenme, nada tienen que ver con ser de derechas o de izquierdas (como en el caso de nuestro amigo, que a lo mejor no era homosexual).

La lectura de cualquier diario nos lleva inevitablemente a una u otra postura. El socialista será ateo (no sé qué diantres tendrá que ver), reciclará basura (sabe sólo Dios por qué –y Dios igual también ha muerto-) y se besará con su pareja gay (a saber por qué se hizo o nació gay)… lo mismo parece pasar con la derecha: católico-apostólico-romano (y algo que ver con el asunto del tipo que murió en 1975), con dos hijos y viste un polo Lacoste…¡Vaya, si hasta en la moda podemos distinguir las facciones políticas! Sí, cuando alguien lleva una especie de bufanda al estilo Yasir Arafat es que es socialista porque todos los socialistas apoyan a los palestinos contra Israel. Si la persona es de derechas entonces hablará de dinero y defenderá a Aznar y criticará a ZP (aunque, me parece, que a éste hasta los de izquierdas le critican últimamente).

Que el asunto esté rayando lo absurdo lo plasmó otro dúo cómico, Faemino y Cansado: “yo leo a Kierkegaard”. Sí, también tenía algo de paradójico nuestro amigo al tratar de compaginar el existencialismo con el cristianismo pero de todo tiene que haber en este mundo paradójico (quizá seguía las tesis de nuestro bien amado Hegel).

Ya lo dijo Freud, otro que conjugó la paradoja en un puchero y la removió: Eros y Thanatos configuran al hombre en su doble pulsión hacia el erotismo y la muerte. Sea como fuere, si sacamos de contexto cualquier tema podemos convertir el asunto en Loca Academia de Filósofos y llegar a tan absurdas conclusiones como las anteriormente expuestas.

Desconozco si en el medio está la virtud o si el método dialéctico de Marx para expresar eso del Materialismo Histórico estaba en lo cierto o no, lo que si sé es que hay cosas que, miren por dónde se miren, resultan realmente estúpidas.

Y el hombre es el más sabio de los animales.
Pero también el más estúpido.

Dos Españas

Martín Cid
Martín Cid
lunes, 15 de noviembre de 2010, 09:46 h (CET)
Que la Iglesia esté en contra del aborto es algo que, perdónenme de nuevo, no debería sorprendernos como nos sorprendería que el Papa hable de literatura.

Martín Cid, autor de este artículo, tan falto de gusto que se cita a sí mismo.

Hay un tiempo para todo, que reza cierto famoso libro…un tiempo para vivir y un tiempo para morir y así sucesivamente. Si alguien me ha leído un par de veces (cosa insana en todos sus términos) sabrá que soy algo aficionado a la filosofía y es por ello que me suelo plantear ciertos asuntos en términos más filosóficos que políticos, más a nivel abstracto que al práctico. Así un día en mis años de juventud llegué al concepto hegeliano de dialéctica. Ya saben, eso de formular una teoría (tesis) e imaginar la contraria (antítesis) y con las dos partes reformular el asunto llegando a la dialéctica final. Pero es que antes que el señor Hegel ya los grandes romanos, que opinaron sobre todo y casi siempre con acierto, habían formulado una frase similar pero con menor contenido conceptual: en el medio está la virtud. Y es que frases de este tipo hay miles referidas a casi cualquier tema, a casi cualquier asunto y desde (casi) infinitas perspectivas.

Este pasado fin de semana las Españas recibieron la visita de un invitado bastante ilustre: sí, el Papa. Seamos o no católicos, tendremos que reconocer que la visita causó revuelo desde mucho antes que el pontífice pisara el suelo español: se habló durante semanas del coste para las arcas españolas de la visita y se terminó de montar cuando el Papa no había siquiera bajado del avión (leí que fue allí cuando dijo eso de que España era demasiado laica). Con todos mis respetos hacia los que han criticado sus palabras: ¿de qué querían que hablase el Papa? Si hubiese hecho un discurso sobre literatura conceptual, me temo que tampoco habrían dicho nada bueno sobre el visitante. Así, el Papa ha animado con palabras que, sean o no adecuadas, a la sociedad a creer más en Dios porque, mal que les pese a algunos, es ésa su tarea y es ése su oficio.

Y es que la visita del Papa viene marcada no por la figura del jefe de la Iglesia sino por el evidente enfrentamiento entre dos ideologías: la de los unos y la de los otros que son los de siempre, derechas e izquierdas reconvertidos a centro-izquierda o centro-derecha. No asistimos a la alineación de un equipo de fútbol, no, asistimos a la polarización del ciudadano en una u otra postura. La nueva social-democracia (creo que es la de Zapatero, aunque ahora las cosas cambian de nombre cada día y me temo que cuando termine estas líneas podría haber cambiado) propugna los valores de una sociedad laica en la que se permitan determinadas cosas como el aborto libre (bueno) y se condenen otras como fumar (terrible pecado). Los otros son los de derechas… larga historia y peor presente (según el cristal con el que se mire): valores familiares y conservadurismo. Los de derechas acusan a los de izquierdas de cambiar tanto las cosas que ya no se reconocen, los de izquierdas a los de derechas de no ver los nuevos valores democráticos… los de izquierdas llaman fascistas a los de derechas con la misma boca pequeña que los de derechas llaman revolucionarios a los de izquierdas… así hasta llegar a la polarización de todo ciudadano. O del Madrid o del Barça… y ser del Barça es algo como ser de izquierdas porque el Madrid era el equipo de un dictador que murió en el año 75 y entonces… ¡los del Madrid son de derechas!

Me recuerda a un chiste. Dos amigos se encuentran y uno le dice al otro (esto es como el “érase una vez”):

-Me acabo de encontrar con Paco y le pregunto… Paco, ¿qué andas haciendo? Paco me dice: estudiando lógica. ¡Vaya! ¿Y eso qué es?, le pregunto. Me contesta muy dramático él: ¿a ti te gusta la playa? Yo le digo que sí y él me responde… entonces yo puedo deducir que te gusta la arena… y el mar… y, claro, ¡las mujeres! Para eso sirve la lógica.

Los dos amigos se separan y el otro se encuentra con un tercero…
-¿Sabes? El otro día me encontré con Pepito y me habló de Paco.
-Vaya –dice el tercero-, ¿y qué anda haciendo Paco?
-Pues está estudiando lógica.
-Vaya –dice el circunspecto amigo-, ¿y eso qué es?
-Te lo voy a demostrar… ¿A ti te gusta la playa?
-No –dice el amigo.
-Entonces eres gay.
(Fin de la ilustración-estupidez).

Lo que quiero decir con todo esto es que la aquiescencia política para con una u otra facción configura todo un maremágnum de sub-comportamientos que, perdónenme, nada tienen que ver con ser de derechas o de izquierdas (como en el caso de nuestro amigo, que a lo mejor no era homosexual).

La lectura de cualquier diario nos lleva inevitablemente a una u otra postura. El socialista será ateo (no sé qué diantres tendrá que ver), reciclará basura (sabe sólo Dios por qué –y Dios igual también ha muerto-) y se besará con su pareja gay (a saber por qué se hizo o nació gay)… lo mismo parece pasar con la derecha: católico-apostólico-romano (y algo que ver con el asunto del tipo que murió en 1975), con dos hijos y viste un polo Lacoste…¡Vaya, si hasta en la moda podemos distinguir las facciones políticas! Sí, cuando alguien lleva una especie de bufanda al estilo Yasir Arafat es que es socialista porque todos los socialistas apoyan a los palestinos contra Israel. Si la persona es de derechas entonces hablará de dinero y defenderá a Aznar y criticará a ZP (aunque, me parece, que a éste hasta los de izquierdas le critican últimamente).

Que el asunto esté rayando lo absurdo lo plasmó otro dúo cómico, Faemino y Cansado: “yo leo a Kierkegaard”. Sí, también tenía algo de paradójico nuestro amigo al tratar de compaginar el existencialismo con el cristianismo pero de todo tiene que haber en este mundo paradójico (quizá seguía las tesis de nuestro bien amado Hegel).

Ya lo dijo Freud, otro que conjugó la paradoja en un puchero y la removió: Eros y Thanatos configuran al hombre en su doble pulsión hacia el erotismo y la muerte. Sea como fuere, si sacamos de contexto cualquier tema podemos convertir el asunto en Loca Academia de Filósofos y llegar a tan absurdas conclusiones como las anteriormente expuestas.

Desconozco si en el medio está la virtud o si el método dialéctico de Marx para expresar eso del Materialismo Histórico estaba en lo cierto o no, lo que si sé es que hay cosas que, miren por dónde se miren, resultan realmente estúpidas.

Y el hombre es el más sabio de los animales.
Pero también el más estúpido.

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