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Etiquetas | Alemania. Reforma sanitaria
A partir de 2011 los trabajadores tendrán que pagar más por su seguro médico

La reforma sanitaria y las intenciones de Merkel

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El pasado viernes, el Parlamento federal alemán (Bundestag) aprobó la reforma del sistema sanitario, por la cual a partir de 2011 los trabajadores tendrán que pagar más por su seguro médico. Esta es una reforma que ha creado una fuerte polémica entre la ciudadanía, puesto que abre la puerta a la americanización de la sanidad alemana, creando unos servicios de primera, segunda y tercera clase según el dinero de que cada persona disponga, como afirma el Tageszeitung1.

Pablo Hernández Ramos / Analista internacional

Bien es verdad que una parte de la cotización destinada a la sanidad (que llegará al 15,5% del salario bruto por trabajador) seguirá siendo asumida por las empresas, pero son los trabajadores los que van a asumir más de la mitad de los costes de esta reforma (concretamente el 8,2% del salario). Además, los alemanes ya vivieron otra reforma en 2004, bajo el mandato del socialdemócrata Gerhard Schröder, encaminada en la misma dirección: el abaratamiento de costes de la sanidad pública fomentando la sanidad privada y el aumento de las cuotas de los trabajadores.

La mayoría de los países tienen uno de sus grandes lastres deficitarios en el sistema de salud, y Alemania no es diferente. Cada año las arcas federales sufren unas pérdidas de en torno a los 10.000 millones de euros en lo referente al gasto sanitario, y el gobierno de Merkel quiere poner fin a esta sangría como prueba de que sus políticas están destinadas a reducir al máximo la deuda pública, para atajar la crisis por el camino de la austeridad. Esta es una de las decisiones que más discusiones están levantando entre el resto de socios de la Unión Europea, puesto que Alemania dicta a los demás el camino de la austeridad al ser el que más le conviene a su economía en particular, mientras que otros países de la UE, entre los que se encuentra España, podrían tomar el camino del endeudamiento rápido para retomar la senda del crecimiento, y dejar la reducción del déficit y de la deuda para más adelante.

Visto así, el gobierno Merkel no debería tener mayor problema en sacar esta ley adelante, por impopular que sea entre el electorado de izquierda. Pero el problema de la canciller es otro, puesto que ni siquiera aquellos que suelen apoyarla en sus propuestas más arriesgadas están en esta ocasión de su lado. En un artículo publicado en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, de tendencia conservadora, el periodista Georg Paul Hefty habla muy mal de la reforma sanitaria, afirmando que va a traer “pérdidas por todas partes” , dejando claro que esta política no cae bien ni a izquierda ni a derecha.

Y es que hay más argumentos en la trastienda, porque esta reforma no sólo se inscribe en el contexto de la crisis internacional y de la necesidad de reducir la deuda alemana, sino que tras estas políticas está la voluntad de Merkel de frenar su progresiva pérdida de fuerza dentro de la CDU, que viene ligada a la pérdida de popularidad entre el electorado. La canciller se está viendo obligada a apagar fuegos que creía extinguidos: tras deshacerse del SPD al ganar las elecciones de 2009 y pactar con los liberales, las aguas democristianas parecían calmadas, pero la crisis hace estragos en cualquier gobierno y en el último año a Merkel no han hecho más que lloverle críticas, sobre todo desde su partido hermano, la CSU, que le ha acusado de no ser “suficientemente conservadora” . La reforma sanitaria viene a aclarar que el programa de la canciller quiere asentarse en el ámbito moderado, más del lado liberal que del conservador, y dejar fuera las políticas radicales que propone el ala más derechista de su partido.

La clave de la reforma sanitaria estriba en la filiación política del ministro de Sanidad, Phillip Rösler, quien milita en el FDP, el socio liberal de la coalición que gobierna. Al haber apoyado sin fisuras la propuesta de los liberales, Merkel ha conseguido sacar adelante una reforma que le puede dar alas entre los electores y dentro de su propio partido si logra reducir la deuda en el sistema sanitario, pero que también puede volverse en su contra si le sale mal, puesto que es una decisión que no deja contenta ni a la derecha conservadora ni a la izquierda en la oposición.

1 Zahlen, bis der Arzt kommt (taz.de)
2 Verluste allenthalben (FAZ.net)
3 CDU nicht konservativ genug (n-tv.de)

La reforma sanitaria y las intenciones de Merkel

A partir de 2011 los trabajadores tendrán que pagar más por su seguro médico
Pablo Hernández Ramos
lunes, 15 de noviembre de 2010, 07:56 h (CET)
El pasado viernes, el Parlamento federal alemán (Bundestag) aprobó la reforma del sistema sanitario, por la cual a partir de 2011 los trabajadores tendrán que pagar más por su seguro médico. Esta es una reforma que ha creado una fuerte polémica entre la ciudadanía, puesto que abre la puerta a la americanización de la sanidad alemana, creando unos servicios de primera, segunda y tercera clase según el dinero de que cada persona disponga, como afirma el Tageszeitung1.

Pablo Hernández Ramos / Analista internacional

Bien es verdad que una parte de la cotización destinada a la sanidad (que llegará al 15,5% del salario bruto por trabajador) seguirá siendo asumida por las empresas, pero son los trabajadores los que van a asumir más de la mitad de los costes de esta reforma (concretamente el 8,2% del salario). Además, los alemanes ya vivieron otra reforma en 2004, bajo el mandato del socialdemócrata Gerhard Schröder, encaminada en la misma dirección: el abaratamiento de costes de la sanidad pública fomentando la sanidad privada y el aumento de las cuotas de los trabajadores.

La mayoría de los países tienen uno de sus grandes lastres deficitarios en el sistema de salud, y Alemania no es diferente. Cada año las arcas federales sufren unas pérdidas de en torno a los 10.000 millones de euros en lo referente al gasto sanitario, y el gobierno de Merkel quiere poner fin a esta sangría como prueba de que sus políticas están destinadas a reducir al máximo la deuda pública, para atajar la crisis por el camino de la austeridad. Esta es una de las decisiones que más discusiones están levantando entre el resto de socios de la Unión Europea, puesto que Alemania dicta a los demás el camino de la austeridad al ser el que más le conviene a su economía en particular, mientras que otros países de la UE, entre los que se encuentra España, podrían tomar el camino del endeudamiento rápido para retomar la senda del crecimiento, y dejar la reducción del déficit y de la deuda para más adelante.

Visto así, el gobierno Merkel no debería tener mayor problema en sacar esta ley adelante, por impopular que sea entre el electorado de izquierda. Pero el problema de la canciller es otro, puesto que ni siquiera aquellos que suelen apoyarla en sus propuestas más arriesgadas están en esta ocasión de su lado. En un artículo publicado en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, de tendencia conservadora, el periodista Georg Paul Hefty habla muy mal de la reforma sanitaria, afirmando que va a traer “pérdidas por todas partes” , dejando claro que esta política no cae bien ni a izquierda ni a derecha.

Y es que hay más argumentos en la trastienda, porque esta reforma no sólo se inscribe en el contexto de la crisis internacional y de la necesidad de reducir la deuda alemana, sino que tras estas políticas está la voluntad de Merkel de frenar su progresiva pérdida de fuerza dentro de la CDU, que viene ligada a la pérdida de popularidad entre el electorado. La canciller se está viendo obligada a apagar fuegos que creía extinguidos: tras deshacerse del SPD al ganar las elecciones de 2009 y pactar con los liberales, las aguas democristianas parecían calmadas, pero la crisis hace estragos en cualquier gobierno y en el último año a Merkel no han hecho más que lloverle críticas, sobre todo desde su partido hermano, la CSU, que le ha acusado de no ser “suficientemente conservadora” . La reforma sanitaria viene a aclarar que el programa de la canciller quiere asentarse en el ámbito moderado, más del lado liberal que del conservador, y dejar fuera las políticas radicales que propone el ala más derechista de su partido.

La clave de la reforma sanitaria estriba en la filiación política del ministro de Sanidad, Phillip Rösler, quien milita en el FDP, el socio liberal de la coalición que gobierna. Al haber apoyado sin fisuras la propuesta de los liberales, Merkel ha conseguido sacar adelante una reforma que le puede dar alas entre los electores y dentro de su propio partido si logra reducir la deuda en el sistema sanitario, pero que también puede volverse en su contra si le sale mal, puesto que es una decisión que no deja contenta ni a la derecha conservadora ni a la izquierda en la oposición.

1 Zahlen, bis der Arzt kommt (taz.de)
2 Verluste allenthalben (FAZ.net)
3 CDU nicht konservativ genug (n-tv.de)

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