Nadie dijo que fuera fácil. La Segunda División es una trampa mortal con cuarenta y dos cepos bien alineados, y al Celta de Vigo le está costando sortear los últimos tras un comienzo espectacular.
Ander Murillo regresará a la titularidad tras las bajas por sanción de los dos laterales (Agencias)
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Son ya cinco partidos sin conocer la victoria. Bien es cierto que cuatro de ellos estaban en el limbo entre el bien y el mal, una sucesión de empates que esperaban pacientemente a que alguien los revalorizara o condenara al pesimismo intrascendente. La derrota frente al Valladolid rompe definitivamente la racha de encuentros invicto y siembra las primeras dudas en Balaídos.
El segundo fracaso del año se presentaba como una reválida de vital importancia para los celestes. Al equipo le faltaba conseguir una victoria de prestigio ante un rival directo, pero la locura vivida en Pucela ha dejado con las ganas a los hombres de Herrera. Fue un choque espectacular, en esta mini-gira por Primera que el Celta se ha marcado en las dos últimas jornadas. Tras el emocionante choque ante el todopoderoso Betis (empate a un gol), la batalla en el José Zorrilla volvió a enfrentar a los celestes cara a cara con otro de los aspirantes a todo.
Han sido noventa minutos donde poco se le puede reprochar al conjunto gallego. Quizás sigue viva, a modo de herencia, la poca consistencia a la hora de amarrar un resultado importante que tanto sufrió la temporada anterior. Los celtiñas tomaron ventaja tanto contra el Granada, como con el Real Betis y frente a los pucelanos, pero en las tres ocasiones la victoria se escapó de las manos. Aún así, siendo justos, no se puede ignorar que el derroche tarjetero de Miranda Torres fue ayer domingo un rival inesperado para los vigueses. La segunda amarilla a Roberto Lago es una escena de los hermanos Marx, y la roja directa al bueno de Mallo una exageración innecesaria. Si las sanciones se confirman, contra el Albacete, la próxima jornada, Paco Herrera tendrá que inventarse un lateral de la nada.
De todas formas, despropósitos arbitrales aparte, el mediocre mes en lo que a resultados se refiere no puede ocultar la realidad más evidente. El equipo sigue tercero, con la segunda plaza a tiro, y tras haber superado dos de los escollos más grandes de esta primera vuelta. El camino hacia el ascenso es exigente y no perdona a los confiados. Punto a punto, pasito a pasito, llegar a Navidades en los puestos de arriba es el primer objetivo para un equipo que sigue con todas sus posibilidades intactas. Peregrinar nunca asustó a un gallego, y menos en Año Santo. A este Celta todavía le queda mucha cuerda.