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Antonio Pérez Gómez

El gili-escándalo de la semana

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Muchos de ustedes, informados y avezados lectores del diario Siglo XXI, y por ventura de esta mi columna de los viernes que tengo el privilegio de emborronar desde hace ya casi dos años, habrán entrado a mi artículo semanal con el objeto de desentrañar el porqué del título de mi columna de hoy. Otros, me juego el cuello que tan solo con el título, ya se lo habrán olido: voy a hablar de la espaldinha y, ya de paso y como quien no quiere la cosa, hablaré de la miseria, la mendacidad y la estulticia humana. Eso de entrada.

Y es que es indignante lo que se ha liado en los medios de comunicación con lo de la espaldinha de Cristiano. Es tan repugnante y manifiestamente estúpido el asunto (disculpen la supina indignación, es que estoy leyendo mucho a Pérez-Reverte últimamente), que no hay mejor manera de comprobar si usted tiene un amigo, vecino, conocido o compañero de trabajo hipócrita y acomplejado que preguntando su opinión sobre la famosa espaldinha. Si la condena vehementemente, solo puede ser por tres motivos: O no tiene ni idea de lo que es el fútbol y lo más redondo que ha visto en su vida es un higo, que es un antimadridista recalcitrante (seguramente atlético, pero bien podría ser culé) o, seguramente, las dos opciones anteriores juntas.

Me produce tanta tristeza oír a personas criticar con saña la bella acción de Cristiano, que no puedo contener mi asombro. Porque, ojo, no me refiero a los exabruptos que sobre la jugada puede verter un adolescente con granos del sur de Madrid, abonado al Atleti y perteneciente al Frente Atlético (eso tendría toda la lógica del mundo). Me refiero más bien a todas esa pléyade de ignorantes que salen en los medios y que han decidido hacer gala de su forofismo colchonero (o sencillamente antimadridista) en tan inoportuna ocasión, retratándose en falso y dejando claro que no tienen reparo alguno en atropellar la razón con tal de justificar lo injustificable: que el Madrid jugó mejor y que, por enésima vez, les ganó el derbi. Y se centran en el muy discutible penalty de Alonso (el balón va a la mano, no al revés) y no hablan del penalty de libro sobre Di Maria. Hasta ahí, todo bien. Es la prerrogativa del perdedor, incidir en lo que tu crees que ha sido injusto, y si además tu equipo ha jugado contra un grande, pues añadir lo de “robo” y todo eso. Pero lo bueno en esta ocasión es que añaden el delicioso detalle técnico de Cristiano como sumum del oprobio y elemento más sangrante de la injusticia. Sí, sí, como lo oyen.

Y lo peor: todo esto aireado por los periódicos en un intento de crear polémica, de fabricar expectación, o sea, de vender periódicos. Por increíble que parezca, lo han logrado. Bajo acusaciones de “chulería”, o “fullería” o de “vacilón” se le está poniendo a Cristiano a caer de un burro. Cuando Messi o Robinho hacen una bicicleta en la banda para confundir a su marcador, o cuando Kun, Piatti o el propio Ronaldo tiran un caño en vez de un regate clásico por el mero hecho de agradar al público, no se forma escándalo, a pesar que cualquier persona puede calificar eso como “chulería”. Cuando Zidane se adornaba con las muy taurinas “Ruletas Marsellesas” o poco antes Romario ridiculizó a Alkorta con la más humillante cola de vaca que jamás se ha hecho en Europa, nadie levantó el dedo acusador. Es más, cuando Ronaldinho contra Osasuna o Ibrahimovic contra Mallorca hicieron la espaldinha hace no tanto, nadie les ofendió, y ningún descerebrado justificó que se ejerza violencia verbal contra él (como ese futuro “Stanley Kubrik” del cine patrio venido a menos, Gonzalo Miró -que ahora anda metido a tertulianao futbolero de bajo perfil- afirmó la otra noche).

Los periódicos han apuntado y los periodistas/colaboradores forofos más exaltados de aquella acera del Manzanares han respondido con generosa cobertura e inicua indignación, sin pararse en analizar la cantidad de sandeces que se pueden decir de forma gratuita y exponiendo en público su lógica ultra. La polémica está dejando a media Europa asombrada, pues al día siguiente todos los programas de resúmenes se hicieron eco de forma elogiosa de la acción. Pero esto es España. Aquí medir las palabras o no exponer impúdicamente tus vergüenzas no se lleva. Por cierto, ¿se imaginan qué hubieran dicho los colchoneros si el que hace la espaldinha ganando 2-0 es Agüero?

El gili-escándalo de la semana

Antonio Pérez Gómez
Antonio Pérez Gómez
viernes, 12 de noviembre de 2010, 08:57 h (CET)
Muchos de ustedes, informados y avezados lectores del diario Siglo XXI, y por ventura de esta mi columna de los viernes que tengo el privilegio de emborronar desde hace ya casi dos años, habrán entrado a mi artículo semanal con el objeto de desentrañar el porqué del título de mi columna de hoy. Otros, me juego el cuello que tan solo con el título, ya se lo habrán olido: voy a hablar de la espaldinha y, ya de paso y como quien no quiere la cosa, hablaré de la miseria, la mendacidad y la estulticia humana. Eso de entrada.

Y es que es indignante lo que se ha liado en los medios de comunicación con lo de la espaldinha de Cristiano. Es tan repugnante y manifiestamente estúpido el asunto (disculpen la supina indignación, es que estoy leyendo mucho a Pérez-Reverte últimamente), que no hay mejor manera de comprobar si usted tiene un amigo, vecino, conocido o compañero de trabajo hipócrita y acomplejado que preguntando su opinión sobre la famosa espaldinha. Si la condena vehementemente, solo puede ser por tres motivos: O no tiene ni idea de lo que es el fútbol y lo más redondo que ha visto en su vida es un higo, que es un antimadridista recalcitrante (seguramente atlético, pero bien podría ser culé) o, seguramente, las dos opciones anteriores juntas.

Me produce tanta tristeza oír a personas criticar con saña la bella acción de Cristiano, que no puedo contener mi asombro. Porque, ojo, no me refiero a los exabruptos que sobre la jugada puede verter un adolescente con granos del sur de Madrid, abonado al Atleti y perteneciente al Frente Atlético (eso tendría toda la lógica del mundo). Me refiero más bien a todas esa pléyade de ignorantes que salen en los medios y que han decidido hacer gala de su forofismo colchonero (o sencillamente antimadridista) en tan inoportuna ocasión, retratándose en falso y dejando claro que no tienen reparo alguno en atropellar la razón con tal de justificar lo injustificable: que el Madrid jugó mejor y que, por enésima vez, les ganó el derbi. Y se centran en el muy discutible penalty de Alonso (el balón va a la mano, no al revés) y no hablan del penalty de libro sobre Di Maria. Hasta ahí, todo bien. Es la prerrogativa del perdedor, incidir en lo que tu crees que ha sido injusto, y si además tu equipo ha jugado contra un grande, pues añadir lo de “robo” y todo eso. Pero lo bueno en esta ocasión es que añaden el delicioso detalle técnico de Cristiano como sumum del oprobio y elemento más sangrante de la injusticia. Sí, sí, como lo oyen.

Y lo peor: todo esto aireado por los periódicos en un intento de crear polémica, de fabricar expectación, o sea, de vender periódicos. Por increíble que parezca, lo han logrado. Bajo acusaciones de “chulería”, o “fullería” o de “vacilón” se le está poniendo a Cristiano a caer de un burro. Cuando Messi o Robinho hacen una bicicleta en la banda para confundir a su marcador, o cuando Kun, Piatti o el propio Ronaldo tiran un caño en vez de un regate clásico por el mero hecho de agradar al público, no se forma escándalo, a pesar que cualquier persona puede calificar eso como “chulería”. Cuando Zidane se adornaba con las muy taurinas “Ruletas Marsellesas” o poco antes Romario ridiculizó a Alkorta con la más humillante cola de vaca que jamás se ha hecho en Europa, nadie levantó el dedo acusador. Es más, cuando Ronaldinho contra Osasuna o Ibrahimovic contra Mallorca hicieron la espaldinha hace no tanto, nadie les ofendió, y ningún descerebrado justificó que se ejerza violencia verbal contra él (como ese futuro “Stanley Kubrik” del cine patrio venido a menos, Gonzalo Miró -que ahora anda metido a tertulianao futbolero de bajo perfil- afirmó la otra noche).

Los periódicos han apuntado y los periodistas/colaboradores forofos más exaltados de aquella acera del Manzanares han respondido con generosa cobertura e inicua indignación, sin pararse en analizar la cantidad de sandeces que se pueden decir de forma gratuita y exponiendo en público su lógica ultra. La polémica está dejando a media Europa asombrada, pues al día siguiente todos los programas de resúmenes se hicieron eco de forma elogiosa de la acción. Pero esto es España. Aquí medir las palabras o no exponer impúdicamente tus vergüenzas no se lleva. Por cierto, ¿se imaginan qué hubieran dicho los colchoneros si el que hace la espaldinha ganando 2-0 es Agüero?

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