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Opinión
Etiquetas | La tronera
Jesús Salamanca

Innegociables

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El chantaje de los violentos ya no da resultado. A más violencia etarra, más desprecio social, incluso en el País Vasco. A todos nos ha quedado claro que el Gobierno no debe desbloquear nada, ni siquiera iniciar otra vez actuaciones de las que deba arrepentirse después, como en la legislatura anterior; es más, debería devolver la autorización para negociar con ETA al Parlamento. No hay nada que tratar con la banda, excepto la rendición y la entrega de las armas, así como el íntegro cumplimiento de las penas. Con asesinos y extorsionadores no se pacta ni se negocia ni se acuerda. Dialogar, sí, y mucho, pero para fijar día, hora y lugar para la entrega de las armas, pedir perdón a la sociedad e indemnizar a las víctimas del terrorismo.

La situación de los presos es la que es. Nada va a variar ni vamos a consentir que varíe. Los presos son innegociables, como innegociable es la rendición del Estado de Derecho. Hay que hablar claro de una vez: la banda y su entorno no quiere tener cerca a los presos, ya que son una rémora para el futuro de su proyecto. Digamos que son terroristas “burn out”. No es ético eso de que no debe haber vencedores ni vencidos; siempre debe haber una parte y otra. No hay más que recordar lo que decía Shakespeare respecto a que “si dos cabalgan un caballo, uno debe ir detrás del otro”.

Cada vez estamos más convencidos que es urgente una nueva Ley Penitenciaria que plantee una nueva forma de dispersión para los presos de la banda. ETA seguirá acorralada, se ponga como se ponga el incoherente y perverso Rodríguez Zapatero. España no se merece un Gobierno que intente “nadar entre dos aguas” y cuya lealtad se ha puesto en duda en estos últimos meses.

“Por la boca muere el pez” y eso es lo que Rodríguez Zapatero está pagando: “Se muestra nervioso y atenazado, sabe que varios de sus ministros le han vendido en varias ocasiones y está con las posaderas al aire”, comentaba hace unos días uno de sus allegados. Hasta los suyos han dejado de creer en él. Publio Siro decía que “nadie sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta”.

No podemos entender que la propia Askatasuna lleve su hipocresía a extremos inexplicables. Repiten entre bambalinas que el tema de los presos no está entre sus prioridades, aunque en público difundan que son parte prioritaria en la negociación del alto el fuego. Es evidente que a las bases hay que contentarlas y tenerlas de parte, mejor que en contra y en rebeldía.

Cada vez está más claro que la “Agenda” se puede cerrar tranquilamente. Aquí se acaba el mal llamado “proceso de paz”. ¿Y ahora qué va a hacer el PNV sin protagonismo? ¿Qué va a explicar el PSOE sobre los presuntos contactos que llevó a cabo hace tres años? El protagonista en este momento es Chuchi Eguiguren: ha comido la partida a su propio partido, se ha mofado de los ‘correveidíles’ del Partido Popular y sigue fiel a Arnaldo Otegi y a sus encuentros y amistad en el caserío Txillarre.

El dueño del caserío Txillarre, en Elgoibar, es Pello Rubio; un empresario muy emprendedor en lo que se refiere a la agricultura biológica. En dicho caserío se celebraron muchas de las reuniones que ha protagonizado el terrorismo vasco con negociadores, caraduras y mercenarios del terrorismo. Y precisamente entre esas reuniones y esa misma adjetivación se encuentran las reuniones entre el ex portavoz de Batasuna, hoy presidiario, Arnaldo Otegi, y Jesús Eguiguren, presidente del Partido socialista de Euskadi.

Estas conversaciones entre el presidente del PSE y Otegi se iniciaron en 2002. Es sabido que fueron anteriores a los contactos que el Gobierno de Rodríguez Zapatero envió para negociar y tantear a ETA. Y además es sabido que las reuniones tenían muchos partidarios en el ámbito de la ignorancia de la política europea, así como fueron auspiciadas por la Fundación suiza Henry Dunant, y de la declaración de tregua de ETA, el 23 de marzo de 2006, en la que la banda anunciaba un "alto el fuego permanente" mediante un comunicado remitido a la televisión pública vasca (EITB). Tal “alto el fuego” se demostró que era una tregua-trampa más, y donde quedaron atrapadas muchas ilusiones gubernativas y buena parte de la deformación del voto socialista.

Sería muy duro para la sociedad española que hubiera existido una maniobra conjunta entre la banda terrorista y los tres miembros del PSOE que llevaron a cabo la negociación-juerga (prostitutas incluidas); ni siquiera buena parte de sus bases lo aceptaría, como no se aceptan hoy en el Partido socialista los desvaríos de Eguiguren y sus continuas comilonas con chivatos del entorno abertzale e instigadores de la violencia etarra.

No se puede caer en los desatinos de los clanes y las mafias, porque el barco de la democracia acabaría encallado. Hay que saber reaccionar y la mejor forma es utilizar los instrumentos de los que dispone el Estado de Derecho.

En este momento hay tres facciones de ETA diferentes y los “borrokas” hace tiempo que están divididos, por culpa de mercenarios como Brian Currin e inservibles apoyos a la banda cubiertos de carcoma, ridiculez, insensatez y malas intenciones. ¿Alguien sabrá llevar hasta el final el “Divide et impera” y negociar la rendición incondicional de la banda? A ello habrá que destinar todos los esfuerzos. Para ello no nos sirve el ‘todoterreno’, Pérez Rubalcaba, y mucho menos el ‘arenero’ Eguiguren. Pero ya verán como no falta algún ‘alvarito’ que se pone mirando a Cuenca con tal de defender lo indefendible.

Innegociables

Jesús Salamanca
Jesús  Salamanca
viernes, 12 de noviembre de 2010, 08:19 h (CET)
El chantaje de los violentos ya no da resultado. A más violencia etarra, más desprecio social, incluso en el País Vasco. A todos nos ha quedado claro que el Gobierno no debe desbloquear nada, ni siquiera iniciar otra vez actuaciones de las que deba arrepentirse después, como en la legislatura anterior; es más, debería devolver la autorización para negociar con ETA al Parlamento. No hay nada que tratar con la banda, excepto la rendición y la entrega de las armas, así como el íntegro cumplimiento de las penas. Con asesinos y extorsionadores no se pacta ni se negocia ni se acuerda. Dialogar, sí, y mucho, pero para fijar día, hora y lugar para la entrega de las armas, pedir perdón a la sociedad e indemnizar a las víctimas del terrorismo.

La situación de los presos es la que es. Nada va a variar ni vamos a consentir que varíe. Los presos son innegociables, como innegociable es la rendición del Estado de Derecho. Hay que hablar claro de una vez: la banda y su entorno no quiere tener cerca a los presos, ya que son una rémora para el futuro de su proyecto. Digamos que son terroristas “burn out”. No es ético eso de que no debe haber vencedores ni vencidos; siempre debe haber una parte y otra. No hay más que recordar lo que decía Shakespeare respecto a que “si dos cabalgan un caballo, uno debe ir detrás del otro”.

Cada vez estamos más convencidos que es urgente una nueva Ley Penitenciaria que plantee una nueva forma de dispersión para los presos de la banda. ETA seguirá acorralada, se ponga como se ponga el incoherente y perverso Rodríguez Zapatero. España no se merece un Gobierno que intente “nadar entre dos aguas” y cuya lealtad se ha puesto en duda en estos últimos meses.

“Por la boca muere el pez” y eso es lo que Rodríguez Zapatero está pagando: “Se muestra nervioso y atenazado, sabe que varios de sus ministros le han vendido en varias ocasiones y está con las posaderas al aire”, comentaba hace unos días uno de sus allegados. Hasta los suyos han dejado de creer en él. Publio Siro decía que “nadie sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta”.

No podemos entender que la propia Askatasuna lleve su hipocresía a extremos inexplicables. Repiten entre bambalinas que el tema de los presos no está entre sus prioridades, aunque en público difundan que son parte prioritaria en la negociación del alto el fuego. Es evidente que a las bases hay que contentarlas y tenerlas de parte, mejor que en contra y en rebeldía.

Cada vez está más claro que la “Agenda” se puede cerrar tranquilamente. Aquí se acaba el mal llamado “proceso de paz”. ¿Y ahora qué va a hacer el PNV sin protagonismo? ¿Qué va a explicar el PSOE sobre los presuntos contactos que llevó a cabo hace tres años? El protagonista en este momento es Chuchi Eguiguren: ha comido la partida a su propio partido, se ha mofado de los ‘correveidíles’ del Partido Popular y sigue fiel a Arnaldo Otegi y a sus encuentros y amistad en el caserío Txillarre.

El dueño del caserío Txillarre, en Elgoibar, es Pello Rubio; un empresario muy emprendedor en lo que se refiere a la agricultura biológica. En dicho caserío se celebraron muchas de las reuniones que ha protagonizado el terrorismo vasco con negociadores, caraduras y mercenarios del terrorismo. Y precisamente entre esas reuniones y esa misma adjetivación se encuentran las reuniones entre el ex portavoz de Batasuna, hoy presidiario, Arnaldo Otegi, y Jesús Eguiguren, presidente del Partido socialista de Euskadi.

Estas conversaciones entre el presidente del PSE y Otegi se iniciaron en 2002. Es sabido que fueron anteriores a los contactos que el Gobierno de Rodríguez Zapatero envió para negociar y tantear a ETA. Y además es sabido que las reuniones tenían muchos partidarios en el ámbito de la ignorancia de la política europea, así como fueron auspiciadas por la Fundación suiza Henry Dunant, y de la declaración de tregua de ETA, el 23 de marzo de 2006, en la que la banda anunciaba un "alto el fuego permanente" mediante un comunicado remitido a la televisión pública vasca (EITB). Tal “alto el fuego” se demostró que era una tregua-trampa más, y donde quedaron atrapadas muchas ilusiones gubernativas y buena parte de la deformación del voto socialista.

Sería muy duro para la sociedad española que hubiera existido una maniobra conjunta entre la banda terrorista y los tres miembros del PSOE que llevaron a cabo la negociación-juerga (prostitutas incluidas); ni siquiera buena parte de sus bases lo aceptaría, como no se aceptan hoy en el Partido socialista los desvaríos de Eguiguren y sus continuas comilonas con chivatos del entorno abertzale e instigadores de la violencia etarra.

No se puede caer en los desatinos de los clanes y las mafias, porque el barco de la democracia acabaría encallado. Hay que saber reaccionar y la mejor forma es utilizar los instrumentos de los que dispone el Estado de Derecho.

En este momento hay tres facciones de ETA diferentes y los “borrokas” hace tiempo que están divididos, por culpa de mercenarios como Brian Currin e inservibles apoyos a la banda cubiertos de carcoma, ridiculez, insensatez y malas intenciones. ¿Alguien sabrá llevar hasta el final el “Divide et impera” y negociar la rendición incondicional de la banda? A ello habrá que destinar todos los esfuerzos. Para ello no nos sirve el ‘todoterreno’, Pérez Rubalcaba, y mucho menos el ‘arenero’ Eguiguren. Pero ya verán como no falta algún ‘alvarito’ que se pone mirando a Cuenca con tal de defender lo indefendible.

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