Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Etiquetas | Tiro raso
Ricardo Martínez Platel

Sean justos con Forlán

|

El fútbol es resultadista, oportunista y tribunero. Hace un año, más o menos, un buen amigo escribía su primer post en su blog. El tema era la actitud de Forlán. El uruguayo había llegado tarde a un entrenamiento, previo al partido frente a Osasuna en El Sadar. Mi colega, un atlético de los buenos, de esos que desprende sentimiento rojiblanco por los cuatro costados, cuestionaba la profesionalidad del charrúa y su compromiso con el club. Meses después, pocas fechas antes de las finales de Hamburgo y Barcelona, mi amigo se compró la camiseta colchonera con el “7” a la espalda y el nombre de Forlán rotulado. Creía que iba a ser el hombre de las finales. Rodríguez acertó. Diego fue el héroe de la final frente al Fulham con sus dos goles. Para la historia y leyenda rojiblanca quedará la imagen del Cacha despojándose de la casaca y luciendo abdominales tras marcar el segundo tanto en la prórroga, a escasos minutos de la conclusión. Medio año después (algunos) vuelven a cuestionar al uruguayo, pero conviene puntualizar algunos aspectos. El verano de Forlán no fue “normal”. Tras una larguísima temporada con el Atlético, hizo un brillante Mundial, convirtiéndose en “Balón de Oro” de la competición, marcó cinco tantos y se echó a su equipo a las espaldas, hasta meterlo en semifinales. Después de unas vacaciones ajetreadas (vía Twitter pudimos seguir sus andanzas en la India), se incorporó a la pretemporada el 10 de agosto. El 27 de ese mismo mes, disputó la final de la Supercopa de Europa frente al Inter en Mónaco. Un par de días más tarde, goleó ante el Sporting de Gijón en el Calderón y una semana más tarde hizo lo propio en San Mamés.

Quique ha sabido leer el problema. Forlán apenas ha tenido preparación para la presente temporada, sólo ha competido. Si a esto le sumamos la ausencia de Agüero y que es humano, no resulta difícil entender que, como todos los goleadores, es un futbolista de rachas. Ahora no está bien, pero su rendimiento a lo largo de las campañas va de menos a más y siempre acaba como un tiro. No es un hombre que celebre los goles besándose el escuro (Maniche lo hizo y los resultados fueron los que fueron), no actúa de cara a la galería y hay un sector de la grada al que eso no le gusta demasiado (les van más los demagogos). Forlán los acaba convenciendo año tras año con sus goles. No duden ni de su trabajo, ni de su profesionalidad y, sobre todo, disfruten de uno de los mejores jugadores de la historia del Atlético de Madrid.

Sean justos con Forlán

Ricardo Martínez Platel
Ricardo Martínez
jueves, 11 de noviembre de 2010, 12:35 h (CET)
El fútbol es resultadista, oportunista y tribunero. Hace un año, más o menos, un buen amigo escribía su primer post en su blog. El tema era la actitud de Forlán. El uruguayo había llegado tarde a un entrenamiento, previo al partido frente a Osasuna en El Sadar. Mi colega, un atlético de los buenos, de esos que desprende sentimiento rojiblanco por los cuatro costados, cuestionaba la profesionalidad del charrúa y su compromiso con el club. Meses después, pocas fechas antes de las finales de Hamburgo y Barcelona, mi amigo se compró la camiseta colchonera con el “7” a la espalda y el nombre de Forlán rotulado. Creía que iba a ser el hombre de las finales. Rodríguez acertó. Diego fue el héroe de la final frente al Fulham con sus dos goles. Para la historia y leyenda rojiblanca quedará la imagen del Cacha despojándose de la casaca y luciendo abdominales tras marcar el segundo tanto en la prórroga, a escasos minutos de la conclusión. Medio año después (algunos) vuelven a cuestionar al uruguayo, pero conviene puntualizar algunos aspectos. El verano de Forlán no fue “normal”. Tras una larguísima temporada con el Atlético, hizo un brillante Mundial, convirtiéndose en “Balón de Oro” de la competición, marcó cinco tantos y se echó a su equipo a las espaldas, hasta meterlo en semifinales. Después de unas vacaciones ajetreadas (vía Twitter pudimos seguir sus andanzas en la India), se incorporó a la pretemporada el 10 de agosto. El 27 de ese mismo mes, disputó la final de la Supercopa de Europa frente al Inter en Mónaco. Un par de días más tarde, goleó ante el Sporting de Gijón en el Calderón y una semana más tarde hizo lo propio en San Mamés.

Quique ha sabido leer el problema. Forlán apenas ha tenido preparación para la presente temporada, sólo ha competido. Si a esto le sumamos la ausencia de Agüero y que es humano, no resulta difícil entender que, como todos los goleadores, es un futbolista de rachas. Ahora no está bien, pero su rendimiento a lo largo de las campañas va de menos a más y siempre acaba como un tiro. No es un hombre que celebre los goles besándose el escuro (Maniche lo hizo y los resultados fueron los que fueron), no actúa de cara a la galería y hay un sector de la grada al que eso no le gusta demasiado (les van más los demagogos). Forlán los acaba convenciendo año tras año con sus goles. No duden ni de su trabajo, ni de su profesionalidad y, sobre todo, disfruten de uno de los mejores jugadores de la historia del Atlético de Madrid.

Noticias relacionadas

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto