Toché es un hombre de JIM (Juan Ignacio Martínez). Así lo ha manifestado en varias ocasiones y así lo demostró el otro día cuando, tras su soberbio tanto Tochetazo endosado al Granada, corrió al banquillo a abrazarse con el técnico del FC Cartagena, con la intención -en opinión de muchos- de reinvindicar su trabajo ante los que lo han venido censurando en las últimas semanas.
Pero Toché acaba contrato en junio. No sólo Toché sino también una serie de jugadores que, en condiciones normales, deben ser los que con su entrega y compromiso, mantengan al Cartagena alejado de los puestos de peligro, quién sabe si con posibilidades de encaramarse, incluso, a los de play off.
La cuestión es a qué está esperando el club para ofrecerles la renovación a ese ramillete de futbolistas. Bien está que quieran apurarse los plazos para ver si consigue uno una rebaja interesante. Aquí cada uno vela por lo suyo. Sin embargo no parece juicioso arriesgarse tanto y plantarnos en enero, fecha en la que los jugadores pueden firmar por otros clubes, con este asunto todavía por dilucidarse.
Porque si Toché, o cualquier otro, ya ha firmado en otro club para cuando el FC Cartagena vaya a tocar a su puerta, es dudoso que, a pesar de su innegable profesionalidad, vaya a jugarse la pierna durante la segunda parte del campeonato arriesgando, de este modo, el que, a buen seguro, será el contrato más interesante de su vida deportiva.
No es un problema, como digo, de ser más o menos profesional. Es un problema de que todos somos humanos y como el Cartagena no ande un poco más listo, puede plantarse en la segunda vuelta con una plantilla que, entre cedidos y gente que ya esté comprometida con otros clubes, tenga pocos incentivos para partirse el pecho y comprometer su futuro inmediato.