Todo fluye o deja de fluir en el momento en el que el balón decide si entra o sale. Todo estado de ánimo depende de que los tres puntos al final de los noventa minutos se queden o se marchen. Toda cuestión se esfuma o persigue en el instante que el colegiado señala el final y el triunfo o la derrota dictan sentencia. El Nástic se vistió en Tarragona de su rival. Sí, por una vez fue él quien llegó en un par de ocasiones y fulminó al enemigo. En un ambiente poco habitual en los partidos de la categoría de plata, asaltó el Heliodoro para sumar tres puntos balsámicos ante un rival directo como es el Tenerife y, de golpe o porrazo, en Tarragona todo empieza a fluir bajo un estado de ánimo optimista en el que ya no se cuestiona la continuidad del entrenador.

Porque una de las cosas que reclamaba el arriba firmante era la prolongación de la confianza sobre Luis César. Un entrenador con sus virtudes y sus defectos, pero con sólo un ‘pero’ desde que arrancó el ejercicio: la ausencia de buenos resultados o, traducido, la escasez de puntos que situaban al Nástic al borde del abismo. El Tenerife, que venía de ganar su primer envite, en un escenario que albergó la mejor entrada de la jornada en la Liga Adelante, con la confianza por bandera, vio como el equipo grana se aprovechaba de algún que otro fallo defensivo de su equipo y cómo Morán se sacaba de la manga un zambombazo que si bien enturbió el ambiente en Tenerife, sirvió para devolver la moral perdida a un conjunto caracterizado por su buen trato con el balón.

Eso sí, los tres puntos de poco servirán si no se aprovecha el calendario que se viene. El sábado, en el Nou Estadi, duelo ante el Elche, un cuadro situado en la mitad de la tabla y que, de ganar, y dependiendo del resto de resultados, podría hacerle salir de los puestos de descenso directo a Segunda B. Y luego, otra vez en casa, los de Luis César reciben al Huesca, como el Tenerife, un rival directo ahora mismo en la pelea por salir del pozo. Sumando esos seis puntos, el triunfo a domicilio logrado el domingo valdría su peso en oro. De no ser así, se reabrirían debates innecesarios que no hacen más que desestabilizar al club y a la plantilla y, que a la postre, suelen escombros de la realidad.