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María José Carmona

No solo Facebook

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Hace unos meses su nombre nos habría resultado indiferente pero desde que el pasado octubre se estrenase en los cines “La red social”, ríos de tinta han corrido sobre el controvertido y asombroso personaje de Mark Zuckerberg,

Y es que no puede dejar de sorprendernos al común de los mortales cómo un chaval de 20 años llegase a crear (mal que nos pese a muchos) uno de los inventos más revolucionarios del siglo XXI convirtiéndose en la cabeza visible de un emporio empresarial cuantificado en miles y miles de millones de dólares.

No obstante buceando en Internet es fácil encontrar otros ejemplos de mentes inquietas que han sabido valerse de las posibilidades que ofrece la Red para crear nuevos canales de comunicación entre las personas. Es el caso de Ron Hombaker. De momento otro nombre indiferente pero quien sabe si dentro de unos años no veremos a otro joven actor de Hollywood haciendo de él en la gran pantalla. Aunque es cierto que su invento, a pesar de ser una buena demostración de originalidad e ingenio, no ha conseguido el éxito y la popularidad de Facebook, cada vez tiene más adeptos en todo el mundo.

Ron Hombaker es el inspirador del fenómeno Bookcrossing, un sistema de intercambio de libros a nivel global que va camino de convertirse una nueva forma de red social. Todo empezó en el año 2001 cuando Hombaker, socio de una compañía de software y desarrollo por Internet con sede en Kansas City, se propone crear una comunidad en Internet que fuera realmente única. Inspirándose en sitios como Phototag.org, que sigue la pista a cámaras desechables que se dejan perdidas por el planeta, y en WheresGeorge.com, un buscador de billetes estadounidenses a través del número de serie, se preguntó qué otra cosa le gustaría a la gente seguirle la pista. Entonces echó un vistazo a la estantería de su cuarto y Voila! Allí estaba la respuesta, libros. Después de todo, eran más que objetos tangibles, pues también contienen elementos de apego emocional, suscitan todo tipo de debates y opiniones y sobre todo pueden ser compartidos.

En cuestión de un mes la idea se fue perfilando hasta la creación del site Bookcrossing.com, una plataforma on line para vertebrar la práctica de dejar libros en lugares públicos para que otros lectores los encuentren. El sistema se basa en tres erres: Read (Lee) un buen libro, Register (Regístralo) en la web indicando un número de identificación y Release (Libéralo). Para que funcione bien la persona que lo encuentre (en un parque, en una cafetería, en una cabina de teléfono…) deberá notificarlo en la página y de este modo se podrá seguir el camino y las manos por las que va pasando el ejemplar por lo largo y ancho del mundo. Aunque no parezca un sistema demasiado fácil esta particular “caza del libro” cada vez está más extendida, basta decir que la página ha pasado de crecer a un ritmo de unos 100 miembros al mes a registrar a día de hoy cerca de 900.000 “BookCrossers”, los cuales han puesto en circulación más de seis millones de libros en 132 países.

Aparte de lo divertido de liberar libros de nuestra estantería y dejarlos a la deriva, la clave del éxito de Bookcrossing está, como en otras redes sociales, en las posibilidades de contacto con otras personas. Y es que al final de todo, los libros no son más que la excusa para que los usuarios den sus opiniones sobre ellos, hablen sobre sus gustos literarios y lo más importante, conozcan los de otras personas probablemente afines. La clave está en la creación de comunidades de personas movidas por intereses comunes.

Como en Facebook, cada persona registrada tiene su perfil, donde puede consultarse cualquier dato que quiera ofrecer, los libros que ha leído, los que le gustaría leer… La página ofrece la posibilidad de enviar mensajes privados de miembro a miembro o participar en foros y chats. También se organizan desde Bookcrossing.com “quedadas o Meets up”para reunir cada cierto tiempo a amantes de la literatura de una misma ciudad o provincia para que puedan conocerse en persona. Estos son los verdaderos atractivos que están haciendo crecer a día de hoy a esta página a un ritmo de 350 usuarios al día.

Es un hecho. Parece claro que en el siglo XXI, el siglo de las libertades, de la aldea global, de la destrucción de las fronteras, de los viajes Erasmus no podemos relacionarnos si no es con una pantalla por delante. No obstante, dentro de lo malo, siempre será mejor utilizar esta nueva y casi obligada forma de comunicación para intercambiar opiniones sobre literatura que para opinar sobre señoras que se ponen bolsas de plástico en la cabeza cuando llueve.

No solo Facebook

María José Carmona
María José Carmona
miércoles, 10 de noviembre de 2010, 12:15 h (CET)
Hace unos meses su nombre nos habría resultado indiferente pero desde que el pasado octubre se estrenase en los cines “La red social”, ríos de tinta han corrido sobre el controvertido y asombroso personaje de Mark Zuckerberg,

Y es que no puede dejar de sorprendernos al común de los mortales cómo un chaval de 20 años llegase a crear (mal que nos pese a muchos) uno de los inventos más revolucionarios del siglo XXI convirtiéndose en la cabeza visible de un emporio empresarial cuantificado en miles y miles de millones de dólares.

No obstante buceando en Internet es fácil encontrar otros ejemplos de mentes inquietas que han sabido valerse de las posibilidades que ofrece la Red para crear nuevos canales de comunicación entre las personas. Es el caso de Ron Hombaker. De momento otro nombre indiferente pero quien sabe si dentro de unos años no veremos a otro joven actor de Hollywood haciendo de él en la gran pantalla. Aunque es cierto que su invento, a pesar de ser una buena demostración de originalidad e ingenio, no ha conseguido el éxito y la popularidad de Facebook, cada vez tiene más adeptos en todo el mundo.

Ron Hombaker es el inspirador del fenómeno Bookcrossing, un sistema de intercambio de libros a nivel global que va camino de convertirse una nueva forma de red social. Todo empezó en el año 2001 cuando Hombaker, socio de una compañía de software y desarrollo por Internet con sede en Kansas City, se propone crear una comunidad en Internet que fuera realmente única. Inspirándose en sitios como Phototag.org, que sigue la pista a cámaras desechables que se dejan perdidas por el planeta, y en WheresGeorge.com, un buscador de billetes estadounidenses a través del número de serie, se preguntó qué otra cosa le gustaría a la gente seguirle la pista. Entonces echó un vistazo a la estantería de su cuarto y Voila! Allí estaba la respuesta, libros. Después de todo, eran más que objetos tangibles, pues también contienen elementos de apego emocional, suscitan todo tipo de debates y opiniones y sobre todo pueden ser compartidos.

En cuestión de un mes la idea se fue perfilando hasta la creación del site Bookcrossing.com, una plataforma on line para vertebrar la práctica de dejar libros en lugares públicos para que otros lectores los encuentren. El sistema se basa en tres erres: Read (Lee) un buen libro, Register (Regístralo) en la web indicando un número de identificación y Release (Libéralo). Para que funcione bien la persona que lo encuentre (en un parque, en una cafetería, en una cabina de teléfono…) deberá notificarlo en la página y de este modo se podrá seguir el camino y las manos por las que va pasando el ejemplar por lo largo y ancho del mundo. Aunque no parezca un sistema demasiado fácil esta particular “caza del libro” cada vez está más extendida, basta decir que la página ha pasado de crecer a un ritmo de unos 100 miembros al mes a registrar a día de hoy cerca de 900.000 “BookCrossers”, los cuales han puesto en circulación más de seis millones de libros en 132 países.

Aparte de lo divertido de liberar libros de nuestra estantería y dejarlos a la deriva, la clave del éxito de Bookcrossing está, como en otras redes sociales, en las posibilidades de contacto con otras personas. Y es que al final de todo, los libros no son más que la excusa para que los usuarios den sus opiniones sobre ellos, hablen sobre sus gustos literarios y lo más importante, conozcan los de otras personas probablemente afines. La clave está en la creación de comunidades de personas movidas por intereses comunes.

Como en Facebook, cada persona registrada tiene su perfil, donde puede consultarse cualquier dato que quiera ofrecer, los libros que ha leído, los que le gustaría leer… La página ofrece la posibilidad de enviar mensajes privados de miembro a miembro o participar en foros y chats. También se organizan desde Bookcrossing.com “quedadas o Meets up”para reunir cada cierto tiempo a amantes de la literatura de una misma ciudad o provincia para que puedan conocerse en persona. Estos son los verdaderos atractivos que están haciendo crecer a día de hoy a esta página a un ritmo de 350 usuarios al día.

Es un hecho. Parece claro que en el siglo XXI, el siglo de las libertades, de la aldea global, de la destrucción de las fronteras, de los viajes Erasmus no podemos relacionarnos si no es con una pantalla por delante. No obstante, dentro de lo malo, siempre será mejor utilizar esta nueva y casi obligada forma de comunicación para intercambiar opiniones sobre literatura que para opinar sobre señoras que se ponen bolsas de plástico en la cabeza cuando llueve.

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