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Andrés Ramos

La encrucijada de Red Bull

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El circuito de Yas Marina de Abu Dhabi dictará sentencia este fin de semana en la lucha por el Mundial de Fórmula 1. Fernando Alonso, Mark Webber y Sebastian Vettel se juegan el título en un apretado y emocionante final, en el que la ligera ventaja numérica favorable al asturiano queda neutralizada por la superioridad mecánica de sus dos contendientes. Sin embargo, paradójicamente, Alonso y Ferrari podrían tener un aliado en su rival, en el equipo Red Bull, o, para ser más exactos, en las dudas y falta de concreción que arrastran los de la bebida energética.

Y es que Red Bull se encuentra en una encrucijada. Una embarazosa situación en la que se han ido metiendo poco a poco ellos mismos. Tienen el coche más rápido, como demuestra el hecho de que a falta de una carrera ya se han adjudicado el campeonato de constructores. No obstante, sus extrañas decisiones pueden acabar privándoles del doblete. A esta situación, el conjunto austriaco ha llegado por dos motivos. Por un lado, su líder natural al comienzo de año y niño bonito del equipo, Vettel, se ha visto superado por el experimentado y fiel escudero Webber para sorpresa de los propios miembros de una escudería que no ha sido capaz de asumir durante toda la campaña ese cambio en el guión previsto. El no apostar decididamente por el australiano ha puesto en riesgo un título que se empeñan en poner en bandeja a Alonso, méritos propios del asturiano por descontado.

Por otro lado, Red Bull es esclavo de sus palabras. Cuando Ferrari tiró de órdenes de equipo allá por julio en Hockenheim, obligando a Massa a dejarse adelantar por Alonso en una maniobra que, dicho sea de paso, bien podría haberse hecho de una manera menos evidente (“Alonso es más rápido que tú, ¿lo has entendido Massa?. Bien hecho, chico”), los de la bebida energética, junto a McLaren, pusieron el grito en el cielo, acusando a la ‘Scuderia’ de ir en contra del espíritu de la competición y erigiéndose en adalides del juego limpio.

Para empezar, en un deporte en el que dos pilotos ‘juegan’ para una misma estructura, resulta absurdo, ilógico y un auténtico disparate que estén prohibidas las órdenes de equipo. ¿Se imaginan que en el ciclismo, el director no pudiera parar al gregario que va escapado para que esperara a su líder?. Pero, además, esto es algo que, de una manera más o menos encubierta, hacen todas las escuderías cuando la situación así lo requiere.

Esas críticas a la polémica artimaña de Ferrari en Alemania pesan ahora como una losa sobre la conciencia de los austriacos, a los que no les queda más remedio que apechugar con su hipócrita postura. Por ello, desde que el ‘gran circo’ abandonó Brasil se están hartando de proclamar que ellos no manipulan las carreras como en Maranello y que serán los propios pilotos los que decidan el domingo si quieren ayudar a su compañero. La demagogia parece mayor cuando todo el mundo tiene claro que si la situación fuese a la inversa, es decir, Vettel fuera el que contara con más opciones al título, ya desde hace tiempo Christian Horner y los suyos se hubieran encargado de promocionar al alemán en detrimento de Webber.

En todo caso, el asunto tiene aún más miga y la pose de dejar hacer a sus pilotos, que guardan entre ellos una relación gélida, puede acabar en desastre. Imagínense una situación de carrera igual a la de Interlagos. Vettel, primero, Webber, segundo y Alonso, tercero. De acabar así, el asturiano se convertiría en tricampeón del mundo, por lo que parece previsible que el teutón dejaría pasar a su compañero, al que la primera plaza sí le serviría entonces para proclamarse campeón. Sin embargo, sin mediar órdenes de equipo, Vettel, por iniciativa propia, no querrá ceder su posición a Webber hasta casi la última curva, ya que si la mecánica del F10 jugara una mala pasada a última hora a Alonso, el alemán siendo primero sería el vencedor del Mundial, por delante del ‘aussie’.

Por todo, ni yo ni nadie se cree que Red Bull no intervenga para parar a Vettel de darse esa no tan descabellada situación. Pero, ¿cómo lo harían? y ¿cómo justificarían entonces esa maniobra después de todo lo que han dicho de Ferrari?. Está claro que la mala administración del liderazgo que han llevado a cabo durante todo el curso puede pasarles factura y que igual acaban arrepintiéndose de la ‘imparcialidad’ y ‘ecuanimidad’ de la que hicieron gala en Brasil. Mientras, Alonso, que de su paso por McLaren sabe de este asunto un rato, se frota las manos, sabedor de que cuenta con un monoplaza inferior en la pista y sobre todo en clasificación, pero con un equipo que tiene clara su apuesta y que no va de farol.

La encrucijada de Red Bull

Andrés Ramos
Andrés  Ramos
miércoles, 10 de noviembre de 2010, 08:46 h (CET)
El circuito de Yas Marina de Abu Dhabi dictará sentencia este fin de semana en la lucha por el Mundial de Fórmula 1. Fernando Alonso, Mark Webber y Sebastian Vettel se juegan el título en un apretado y emocionante final, en el que la ligera ventaja numérica favorable al asturiano queda neutralizada por la superioridad mecánica de sus dos contendientes. Sin embargo, paradójicamente, Alonso y Ferrari podrían tener un aliado en su rival, en el equipo Red Bull, o, para ser más exactos, en las dudas y falta de concreción que arrastran los de la bebida energética.

Y es que Red Bull se encuentra en una encrucijada. Una embarazosa situación en la que se han ido metiendo poco a poco ellos mismos. Tienen el coche más rápido, como demuestra el hecho de que a falta de una carrera ya se han adjudicado el campeonato de constructores. No obstante, sus extrañas decisiones pueden acabar privándoles del doblete. A esta situación, el conjunto austriaco ha llegado por dos motivos. Por un lado, su líder natural al comienzo de año y niño bonito del equipo, Vettel, se ha visto superado por el experimentado y fiel escudero Webber para sorpresa de los propios miembros de una escudería que no ha sido capaz de asumir durante toda la campaña ese cambio en el guión previsto. El no apostar decididamente por el australiano ha puesto en riesgo un título que se empeñan en poner en bandeja a Alonso, méritos propios del asturiano por descontado.

Por otro lado, Red Bull es esclavo de sus palabras. Cuando Ferrari tiró de órdenes de equipo allá por julio en Hockenheim, obligando a Massa a dejarse adelantar por Alonso en una maniobra que, dicho sea de paso, bien podría haberse hecho de una manera menos evidente (“Alonso es más rápido que tú, ¿lo has entendido Massa?. Bien hecho, chico”), los de la bebida energética, junto a McLaren, pusieron el grito en el cielo, acusando a la ‘Scuderia’ de ir en contra del espíritu de la competición y erigiéndose en adalides del juego limpio.

Para empezar, en un deporte en el que dos pilotos ‘juegan’ para una misma estructura, resulta absurdo, ilógico y un auténtico disparate que estén prohibidas las órdenes de equipo. ¿Se imaginan que en el ciclismo, el director no pudiera parar al gregario que va escapado para que esperara a su líder?. Pero, además, esto es algo que, de una manera más o menos encubierta, hacen todas las escuderías cuando la situación así lo requiere.

Esas críticas a la polémica artimaña de Ferrari en Alemania pesan ahora como una losa sobre la conciencia de los austriacos, a los que no les queda más remedio que apechugar con su hipócrita postura. Por ello, desde que el ‘gran circo’ abandonó Brasil se están hartando de proclamar que ellos no manipulan las carreras como en Maranello y que serán los propios pilotos los que decidan el domingo si quieren ayudar a su compañero. La demagogia parece mayor cuando todo el mundo tiene claro que si la situación fuese a la inversa, es decir, Vettel fuera el que contara con más opciones al título, ya desde hace tiempo Christian Horner y los suyos se hubieran encargado de promocionar al alemán en detrimento de Webber.

En todo caso, el asunto tiene aún más miga y la pose de dejar hacer a sus pilotos, que guardan entre ellos una relación gélida, puede acabar en desastre. Imagínense una situación de carrera igual a la de Interlagos. Vettel, primero, Webber, segundo y Alonso, tercero. De acabar así, el asturiano se convertiría en tricampeón del mundo, por lo que parece previsible que el teutón dejaría pasar a su compañero, al que la primera plaza sí le serviría entonces para proclamarse campeón. Sin embargo, sin mediar órdenes de equipo, Vettel, por iniciativa propia, no querrá ceder su posición a Webber hasta casi la última curva, ya que si la mecánica del F10 jugara una mala pasada a última hora a Alonso, el alemán siendo primero sería el vencedor del Mundial, por delante del ‘aussie’.

Por todo, ni yo ni nadie se cree que Red Bull no intervenga para parar a Vettel de darse esa no tan descabellada situación. Pero, ¿cómo lo harían? y ¿cómo justificarían entonces esa maniobra después de todo lo que han dicho de Ferrari?. Está claro que la mala administración del liderazgo que han llevado a cabo durante todo el curso puede pasarles factura y que igual acaban arrepintiéndose de la ‘imparcialidad’ y ‘ecuanimidad’ de la que hicieron gala en Brasil. Mientras, Alonso, que de su paso por McLaren sabe de este asunto un rato, se frota las manos, sabedor de que cuenta con un monoplaza inferior en la pista y sobre todo en clasificación, pero con un equipo que tiene clara su apuesta y que no va de farol.

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