En los últimos cinco partidos, el equipo sólo ha conseguido dos puntos. La tan admirada férrea defensa alicantina hace aguas: doce goles encajados en ese intervalo. Como visitante, sólo ha ganado el ya lejano encuentro en el Camp Nou. El llamado a ser equipo revelación está empezando a tener serios apuros para solventar sus partidos.
Hablábamos la semana pasada que ahora empezaba la verdadera Liga, la de los humildes, pero lo cierto es que en Pamplona se perdió por 3-0 (el mismo resultado que en la cancha del Getafe hace algunas jornadas) y la imagen que dio el equipo es preocupante. Porque no es la primera vez fuera de casa.
Esteban Vigo ha recalcado que los despistes que sufre el equipo, sobre todo a balón parado, no pueden permitirse en Primera División. Y en la afición colea un miedo que se hace real jornada tras jornada: el banquillo no es competitivo. Cuando Valdez o Trezeguet no pueden jugar, ni Rufete, Tote o Sendoa –muy limitados físicamente por edad-, ni Kiko –por sus problemas de ansiedad- ni Portillo están aprovechando sus oportunidades. Con los dos cracks en la delantera, el equipo da una imagen competitiva; sin ellos, la mediocridad se adueña del juego.
Lo cierto es que el Hércules se ha quedado a sólo un punto del descenso con la consabida presión de escapar de esos puestos en los siguientes partidos. El mundo real ha vuelto a Alicante y la lucha por el descenso tendrá la presión añadida de no caer más abajo. El público ahora, tiene la última palabra: tiene que apoyar al equipo contra esos equipos igual que lo hizo contra los grandes.
Enrique Ortiz deja su protagonismo en el club
Esta semana, el máximo accionista del Hércules, Enrique Ortiz, ha declarado que su intención es que el próximo 23 de noviembre el 80 % de las acciones del club pasen a manos de la Fundación. Como han hecho otros equipos de Primera, el constructor ve así cumplida su etapa y cederá el protagonismo a algún hombre fuerte de la ciudad. Los méritos de Ortiz son innegables: cogió el equipo en Segunda B, al borde de la desaparición o el descenso por deudas, y lo deja en uno de los mejores momentos de su historia.