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Kathelin Parker

Van diez mil mujeres

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NUEVA YORK - El icónico "Soy mujer, escúcheme rugir" de Helen Reddy es más dado a despertar adulación que escalofríos en estos tiempos - más himno cómico del histrionismo de la quema del sostén que banda sonora de un movimiento serio destinado a lograr mayor igualdad.

Pero cuando esos mismos sentimientos son manifestados por una joven afgana llamada Fátima, que ha creado su propia constructora en mitad de la guerra, la corrupción y una cultura que a duras penas tolera a la mujer, una se inclina más por el escalofrío.

"Todas las mañanas me planto delante del espejo y digo, 'Soy una mujer y soy poderosa'", decía durante un almuerzo celebrado aquí. Ofrecido por la fundadora del Daily Beast Tina Brown, el almuerzo se celebraba en honor a cuatro mujeres afganas, incluyendo a Fátima, que son recién licenciadas del programa empresarial "10.000 Mujeres" de Goldman Sachs.

El mantra ejemplo del espejo de Fátima es una de las cosas que dice aprendió de su profesora. "Descubrí - que no hay diferencia entre mi hermano y yo".

Sentada en una de las diversas mesas del almuerzo, admirando a estas mujeres y escuchando sus historias, era inevitable pensar en lo surrealista que esto - su primer viaje a Estados Unidos - debe de haber sido para ellas. Sus cabezas cubiertas y sus rostros sin rastro de maquillaje, empleaban un tono bajo pero imponían.

El éxito tiene empaque propio.

Estas mujeres tienen, de hecho, éxito extraordinario dadas las circunstancias, incluyendo la necesidad de usar sólo sus nombres de pila para proteger sus identidades. No hace falta decir que no todo el mundo en Afganistán se siente orgulloso de sus logros. La seguridad sigue siendo un reto enorme. Fátima y las demás han tenido que emplear varones a menudo para hacer el trabajo "de campo" y hacer contactos, o tener un hombre a mano al menos siempre que se aventuran fuera.

Masuda, otra licenciada del programa de Goldman Sachs que tiene un negocio de encurtidos, decía que todas sus empleadas trabajan en casa y son analfabetas. Da trabajo a 23 personas, mujeres 20 de ellas.

Fátima abrió su empresa con sólo 15 años. Ahora tiene 23 años, da trabajo a 76 ingenieros y peones de la construcción, trabajando para ayudar a reconstruir las infraestructuras de su país.

A pesar de que abrió su negocio mucho antes de que Goldman Sachs apareciera en escena, no tenía ninguna actividad ni habilidades de marketing.

No es frecuente en estos tiempos terminar hablando elogiosamente de Goldman Sachs. Pero el programa "10.000 Mujeres" de la entidad bancaria ofrece esperanza en estos tiempos oscuros.

Iniciado en 2008, el filantrópico programa es una iniciativa a cinco años que pretende promover el cambio social a través de la participación económica de la mujer. Hasta el momento ha llegado a 2.000 mujeres en más de 20 países, Afganistán, Brasil, China, Egipto, la India, Ruanda y Estados Unidos entre ellos.

La idea es que la creación de una mano de obra femenina es clave para el crecimiento económico a largo plazo. Esto parece de sentido común más que teoría económica avanzada, pero ese destello anda escaso en los países subdesarrollados castigados por la guerra o donde las mujeres son tratadas a menudo como seres infrahumanos.

A veces necesitamos de la investigación científica para impulsar la más simple de las nociones. Los estudios para el programa demostraron que invertir en las mujeres beneficiaría a la raza humana a través del fenómeno de la ampliación de la masa monetaria. No sólo conduciría la educación a que hubiera más mano de obra para las empresas y más recaudación fiscal (la idea de fondo siempre, ¿eh? ), sino que más mujeres prósperas conduciría a familias con mejor formación y salud, seguidas de comunidades y países más prósperos.

No es asunto de revelación sorprendente. Pero lo que sea. Si la columna de réditos de un balance significa que las mujeres no son liquidadas en la plaza pública, habrá sido un trabajo estupendo.

Parte de la misión de Goldman Sachs es crear alianzas globales entre escuelas de empresariales para mejorar la formación empresarial. Hoy, más de 30 centros destacados de empresariales, incluyendo siete de los 10 punteros, participan. El programa se coordina localmente a través de una red de agencias no gubernamentales e instituciones académicas.

Escuchando a Fátima, a Masuda, Malalai y otra Fátima, me sorprende su humildad, pero sobre todo su valentía. Ni una sola vez en mi concurrido día a día tengo que preocuparme por mi seguridad mientras realizo las tareas propias de una jornada laboral normal.

He conocido a numerosas afganas el último año a través de diversas organizaciones que trabajan para ayudarlas, y cada vez dicen lo mismo. Esta vez no es diferente: No nos compadezcáis. Pero no os olvidéis de nosotras.

No podríamos...

Van diez mil mujeres

Kathelin Parker
Kathleen Parker
martes, 9 de noviembre de 2010, 08:05 h (CET)
NUEVA YORK - El icónico "Soy mujer, escúcheme rugir" de Helen Reddy es más dado a despertar adulación que escalofríos en estos tiempos - más himno cómico del histrionismo de la quema del sostén que banda sonora de un movimiento serio destinado a lograr mayor igualdad.

Pero cuando esos mismos sentimientos son manifestados por una joven afgana llamada Fátima, que ha creado su propia constructora en mitad de la guerra, la corrupción y una cultura que a duras penas tolera a la mujer, una se inclina más por el escalofrío.

"Todas las mañanas me planto delante del espejo y digo, 'Soy una mujer y soy poderosa'", decía durante un almuerzo celebrado aquí. Ofrecido por la fundadora del Daily Beast Tina Brown, el almuerzo se celebraba en honor a cuatro mujeres afganas, incluyendo a Fátima, que son recién licenciadas del programa empresarial "10.000 Mujeres" de Goldman Sachs.

El mantra ejemplo del espejo de Fátima es una de las cosas que dice aprendió de su profesora. "Descubrí - que no hay diferencia entre mi hermano y yo".

Sentada en una de las diversas mesas del almuerzo, admirando a estas mujeres y escuchando sus historias, era inevitable pensar en lo surrealista que esto - su primer viaje a Estados Unidos - debe de haber sido para ellas. Sus cabezas cubiertas y sus rostros sin rastro de maquillaje, empleaban un tono bajo pero imponían.

El éxito tiene empaque propio.

Estas mujeres tienen, de hecho, éxito extraordinario dadas las circunstancias, incluyendo la necesidad de usar sólo sus nombres de pila para proteger sus identidades. No hace falta decir que no todo el mundo en Afganistán se siente orgulloso de sus logros. La seguridad sigue siendo un reto enorme. Fátima y las demás han tenido que emplear varones a menudo para hacer el trabajo "de campo" y hacer contactos, o tener un hombre a mano al menos siempre que se aventuran fuera.

Masuda, otra licenciada del programa de Goldman Sachs que tiene un negocio de encurtidos, decía que todas sus empleadas trabajan en casa y son analfabetas. Da trabajo a 23 personas, mujeres 20 de ellas.

Fátima abrió su empresa con sólo 15 años. Ahora tiene 23 años, da trabajo a 76 ingenieros y peones de la construcción, trabajando para ayudar a reconstruir las infraestructuras de su país.

A pesar de que abrió su negocio mucho antes de que Goldman Sachs apareciera en escena, no tenía ninguna actividad ni habilidades de marketing.

No es frecuente en estos tiempos terminar hablando elogiosamente de Goldman Sachs. Pero el programa "10.000 Mujeres" de la entidad bancaria ofrece esperanza en estos tiempos oscuros.

Iniciado en 2008, el filantrópico programa es una iniciativa a cinco años que pretende promover el cambio social a través de la participación económica de la mujer. Hasta el momento ha llegado a 2.000 mujeres en más de 20 países, Afganistán, Brasil, China, Egipto, la India, Ruanda y Estados Unidos entre ellos.

La idea es que la creación de una mano de obra femenina es clave para el crecimiento económico a largo plazo. Esto parece de sentido común más que teoría económica avanzada, pero ese destello anda escaso en los países subdesarrollados castigados por la guerra o donde las mujeres son tratadas a menudo como seres infrahumanos.

A veces necesitamos de la investigación científica para impulsar la más simple de las nociones. Los estudios para el programa demostraron que invertir en las mujeres beneficiaría a la raza humana a través del fenómeno de la ampliación de la masa monetaria. No sólo conduciría la educación a que hubiera más mano de obra para las empresas y más recaudación fiscal (la idea de fondo siempre, ¿eh? ), sino que más mujeres prósperas conduciría a familias con mejor formación y salud, seguidas de comunidades y países más prósperos.

No es asunto de revelación sorprendente. Pero lo que sea. Si la columna de réditos de un balance significa que las mujeres no son liquidadas en la plaza pública, habrá sido un trabajo estupendo.

Parte de la misión de Goldman Sachs es crear alianzas globales entre escuelas de empresariales para mejorar la formación empresarial. Hoy, más de 30 centros destacados de empresariales, incluyendo siete de los 10 punteros, participan. El programa se coordina localmente a través de una red de agencias no gubernamentales e instituciones académicas.

Escuchando a Fátima, a Masuda, Malalai y otra Fátima, me sorprende su humildad, pero sobre todo su valentía. Ni una sola vez en mi concurrido día a día tengo que preocuparme por mi seguridad mientras realizo las tareas propias de una jornada laboral normal.

He conocido a numerosas afganas el último año a través de diversas organizaciones que trabajan para ayudarlas, y cada vez dicen lo mismo. Esta vez no es diferente: No nos compadezcáis. Pero no os olvidéis de nosotras.

No podríamos...

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