El domingo, envuelta en el lujo y la fastuosidad que se esperaba, se emitió la gala de los MTV Europe Music Awards desde la Caja Mágica de Madrid. La versión española de la popular cadena musical esperaba resarcirse con este evento de los mediocres resultados de audiencia que ha obtenido desde que se pasó a la TDT. Su decepción ha debido ser mayúscula, porque la gala tan sólo alcanzó un raquítico 1,6% de share (poco más de 300.000 espectadores), lo que, a su lado, convierte a cualquier programa de la 2 en un éxito clamoroso. Que la capital de nuestro país acogiera el acontecimiento, con todo el despliegue técnico y humano que supone, no debió resultar suficiente reclamo para una audiencia que optó por pasar olímpicamente para ver sus programas favoritos (que levante la mano el que prefirió ver “Aída” o “Doctor Mateo” antes que esto).
Si la gala fue un fiasco en lo que se refiere a audiencia, no puede decirse que le fuera mejor en lo musical, que al final es de lo que se trata. Echando un vistazo a los principales premiados (Lady Gaga, Kesha, Justin Bieber, Linkin Park…) y teniendo en cuenta a algunos de los perdedores (Muse, Kings of Leon, Gorillaz…), es como para preguntarse si la industria musical está tan mal como parece. Puedo entender que a Lady Gaga le caiga un carromato de estatuillas, al fin y al cabo es indiscutible que ella es el mayor fenómeno del pop actual, pero que, por poner un ejemplo, Linkin Park se lleve el premio al mejor directo frente a grupos como Muse o Bon Jovi es de juzgado de guardia. Y ojo, que nadie me malinterprete, no estoy juzgando la calidad musical de Linkin Park, que podrán gustar más o menos, pero es que no hay color cuando se tiene delante a bandas con un poderío escénico como el de Matthew Bellamy y los suyos. También tuvo bastante delito que el galardón al mejor artista español recayera en Enrique Iglesias ¿De verdad no hay mejores artistas en este país? Pégale una patada a una piedra y el primero que salga con voz medio entonada dejaría en la cuneta a Enriquito sin despeinarse.
De todos modos, tampoco quiero meterme a opinar en exceso sobre el tema, porque estoy seguro que la joven muchachada, público objetivo del canal, estará más que satisfecha con este palmarés de artistas comerciales de radiofórmula. Pasemos a analizar, pues, el evento en sí. Más que una entrega de premios, aquello pareció un desfile de famoseo y gente guay. De hecho, yo diría que, a la hora de entregar los galardones, se tuvo más en cuenta esto último que cuestiones puramente musicales. Viendo la ceremonia, en más de una ocasión se me olvidó que la excusa de toda aquella parafernalia era la de repartir unos premios, y más bien tuve la impresión de estar ante la versión juvenil de “Noche de Fiesta” que José Luis Moreno hubiera hecho si le hubieran dado un cheque en blanco como presupuesto.
Pasarán a la historia de la vergüenza ajena televisiva momentos como el del desnudo integral del enano de “Jackass” o la aparición de Eva Longoria con un supuesto disfraz de jamón ibérico. También olió bastante el excesivo peloteo a la ciudad anfitriona (especialmente en el backstage de la emisión en Internet), con constantes alusiones a lo bien que se come aquí y a la belleza de ese marco incomparable que es la Puerta de Alcalá. Por lo menos, y ya que a MTV España no le ha valido para remontar el vuelo, se puede decir que la gala sí que ha servido como un estupendo reclamo turístico para guiris.
En definitiva, los EMA 2010 han vuelto a probar que su credibilidad como entrega de premios a lo mejor del panorama musical del año es nula. Ahora, si lo que pretendían era premiar a los artistas más guaperas y más cool, entonces siguen yendo por el buen camino.