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Estefanía Jiménez

Una divertida lección de religión en “Cordero”

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La casualidad muchas veces nos reporta cosas buenas, un toque de atención que nos saca de la ceguera con la que realizamos nuestra rutina. Y gracias a esa casualidad llegó a mis manos “Cordero” de Christopher Moore, simplemente porque quien me entregó el libro (uno de esos periodistas que reciben tantos ejemplares que no pueden leer ni la mitad) pensó que me haría gracia su portada con un tierno corderito. Y ahora se ha convertido en una grata sorpresa que me estimula a leer otras historias del autor y sentir de nuevo, así, la sonrisa constante en mi rostro.

“Cordero” narra cómo se gesta un nuevo Evangelio, de la mano del ángel Raziel y el mejor amigo de la juventud de Jesús, Levi. Los de arriba creen que ya es hora de que el común de los mortales conozcamos la historia completa del hijo de Dios. Y han estado acertados, porque esta desconocida faceta de Jesús engancha rápidamente.

Levi, conocido en su época como Colleja, y Joshua, llamado actualmente Jesús, se conocieron con seis años de edad. Por eso, Colleja conoce todos los secretos del Mesías, desde su afición a resucitar lagartijas hasta la historia con Magdalena. ¿Jesús jamás pegó a nadie? Que se lo pregunten a su amigo. ¿Se comportaba como un niño normal? Bueno, jugaban a ser rabinos, a representar la historia de Moisés y el faraón, a imaginarse como héroes y villanos...

Y si así era su infancia, cómo sería su adolescencia de celibato... Lo que está claro es que no todo ocurrió como siempre nos han contado, por lo menos según la visión que Moore presenta al lector. El escritor usa el buen humor para acercarnos a este personaje de una forma distinta. Humor sin maldad, sorprendentes ocurrencias, asociaciones divertidas. “Cordero” nos proporciona las carcajadas que necesitamos para dejar a un lado los problemas y el estrés. Y siempre se puede aprender algo de la vida de Jesús o, al menos, recordar con una sonrisa viejas lecciones de religión.

Como he dicho, todo esto con un sarcasmo sano. El propio Moore reconoce que “quería escribir este libro sin atacar la fe de nadie, y sin cuestionar los preceptos espirituales de la identidad de Cristo tal y como se entiende en el Nuevo Testamento”. Para ello, el escritor se documentó al máximo sobre la forma de vida en Israel en el siglo primero. Mientras, pensaba en cuál podía ser su punto de vista. “Necesitaba un tío que fuese testigo de los años perdidos. Necesitaba un tío que no viese a Jesús tanto como un salvador, sino como una persona. Un tío tan insoportable que tuviesen que editar aposta el Nuevo Testamento para que no apareciese. Necesitaba al mejor amigo de Cristo: Colleja”.

Manolito Gafotas (personaje de Elvira Lindo) y el fiel amigo de Jesús tienen algo más en común que ser niños inquietos: sus madres les propinan cada día una colleja porque les viene bien. Bien pensado, tienen eso en común y mucho más, y es que echar la vista atrás siempre nos reconforta. Recordamos aquella inocencia que el tiempo nos hizo perder y sonreímos al comprender que, en el pasado, actuamos de igual forma en muchos casos. Y pensar que alguien tan importante para la historia como el hijo de Dios pudo pasar por los mismos apuros que nosotros, nos divierte. Nos gusta reírnos del mal ajeno, qué le vamos a hacer. A ver si aprendemos algo del Evangelio de Christopher Moore.

Una divertida lección de religión en “Cordero”

Estefanía Jiménez
Estefanía Jiménez Solís
domingo, 7 de noviembre de 2010, 08:41 h (CET)
La casualidad muchas veces nos reporta cosas buenas, un toque de atención que nos saca de la ceguera con la que realizamos nuestra rutina. Y gracias a esa casualidad llegó a mis manos “Cordero” de Christopher Moore, simplemente porque quien me entregó el libro (uno de esos periodistas que reciben tantos ejemplares que no pueden leer ni la mitad) pensó que me haría gracia su portada con un tierno corderito. Y ahora se ha convertido en una grata sorpresa que me estimula a leer otras historias del autor y sentir de nuevo, así, la sonrisa constante en mi rostro.

“Cordero” narra cómo se gesta un nuevo Evangelio, de la mano del ángel Raziel y el mejor amigo de la juventud de Jesús, Levi. Los de arriba creen que ya es hora de que el común de los mortales conozcamos la historia completa del hijo de Dios. Y han estado acertados, porque esta desconocida faceta de Jesús engancha rápidamente.

Levi, conocido en su época como Colleja, y Joshua, llamado actualmente Jesús, se conocieron con seis años de edad. Por eso, Colleja conoce todos los secretos del Mesías, desde su afición a resucitar lagartijas hasta la historia con Magdalena. ¿Jesús jamás pegó a nadie? Que se lo pregunten a su amigo. ¿Se comportaba como un niño normal? Bueno, jugaban a ser rabinos, a representar la historia de Moisés y el faraón, a imaginarse como héroes y villanos...

Y si así era su infancia, cómo sería su adolescencia de celibato... Lo que está claro es que no todo ocurrió como siempre nos han contado, por lo menos según la visión que Moore presenta al lector. El escritor usa el buen humor para acercarnos a este personaje de una forma distinta. Humor sin maldad, sorprendentes ocurrencias, asociaciones divertidas. “Cordero” nos proporciona las carcajadas que necesitamos para dejar a un lado los problemas y el estrés. Y siempre se puede aprender algo de la vida de Jesús o, al menos, recordar con una sonrisa viejas lecciones de religión.

Como he dicho, todo esto con un sarcasmo sano. El propio Moore reconoce que “quería escribir este libro sin atacar la fe de nadie, y sin cuestionar los preceptos espirituales de la identidad de Cristo tal y como se entiende en el Nuevo Testamento”. Para ello, el escritor se documentó al máximo sobre la forma de vida en Israel en el siglo primero. Mientras, pensaba en cuál podía ser su punto de vista. “Necesitaba un tío que fuese testigo de los años perdidos. Necesitaba un tío que no viese a Jesús tanto como un salvador, sino como una persona. Un tío tan insoportable que tuviesen que editar aposta el Nuevo Testamento para que no apareciese. Necesitaba al mejor amigo de Cristo: Colleja”.

Manolito Gafotas (personaje de Elvira Lindo) y el fiel amigo de Jesús tienen algo más en común que ser niños inquietos: sus madres les propinan cada día una colleja porque les viene bien. Bien pensado, tienen eso en común y mucho más, y es que echar la vista atrás siempre nos reconforta. Recordamos aquella inocencia que el tiempo nos hizo perder y sonreímos al comprender que, en el pasado, actuamos de igual forma en muchos casos. Y pensar que alguien tan importante para la historia como el hijo de Dios pudo pasar por los mismos apuros que nosotros, nos divierte. Nos gusta reírnos del mal ajeno, qué le vamos a hacer. A ver si aprendemos algo del Evangelio de Christopher Moore.

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