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Guillermo Navalón

Chanantes en el museo

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Este lunes se estrenó en Neox el esperadísimo retorno de la troupe chanante, “Museo Coconut”. El éxito de audiencia era bastante predecible (se afirma que ha sido el estreno más visto de la historia de Neox, cosa que tampoco tiene demasiado mérito), lo que quizá pocos se esperaban es el palo crítico que se ha llevado. La respuesta negativa de los medios ha sido casi unánime, tanto es así que hasta el propio Joaquín Reyes ha tenido que salir a la palestra para dar explicaciones.

Lo cierto es que antes del estreno sí que había un cierto grado de recelo. Muchos dudaban de que la propuesta humorística de los manchegos pudiera funcionar más allá del formato de sketches al que nos tenían acostumbrados. De entrada, una cierta parte de la audiencia estaba preparada para diseccionar minuciosamente estos dos primeros episodios y no perdonarles un sólo fallo, aunque era totalmente lógico y normal que al ser su primera incursión en el terreno de la sitcom cometieran algún error.

Buena parte de las críticas han ido dirigidas a las supuestas risas enlatadas que adornan cada gag, especialmente porque estas tienden a aparecer en momentos que no son del todo graciosos. Aunque ya se había dicho hasta la saciedad que el programa se graba con público real, Reyes ha tenido que volver a recordarlo y ha mencionado que las risas que se oyen tienen muy poco de enlatadas, ya que pertenecen al público que iba a verlos.

El ser humano suele ser de risa floja cuando está en compañía de sus semejantes, eso es algo de lo que los chanantes no tienen culpa ¿Acaso no nos reímos más y con más fuerza cuando estamos en una sala de cine o en un teatro repleto de gente? Otra cosa distinta es que las susodichas risas enlatadas se estén quedando desfasadas y cada vez nos chirríe más su presencia, cosa que daría para un interesante debate.

En general, los comentarios desfavorables han atacado casi todos los frentes: realización, guión... Sin embargo, parece que hay uno que se ha mantenido firme frente a los envites, y es el que se refiere a las interpretaciones. Todos alaban la vis cómica de Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla, Julián López, Raúl Cimas y Carlos Areces, y no podría estar más de acuerdo. Me encanta que Joaquín haya recuperado el personaje de Onofre de sus años en Paramount Comedy, y no creo que su potencial esté desaprovechado, como afirman algunos. Del mismo modo, Raúl Cimas nos está brindando el que probablemente es su mejor trabajo actoral hasta la fecha con su encarnación de Jaime Walter, el director del museo que da título a esta ficción.

En mi opinión, y aunque reconozco que hay algunos detalles que necesitan ser pulidos, estos dos primeros capítulos me parecieron bastante disfrutables e, incluso, hubo momentos que me parecieron realmente divertidos. No entiendo las críticas, ya que todavía me parece demasiado pronto como para emitir un juicio tajante sobre el conjunto de la serie. Hay que tener en cuenta, como he dicho antes, que esta es la primera vez que los muchachos abordan el género de la sitcom y es lógico pensar que necesitarán un tiempo hasta que lleguen a cogerle el punto. Al margen de esto, todos sabemos que cualquier serie necesita asentarse, necesitamos conocer mejor el contexto y los personajes para poder empezar a disfrutar de verdad de lo que nos están intentando contar.

Yo todavía confío en que este loco museo puede dar mucho de sí. En los próximos episodios sabremos si estamos ante un fiasco o ante una nueva serie de culto.

Chanantes en el museo

Guillermo Navalón
Guillermo Navalón
sábado, 6 de noviembre de 2010, 09:41 h (CET)
Este lunes se estrenó en Neox el esperadísimo retorno de la troupe chanante, “Museo Coconut”. El éxito de audiencia era bastante predecible (se afirma que ha sido el estreno más visto de la historia de Neox, cosa que tampoco tiene demasiado mérito), lo que quizá pocos se esperaban es el palo crítico que se ha llevado. La respuesta negativa de los medios ha sido casi unánime, tanto es así que hasta el propio Joaquín Reyes ha tenido que salir a la palestra para dar explicaciones.

Lo cierto es que antes del estreno sí que había un cierto grado de recelo. Muchos dudaban de que la propuesta humorística de los manchegos pudiera funcionar más allá del formato de sketches al que nos tenían acostumbrados. De entrada, una cierta parte de la audiencia estaba preparada para diseccionar minuciosamente estos dos primeros episodios y no perdonarles un sólo fallo, aunque era totalmente lógico y normal que al ser su primera incursión en el terreno de la sitcom cometieran algún error.

Buena parte de las críticas han ido dirigidas a las supuestas risas enlatadas que adornan cada gag, especialmente porque estas tienden a aparecer en momentos que no son del todo graciosos. Aunque ya se había dicho hasta la saciedad que el programa se graba con público real, Reyes ha tenido que volver a recordarlo y ha mencionado que las risas que se oyen tienen muy poco de enlatadas, ya que pertenecen al público que iba a verlos.

El ser humano suele ser de risa floja cuando está en compañía de sus semejantes, eso es algo de lo que los chanantes no tienen culpa ¿Acaso no nos reímos más y con más fuerza cuando estamos en una sala de cine o en un teatro repleto de gente? Otra cosa distinta es que las susodichas risas enlatadas se estén quedando desfasadas y cada vez nos chirríe más su presencia, cosa que daría para un interesante debate.

En general, los comentarios desfavorables han atacado casi todos los frentes: realización, guión... Sin embargo, parece que hay uno que se ha mantenido firme frente a los envites, y es el que se refiere a las interpretaciones. Todos alaban la vis cómica de Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla, Julián López, Raúl Cimas y Carlos Areces, y no podría estar más de acuerdo. Me encanta que Joaquín haya recuperado el personaje de Onofre de sus años en Paramount Comedy, y no creo que su potencial esté desaprovechado, como afirman algunos. Del mismo modo, Raúl Cimas nos está brindando el que probablemente es su mejor trabajo actoral hasta la fecha con su encarnación de Jaime Walter, el director del museo que da título a esta ficción.

En mi opinión, y aunque reconozco que hay algunos detalles que necesitan ser pulidos, estos dos primeros capítulos me parecieron bastante disfrutables e, incluso, hubo momentos que me parecieron realmente divertidos. No entiendo las críticas, ya que todavía me parece demasiado pronto como para emitir un juicio tajante sobre el conjunto de la serie. Hay que tener en cuenta, como he dicho antes, que esta es la primera vez que los muchachos abordan el género de la sitcom y es lógico pensar que necesitarán un tiempo hasta que lleguen a cogerle el punto. Al margen de esto, todos sabemos que cualquier serie necesita asentarse, necesitamos conocer mejor el contexto y los personajes para poder empezar a disfrutar de verdad de lo que nos están intentando contar.

Yo todavía confío en que este loco museo puede dar mucho de sí. En los próximos episodios sabremos si estamos ante un fiasco o ante una nueva serie de culto.

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