Estaban felices, contentos, eufóricos. Eran el centro de atención del mundo ciclista. Admirados por miles y miles de personas. Ídolos en su tierra, en Galicia. Vivían un sueño del que pronto despertarían. Fue muy corto. Ocurrió todo muy rápido, en un abrir y cerrar de ojos. Pasaron de ser héroes, de pertenecer a esa clase de privilegiados que son los deportistas de alto nivel, al paro, al pasar cada día con los nervios de un desempleado que busca empleo.
Les hablo de los chicos del Xacobeo Galicia, que están en el infierno tras navegar por el cielo. Hace poco más de un mes, allá por septiembre, estaban peleando por la Vuelta a España. Ahora, a 7 de noviembre, están sin trabajo después de la desaparición del equipo de Álvaro Pino. Cambio total.
Leía ayer un reportaje de Fran Reyes, un antiguo compañero de la sección de ciclismo de Siglo XXI, sobre este mismo tema y me era inevitable darle vueltas a la cabeza pensando en lo injusta que es la vida, en lo mucho que te puede cambiar en un periodo de tiempo tan escaso.
Aunque queda tiempo para que comience la temporada, es triste ver cómo corredores de tanta calidad están sufriendo de tal manera porque ven que pasan los días y no hay noticias positivas, que llegará 2011, que llegarán las priemeras pruebas del año en enero, y que ellos, si no encuentran la senda de la suerte durante estos meses, empezarán sin colores que decoren sus maillots, sin patrocinadores que lucir.