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Etiquetas | Crítica de cine
MJ Sánchez Boyero

Come, reza, ama, o en busca de la superficialidad

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Banal podría ser la palabra apropiada. Aunque banal también podría ser la sensación que deja "Come, reza, ama", la película basada en la historia real de Elizabeth Gilbert, un best seller que en Estados Unidos consiguió mantenerse en la lista durante más de 187 semanas. Y que después ha sido llevado a la gran pantalla probablemente enmascarada tras un buen marketing, una buena expectación y la ingenuidad de un gran éxito.

A pesar de que ya ha pasado un mes desde su estreno, y todavía arrastrando una cierta pereza decidí sentarme a observar. Nunca está de más pagar una entrada de cine y cultivarse con un buen guión. Pero en este caso de pronto sentí que había perdido dos maravillosas horas de mi vida entre frases simples de autoayuda, platos de spaguetti y caprichos de una escritora americana que decide poner fin a su matrimonio, quizá por el aburrimiento y el vacío que le genera su inconformismo.

Así que se dispone a derrochar su dinero para ponerse a dar paseos por el mundo.

La siempre agradable y carismática Julia Roberts es Liz, una mujer completamente infeliz que se inicia en el mundo de la meditación después de mantener una relación corta con un veinteañero al que deja por sus histerismos. Como si el tiempo, el trabajo o el dinero le sobraran Liz decide tomarse un año sabático para encontrarse y atiborrarse a comida en Italia, rezar, o algo similar en la India, y enamorarse por la fuerza en Bali.

Dos interminables horas en las que Julia Roberts llega a parecer una niña repipi, egocéntrica y malcriada.

La película dirigida por Ryan Murphy, conocido por ser el creador de la serie "Glee" ha tirado durante todo este tiempo del reclamo de sus dos actores principales, Julia Roberts y Javier Bardem. Aunque eso de principales podría ser un decir, ya que Bardem aparece en el último capítulo de la película dejándole siempre el protagonismo a nuestra egocéntrica escritora. Que al fin acaba enamorándose después de pensárselo mucho y casi por mero convencimiento de su acompañante.

Y tras dos aburridas horas, después de transportarnos con ella por su "intenso" viaje, de darnos lecciones de vida que dan la risa, de enseñarnos solo lo típico de lugares tan maravillosos como Bali, de hacernos ver que rezar es algo que todo el mundo puede hacer, y que la devoción se puede adquirir, de enseñarnos que el placer de la comida está en atiborrarse de pasta y pizza, solo puedo decir que si quieren coman, recen y amen, placeres que nadie puede perderse, pero que si lo hacen espero que no sea de esta manera.

Come, reza, ama, o en busca de la superficialidad

MJ Sánchez Boyero
María José Sánchez
viernes, 5 de noviembre de 2010, 09:23 h (CET)
Banal podría ser la palabra apropiada. Aunque banal también podría ser la sensación que deja "Come, reza, ama", la película basada en la historia real de Elizabeth Gilbert, un best seller que en Estados Unidos consiguió mantenerse en la lista durante más de 187 semanas. Y que después ha sido llevado a la gran pantalla probablemente enmascarada tras un buen marketing, una buena expectación y la ingenuidad de un gran éxito.

A pesar de que ya ha pasado un mes desde su estreno, y todavía arrastrando una cierta pereza decidí sentarme a observar. Nunca está de más pagar una entrada de cine y cultivarse con un buen guión. Pero en este caso de pronto sentí que había perdido dos maravillosas horas de mi vida entre frases simples de autoayuda, platos de spaguetti y caprichos de una escritora americana que decide poner fin a su matrimonio, quizá por el aburrimiento y el vacío que le genera su inconformismo.

Así que se dispone a derrochar su dinero para ponerse a dar paseos por el mundo.

La siempre agradable y carismática Julia Roberts es Liz, una mujer completamente infeliz que se inicia en el mundo de la meditación después de mantener una relación corta con un veinteañero al que deja por sus histerismos. Como si el tiempo, el trabajo o el dinero le sobraran Liz decide tomarse un año sabático para encontrarse y atiborrarse a comida en Italia, rezar, o algo similar en la India, y enamorarse por la fuerza en Bali.

Dos interminables horas en las que Julia Roberts llega a parecer una niña repipi, egocéntrica y malcriada.

La película dirigida por Ryan Murphy, conocido por ser el creador de la serie "Glee" ha tirado durante todo este tiempo del reclamo de sus dos actores principales, Julia Roberts y Javier Bardem. Aunque eso de principales podría ser un decir, ya que Bardem aparece en el último capítulo de la película dejándole siempre el protagonismo a nuestra egocéntrica escritora. Que al fin acaba enamorándose después de pensárselo mucho y casi por mero convencimiento de su acompañante.

Y tras dos aburridas horas, después de transportarnos con ella por su "intenso" viaje, de darnos lecciones de vida que dan la risa, de enseñarnos solo lo típico de lugares tan maravillosos como Bali, de hacernos ver que rezar es algo que todo el mundo puede hacer, y que la devoción se puede adquirir, de enseñarnos que el placer de la comida está en atiborrarse de pasta y pizza, solo puedo decir que si quieren coman, recen y amen, placeres que nadie puede perderse, pero que si lo hacen espero que no sea de esta manera.

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