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María José Carmona López

Musicales de bolsillo

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Menos es más. Parece mentira que cuatro actores, una camilla de hospital y un piano sean a día de hoy competencia directa de las apabullantes coreografías de los 40 principales, el rentable alegato a la nostalgia de Cómplices, la empachosa carga dramática de Annie o el tirón de los rostros populares de Mamma Mia.

Pero así es. En el paseo de la fama de la Gran vía madrileña y alrededores se cuela desde el pasado mayo el musical de pequeño formato “Pegados”. Una propuesta tan sencilla como original basada en las esperpénticas conversaciones de una pareja de desconocidos que tras un arranque de pasión en los baños de una discoteca se ven obligados a permanecer pegados por sus partes nobles a la espera de la llegada de un médico que deshaga el entuerto. A pesar del abigarramiento de la situación se trata de una obra sin mas pretensiones que reírse de todo lo reíble, incluso del propio concepto del teatro musical. Probablemente falten recursos (de hecho los decorados bien podrían valerle a una obra de instituto) pero sobra talento y sobre todo imaginación. Algo de lo que parecía adolecer este tipo de espectáculos de unos años para acá. Y es que desde mediados de los 90, cuando empezó a extenderse por los escenarios de la capital eso de cantar entre conversación y conversación ante la buena acogida del público, pocas innovaciones se han visto más que adaptaciones a la española de clásicos de Broadway o revivals para fans carrozones de míticas bandas del pasado. Últimamente echándole un vistazo a la cartelera daba la impresión de que el guión, la propia historia, estaba sucumbiendo en este tipo de teatro para ser suplido por la grandiosidad de multitudinarias coreografías, impensables cambios de decorados, los cuerpos esculturales de los bailarines o por supuesto alguna que otra carita de moda de Fama u Operación Triunfo. Pero ahora, y tras descubrir “Pegados”, me da la impresión de que pueden ser los pequeños los que poco a poco vayan cambiando los enquistados tópicos del teatro musical español ante la dejadez de los grandes. Y no parece funcionarles del todo mal, teniendo en cuenta que esta pequeña obra montada en Barcelona ha superado ya el centenar de actuaciones con más de 10.000 espectadores. Bien es cierto que les queda aún mucho, a ellos y a otros, sobre todo en la guerra por la promoción, pero precisamente por eso habría que advertir a los “turistas musicales” (a esos que se recorren kilómetros y kilómetros en tren durante un fin de semana solo para disfrutar del pequeño Broadway madrileño) que no se limiten a los grandes estrenos de las guías de ocio habituales, que indaguen, que busquen en los pequeños teatros desperdigados por el entramado del centro de la ciudad, que se atrevan a arriesgar con propuestas sin taquillazos pre garantizados. En definitiva, que miren más allá de las tapas porque al final por muy cuidada que sea la edición, tanto en los libros como en el teatro, lo importante es lo que se cuenta dentro.

Musicales de bolsillo

María José Carmona López
María José Carmona
jueves, 4 de noviembre de 2010, 10:02 h (CET)
Menos es más. Parece mentira que cuatro actores, una camilla de hospital y un piano sean a día de hoy competencia directa de las apabullantes coreografías de los 40 principales, el rentable alegato a la nostalgia de Cómplices, la empachosa carga dramática de Annie o el tirón de los rostros populares de Mamma Mia.

Pero así es. En el paseo de la fama de la Gran vía madrileña y alrededores se cuela desde el pasado mayo el musical de pequeño formato “Pegados”. Una propuesta tan sencilla como original basada en las esperpénticas conversaciones de una pareja de desconocidos que tras un arranque de pasión en los baños de una discoteca se ven obligados a permanecer pegados por sus partes nobles a la espera de la llegada de un médico que deshaga el entuerto. A pesar del abigarramiento de la situación se trata de una obra sin mas pretensiones que reírse de todo lo reíble, incluso del propio concepto del teatro musical. Probablemente falten recursos (de hecho los decorados bien podrían valerle a una obra de instituto) pero sobra talento y sobre todo imaginación. Algo de lo que parecía adolecer este tipo de espectáculos de unos años para acá. Y es que desde mediados de los 90, cuando empezó a extenderse por los escenarios de la capital eso de cantar entre conversación y conversación ante la buena acogida del público, pocas innovaciones se han visto más que adaptaciones a la española de clásicos de Broadway o revivals para fans carrozones de míticas bandas del pasado. Últimamente echándole un vistazo a la cartelera daba la impresión de que el guión, la propia historia, estaba sucumbiendo en este tipo de teatro para ser suplido por la grandiosidad de multitudinarias coreografías, impensables cambios de decorados, los cuerpos esculturales de los bailarines o por supuesto alguna que otra carita de moda de Fama u Operación Triunfo. Pero ahora, y tras descubrir “Pegados”, me da la impresión de que pueden ser los pequeños los que poco a poco vayan cambiando los enquistados tópicos del teatro musical español ante la dejadez de los grandes. Y no parece funcionarles del todo mal, teniendo en cuenta que esta pequeña obra montada en Barcelona ha superado ya el centenar de actuaciones con más de 10.000 espectadores. Bien es cierto que les queda aún mucho, a ellos y a otros, sobre todo en la guerra por la promoción, pero precisamente por eso habría que advertir a los “turistas musicales” (a esos que se recorren kilómetros y kilómetros en tren durante un fin de semana solo para disfrutar del pequeño Broadway madrileño) que no se limiten a los grandes estrenos de las guías de ocio habituales, que indaguen, que busquen en los pequeños teatros desperdigados por el entramado del centro de la ciudad, que se atrevan a arriesgar con propuestas sin taquillazos pre garantizados. En definitiva, que miren más allá de las tapas porque al final por muy cuidada que sea la edición, tanto en los libros como en el teatro, lo importante es lo que se cuenta dentro.

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