El Depor le pinta la cara al Espanyol con 5 defensas y con la única capacidad de atacar a balón parado.
En Barcelona, ya no se sabe hasta qué punto la derrota en Riazor entraba en el guión. El equipo blanquiazul salió a jugar como cuando un equipo salvado, mejor que el rival, le toca jugar contra otro que respira la muerte más que la vida. Esto es: os domino sin crear ocasiones y vosotros me ganáis. Porque toca.
Pero no debería ser así. El partido del domingo fue una demostración ostensible de falta de ambición. En ningún momento salieron a por el partido. Sí que saltaron pensando en jugar. No jugaron pensando en ganar. Y eso que era una oportunidad única, puesto que el Depor, perdónenme sus seguidores, es carne de Segunda. Un equipo flojo, verde, que tiene futuro, pero que las va a pasar canutas este año si quieren salvarse.
No es que haga falta analizar en profundidad al Espanyol esta semana. Una derrota más fuera de casa, mediante la ineficacia y la inexistencia ante la portería rival, y ahora a Cornellá-El Prat, que aquí hay calefacción y apetece más marcar goles. Se está más calentito arropado por tu público.
Ahora toca una de Málaga, que encima vienen arrastrando un saco de derrotas. Este partido sí que es una verdadera prueba de fuego: históricamente, los periquitos suelen perder los encuentros ante rivales tipo Málaga, sin razón aparente. Veremos el calado de proyecto de Pochettino, que sigue teniendo una pinta increíble pero que debe corregir erratas del pasado para encarar bien el futuro.