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Kathleen Parker

Sí, pero...el notas este

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NUEVA YORK - Siempre es arriesgado compartir escenario con un cómico. No son sólo comediantes cómicos sino agresivos.

De hecho, el humor no es más que agresión aprovechada y explotada -- y nadie explota hoy esa cuestión como Jon Stewart.

Entonces, ¿en qué pensaba el Presidente Obama cuando se sometió a una entrevista de casi 30 minutos con la estrella del Paramount Comedy? Pensaba, por supuesto, que podría reavivar parte del aprecio que tenía entre su electorado. El 74% de la audiencia de Stewart se sitúa en el margen demográfico de los 18 a los 49 años conocido por los demás como -- donaciones.

El notas.

Como otros han destacado, Stewart es un soberbio entrevistador. Es sabido. Las personas más divertidas son también a menudo las más despiertas.

Stewart hizo todas las preguntas adecuadas y logró que el presidente respondiera a la mayoría de ellas. ¿Debió haber llamado al presidente "el notas"? Como cuestión de decoro, la respuesta corta es no. Pero en el contexto de la situación, ¿quién se podría resistir?

Stewart había preguntado simplemente a Obama cómo podía casar su mantra en campaña de "cambio" con la contratación de asesores económicos como Larry Summers, idéntico a los que han ocupado el puesto en administraciones previas. Como respuesta, Obama dijo que Summers había hecho "un trabajo fabuloso".

A lo cual, Stewart respondió, "Oye notas, no creo que quieras utilizar esa fórmula".

Todo el mundo pilló el chiste. George W. Bush utilizó la misma fórmula para elogiar a Michael "Brownie" Brown tras su desastrosa actuación como director de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias tras el Huracán Katrina. Traducción: Está usted despedido.

Todo el mundo entendió el chiste, es decir, menos Obama. Con el tiempo lo entendió, tras ver la expresión de "ay" en la cara de Stewart, pero no supo encajar la broma. Hay una diferencia como de la noche al día.

En lugar de reírse de sí mismo, se dirigió a la audiencia - con retraso - y dijo, "juego de palabras".

No. Cualquiera lo pudo ver. A él se le escapó. Obama es un buen chico y estaba tratando de hacer un cumplido a Summers, y se acababa de tropezar con el "trabajo fabuloso". Nada del otro jueves. Lo entendemos. Estas cosas pasan. Sin embargo Obama no supo encajarlo.

En ese, entre otros momentos, Obama reveló su defecto fatal. No tiene ningún sentido del humor. Puede reírse de alguna broma. Hasta sabe hacer alguna, como demostró en la cena de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca. El que le escribió el guión debería enviar su currículum al Paramount Comedy. Ah bueno, algunos de los guionistas sí trabajan en el Paramount Comedy.

No, lo que Obama evidenció fue que no tiene ningún sentido del humor en lo que respecta a su persona. Esto es absolutamente importante.

Es totalmente adecuado que el Presidente se tome en serio su puesto. Y nadie alentaría a Obama (ni a nadie) a tratar de mofarse de Jon Stewart. Él es quien hace las bromas y sin duda los productores recuerdan ese dato a los invitados. Del buen invitado al "The Daily Show" se espera que sea lineal para que el cómico tenga espacio para utilizar el material. Estoy segura de que hay una lista de invitados "malos" que trataron de hacerse los graciosos con el cómico.

Pero es imperativo que los líderes no se tomen demasiado a pecho a sí mismos. ¿Qué debió de haber hecho Obama en su lugar? Qué tal decir: "No puedo creer que acabe de decir eso". O "Ay". Lo que sea. Cualquier indicador de cara a la audiencia que diga "Ah bueno, soy humano".

Pero a Obama no se le da muy bien hacer de humano. Su sonrisa es un destello de luz, pero con demasiada frecuencia parece accionarse con un interruptor. Brilla por su ausencia la respuesta espontánea que dice, si se me permite, "Soy como usted". (Juego de palabras). Con mayor frecuencia, Obama parece ser uno de los invasores de los ultracuerpos. Buena elección de vaina, pero puede que nos haga falta añadir algo de empaque a la categoría de "emociones".

Como a la mayoría de los estadounidenses, Obama me cae bien. Parece ser un tipo íntegramente decente, pero más apropiado como compañero de ajedrez que para echar unas cañas. Casi se le intuye calculando sus respuestas, hasta simulando admiración cuando Stewart volvía a intervenir. Sólo le faltó decir, "Buen golpe".

Dando algo de cancha al presidente, podemos reconocer que corren tiempos difíciles. Esté de acuerdo o no con sus políticas, Obama ha tenido dos años muy difíciles. Los medios no dan respiro. Los Republicanos tampoco.

Pero en eso que los seres humanos llamamos vida cotidiana, el éxito y el fracaso son más dulces y menos amargos respectivamente si cada uno es capaz de reírse de uno mismo.

Un trabajo fabuloso, Sr. Presidente.

Sí, pero...el notas este

Kathleen Parker
Kathleen Parker
martes, 2 de noviembre de 2010, 10:00 h (CET)
NUEVA YORK - Siempre es arriesgado compartir escenario con un cómico. No son sólo comediantes cómicos sino agresivos.

De hecho, el humor no es más que agresión aprovechada y explotada -- y nadie explota hoy esa cuestión como Jon Stewart.

Entonces, ¿en qué pensaba el Presidente Obama cuando se sometió a una entrevista de casi 30 minutos con la estrella del Paramount Comedy? Pensaba, por supuesto, que podría reavivar parte del aprecio que tenía entre su electorado. El 74% de la audiencia de Stewart se sitúa en el margen demográfico de los 18 a los 49 años conocido por los demás como -- donaciones.

El notas.

Como otros han destacado, Stewart es un soberbio entrevistador. Es sabido. Las personas más divertidas son también a menudo las más despiertas.

Stewart hizo todas las preguntas adecuadas y logró que el presidente respondiera a la mayoría de ellas. ¿Debió haber llamado al presidente "el notas"? Como cuestión de decoro, la respuesta corta es no. Pero en el contexto de la situación, ¿quién se podría resistir?

Stewart había preguntado simplemente a Obama cómo podía casar su mantra en campaña de "cambio" con la contratación de asesores económicos como Larry Summers, idéntico a los que han ocupado el puesto en administraciones previas. Como respuesta, Obama dijo que Summers había hecho "un trabajo fabuloso".

A lo cual, Stewart respondió, "Oye notas, no creo que quieras utilizar esa fórmula".

Todo el mundo pilló el chiste. George W. Bush utilizó la misma fórmula para elogiar a Michael "Brownie" Brown tras su desastrosa actuación como director de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias tras el Huracán Katrina. Traducción: Está usted despedido.

Todo el mundo entendió el chiste, es decir, menos Obama. Con el tiempo lo entendió, tras ver la expresión de "ay" en la cara de Stewart, pero no supo encajar la broma. Hay una diferencia como de la noche al día.

En lugar de reírse de sí mismo, se dirigió a la audiencia - con retraso - y dijo, "juego de palabras".

No. Cualquiera lo pudo ver. A él se le escapó. Obama es un buen chico y estaba tratando de hacer un cumplido a Summers, y se acababa de tropezar con el "trabajo fabuloso". Nada del otro jueves. Lo entendemos. Estas cosas pasan. Sin embargo Obama no supo encajarlo.

En ese, entre otros momentos, Obama reveló su defecto fatal. No tiene ningún sentido del humor. Puede reírse de alguna broma. Hasta sabe hacer alguna, como demostró en la cena de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca. El que le escribió el guión debería enviar su currículum al Paramount Comedy. Ah bueno, algunos de los guionistas sí trabajan en el Paramount Comedy.

No, lo que Obama evidenció fue que no tiene ningún sentido del humor en lo que respecta a su persona. Esto es absolutamente importante.

Es totalmente adecuado que el Presidente se tome en serio su puesto. Y nadie alentaría a Obama (ni a nadie) a tratar de mofarse de Jon Stewart. Él es quien hace las bromas y sin duda los productores recuerdan ese dato a los invitados. Del buen invitado al "The Daily Show" se espera que sea lineal para que el cómico tenga espacio para utilizar el material. Estoy segura de que hay una lista de invitados "malos" que trataron de hacerse los graciosos con el cómico.

Pero es imperativo que los líderes no se tomen demasiado a pecho a sí mismos. ¿Qué debió de haber hecho Obama en su lugar? Qué tal decir: "No puedo creer que acabe de decir eso". O "Ay". Lo que sea. Cualquier indicador de cara a la audiencia que diga "Ah bueno, soy humano".

Pero a Obama no se le da muy bien hacer de humano. Su sonrisa es un destello de luz, pero con demasiada frecuencia parece accionarse con un interruptor. Brilla por su ausencia la respuesta espontánea que dice, si se me permite, "Soy como usted". (Juego de palabras). Con mayor frecuencia, Obama parece ser uno de los invasores de los ultracuerpos. Buena elección de vaina, pero puede que nos haga falta añadir algo de empaque a la categoría de "emociones".

Como a la mayoría de los estadounidenses, Obama me cae bien. Parece ser un tipo íntegramente decente, pero más apropiado como compañero de ajedrez que para echar unas cañas. Casi se le intuye calculando sus respuestas, hasta simulando admiración cuando Stewart volvía a intervenir. Sólo le faltó decir, "Buen golpe".

Dando algo de cancha al presidente, podemos reconocer que corren tiempos difíciles. Esté de acuerdo o no con sus políticas, Obama ha tenido dos años muy difíciles. Los medios no dan respiro. Los Republicanos tampoco.

Pero en eso que los seres humanos llamamos vida cotidiana, el éxito y el fracaso son más dulces y menos amargos respectivamente si cada uno es capaz de reírse de uno mismo.

Un trabajo fabuloso, Sr. Presidente.

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