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Sergio García

Frenando a Alonso

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España es un país de envidiosos. Triste realidad. Nuestro producto nunca es perfecto, la crítica es deporte nacional. Tan arraigado como la siesta y el jamón. Y encima dejamos que los demás nos pisoteen, nos humillen y traten de desestabilizarnos a su antojo. Los foráneos tienen más potestad, que no caché. Pues bien, el hilo viene al caso.

Tras el caos de Corea, Fernando Alonso se colocó en el top de la tabla clasificatoria en la dura pugna por el campeonato. Una remontada cuyo punto de inflexión fue el Gran Premio de Gran Bretaña en el ya lejano mes de julio. El mismo día en el que la Selección Española de fútbol superó todos los miedos y se alzó con la Copa del Mundo. Bendita gloria.

Un once de julio crucial. En aquella ocasión, el bicampeón asturiano finalizó decimocuarto. Alonso decía adiós a medio Mundial. Y en Bélgica, en el mítico trazado de Spa-Francorchamps, también sucedió otro tanto de lo mismo con un abandono que mermó sus opciones de cara al título. Sin embargo, el español nunca se rindió y creyó en sus posibilidades.

Tenía claro su cometido: trabajo, constancia y una pequeña dosis de suerte. Con el sistema de puntuación actual, en el que el ganador suma la friolera de 25 puntos, ganar el título en una sola carrera es muy complicado, y más teniendo en cuenta que hay hasta cinco pilotos que luchan por el mismo objetivo. No obstante, sí se pueden perder gran parte de las aspiraciones. La premisa de Fernando, pues, era evidente: los podios permitían sumar, algún rival acabaría cometiendo algún error y entonces el recorte en la general sería aún mayor. Y funcionó.

Tras una primera parte del campeonato aciaga, actualmente el piloto asturiano lo está bordando en la pista. Pero sus éxitos ya se ven empañados. Los medios sensacionalistas británicos ponen en duda el liderato de Alonso tras lo sucedido en Hockenheim, en un GP que quedó marcado por las órdenes de equipo a Felipe Massa. Incluso Max Mosley, en su versión más sadomasoquista, ha sacado el látigo para atizar al piloto de Ferrari. Nadie se acuerda ya del polémico Safety Car en Valencia cuando Hamilton fue 'sancionado con la victoria'.

Hablando del piloto de Woking, en mi opinión, merece un monumento. Es una debilidad. Jabato como nadie, talentoso como pocos, Lewis Hamilton ha brindado a los aficionados auténticos carrerones esta temporada. El británico prima el espectáculo y se agradece. Su pilotaje agresivo enamora.

Pero centrémonos en lo nuestro, que no es poco. Mientras 'The Others' nos atacan, nosotros nos limitamos a callar. O simplemente a unirnos a sus críticas. “Maldito Lloronso, siempre quejándose y lamentándose, con su manera de ser, tan seco...”. Señores, un español triunfa en la Fórmula 1, pilota un Ferrari, el bólido más laureado en la historia de la máxima competición automovilística, y seguimos rajando de él. Vaya cultura, no me lo explico.

En fin, el desenlace del Mundial se acerca y el resultado final es una auténtica incógnita. Lo que sí es seguro es que Fernando, tarde o temprano, pondrá a la Scuderia en el sitio que se merece. Esperemos que más pronto que tarde. Por cierto, los que tratan de descentrar al asturiano, que sigan en su empeño. Nadie frenará a Alonso. Como diría cierto anuncio: ahora es cuando, Brasil es donde.

Frenando a Alonso

Sergio García
Sergio García
domingo, 31 de octubre de 2010, 08:36 h (CET)
España es un país de envidiosos. Triste realidad. Nuestro producto nunca es perfecto, la crítica es deporte nacional. Tan arraigado como la siesta y el jamón. Y encima dejamos que los demás nos pisoteen, nos humillen y traten de desestabilizarnos a su antojo. Los foráneos tienen más potestad, que no caché. Pues bien, el hilo viene al caso.

Tras el caos de Corea, Fernando Alonso se colocó en el top de la tabla clasificatoria en la dura pugna por el campeonato. Una remontada cuyo punto de inflexión fue el Gran Premio de Gran Bretaña en el ya lejano mes de julio. El mismo día en el que la Selección Española de fútbol superó todos los miedos y se alzó con la Copa del Mundo. Bendita gloria.

Un once de julio crucial. En aquella ocasión, el bicampeón asturiano finalizó decimocuarto. Alonso decía adiós a medio Mundial. Y en Bélgica, en el mítico trazado de Spa-Francorchamps, también sucedió otro tanto de lo mismo con un abandono que mermó sus opciones de cara al título. Sin embargo, el español nunca se rindió y creyó en sus posibilidades.

Tenía claro su cometido: trabajo, constancia y una pequeña dosis de suerte. Con el sistema de puntuación actual, en el que el ganador suma la friolera de 25 puntos, ganar el título en una sola carrera es muy complicado, y más teniendo en cuenta que hay hasta cinco pilotos que luchan por el mismo objetivo. No obstante, sí se pueden perder gran parte de las aspiraciones. La premisa de Fernando, pues, era evidente: los podios permitían sumar, algún rival acabaría cometiendo algún error y entonces el recorte en la general sería aún mayor. Y funcionó.

Tras una primera parte del campeonato aciaga, actualmente el piloto asturiano lo está bordando en la pista. Pero sus éxitos ya se ven empañados. Los medios sensacionalistas británicos ponen en duda el liderato de Alonso tras lo sucedido en Hockenheim, en un GP que quedó marcado por las órdenes de equipo a Felipe Massa. Incluso Max Mosley, en su versión más sadomasoquista, ha sacado el látigo para atizar al piloto de Ferrari. Nadie se acuerda ya del polémico Safety Car en Valencia cuando Hamilton fue 'sancionado con la victoria'.

Hablando del piloto de Woking, en mi opinión, merece un monumento. Es una debilidad. Jabato como nadie, talentoso como pocos, Lewis Hamilton ha brindado a los aficionados auténticos carrerones esta temporada. El británico prima el espectáculo y se agradece. Su pilotaje agresivo enamora.

Pero centrémonos en lo nuestro, que no es poco. Mientras 'The Others' nos atacan, nosotros nos limitamos a callar. O simplemente a unirnos a sus críticas. “Maldito Lloronso, siempre quejándose y lamentándose, con su manera de ser, tan seco...”. Señores, un español triunfa en la Fórmula 1, pilota un Ferrari, el bólido más laureado en la historia de la máxima competición automovilística, y seguimos rajando de él. Vaya cultura, no me lo explico.

En fin, el desenlace del Mundial se acerca y el resultado final es una auténtica incógnita. Lo que sí es seguro es que Fernando, tarde o temprano, pondrá a la Scuderia en el sitio que se merece. Esperemos que más pronto que tarde. Por cierto, los que tratan de descentrar al asturiano, que sigan en su empeño. Nadie frenará a Alonso. Como diría cierto anuncio: ahora es cuando, Brasil es donde.

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