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Ricardo Martínez

Sí, Luis también lo merecía

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Me agradó el gesto que tuvo Del Bosque con Luis Aragonés en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias. Pero sobre todo, me pareció un reconocimiento justo. Me quedo con la frase de Xavi Hernández: "Si alguien ha cambiado el fútbol español, ése es Luis".

Hubo un tiempo en el que Zapatones gozó de la protección de los medios de comunicación y era un tipo de esos a los que se les podía decir que tenía muy buena prensa. Luis no ha cambiado nunca. Siempre fue un tío borde, malhumorado, cascarrabias, polémico y directo. Es decir, un Mourinho en cuanto a formas, pero más tosco, menos culto y menos refinado.

Sin embargo, los tiempos cambiaron a raíz de que dejó de llevar a Raúl a las convocatorias de la selección. Le atizaron, fue perdiendo inmunidad y le dieron hasta en el terreno personal. Con bajeza, mal estilo y cayendo, incluso, en el insulto. En junio de 2008, Aragonés cambió el devenir de la historia del fútbol español. Aquella selección unió a todos, enamoró con su juego y de un plumazo limpió los complejos que nuestro fútbol arrastraba. Luis lo pasó mal antes de la Eurocopa. Visceral, siempre se movió por estados de ánimo. En aquella ocasión, le dijo a la Federación que no contaran con él después del campeonato, pasara lo que pasara. Y le tomaron la palabra. Después de ser campeón, Luis no recibió ni un gesto de cariño, ni un acercamiento por parte de la Federación. Hierro ya tenía atado y hecho a Del Bosque. Luis se marchó y durante una buena temporada pareció peleado con el mundo.

Después llegó el primer partido del Mundial de Sudáfrica. Los comentarios de Zapatones tras la derrota de España en el choque inicial tuvieron una repercusión sólo superada por la estúpida afirmación de que Carbonero distraía a Casillas. Luis no dijo nada que no pensáramos la mayoría. España no estuvo acertada ese partido y por ese camino era difícil convertirse en campeón del mundo. Nada más, ese fue su delito. Todos los que esperaban a Luis con la escopeta tuvieron una oportunidad pintiparada para volver a repartir estopa. Se pasaron. En este país, en el que todo el mundo habla de todo, pero fundamentalmente de política y fútbol, cargaron contra una voz más que autorizada para hablar de España. Estuvo mal visto que el hombre que desde el banco llevó a la selección a ganar la Eurocopa comentara la derrota. Luis habló, pero si no lo hubiera hecho, le hubieran buscado. A medida que selección de Del Bosque fue pasando cruces, los comentarios (positivos) de Luis y las andanzas criticadas de la pobre Carbonero fueron perdiendo peso y notoriedad (bueno, hasta el momento del famoso beso) en favor del fallecido pulpo.

Del Bosque, tipo templado e inteligente, aprovechó el gesto acertado de la Federación de invitar a Luis a los Príncipe de Asturias, para sacar a Zapatones a que recibiera una ovación más que merecida. Un acercamiento, un tributo al que es el padre y creador de la selección campeona del mundo.

Sí, Luis también lo merecía

Ricardo Martínez
Ricardo Martínez
jueves, 28 de octubre de 2010, 07:29 h (CET)
Me agradó el gesto que tuvo Del Bosque con Luis Aragonés en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias. Pero sobre todo, me pareció un reconocimiento justo. Me quedo con la frase de Xavi Hernández: "Si alguien ha cambiado el fútbol español, ése es Luis".

Hubo un tiempo en el que Zapatones gozó de la protección de los medios de comunicación y era un tipo de esos a los que se les podía decir que tenía muy buena prensa. Luis no ha cambiado nunca. Siempre fue un tío borde, malhumorado, cascarrabias, polémico y directo. Es decir, un Mourinho en cuanto a formas, pero más tosco, menos culto y menos refinado.

Sin embargo, los tiempos cambiaron a raíz de que dejó de llevar a Raúl a las convocatorias de la selección. Le atizaron, fue perdiendo inmunidad y le dieron hasta en el terreno personal. Con bajeza, mal estilo y cayendo, incluso, en el insulto. En junio de 2008, Aragonés cambió el devenir de la historia del fútbol español. Aquella selección unió a todos, enamoró con su juego y de un plumazo limpió los complejos que nuestro fútbol arrastraba. Luis lo pasó mal antes de la Eurocopa. Visceral, siempre se movió por estados de ánimo. En aquella ocasión, le dijo a la Federación que no contaran con él después del campeonato, pasara lo que pasara. Y le tomaron la palabra. Después de ser campeón, Luis no recibió ni un gesto de cariño, ni un acercamiento por parte de la Federación. Hierro ya tenía atado y hecho a Del Bosque. Luis se marchó y durante una buena temporada pareció peleado con el mundo.

Después llegó el primer partido del Mundial de Sudáfrica. Los comentarios de Zapatones tras la derrota de España en el choque inicial tuvieron una repercusión sólo superada por la estúpida afirmación de que Carbonero distraía a Casillas. Luis no dijo nada que no pensáramos la mayoría. España no estuvo acertada ese partido y por ese camino era difícil convertirse en campeón del mundo. Nada más, ese fue su delito. Todos los que esperaban a Luis con la escopeta tuvieron una oportunidad pintiparada para volver a repartir estopa. Se pasaron. En este país, en el que todo el mundo habla de todo, pero fundamentalmente de política y fútbol, cargaron contra una voz más que autorizada para hablar de España. Estuvo mal visto que el hombre que desde el banco llevó a la selección a ganar la Eurocopa comentara la derrota. Luis habló, pero si no lo hubiera hecho, le hubieran buscado. A medida que selección de Del Bosque fue pasando cruces, los comentarios (positivos) de Luis y las andanzas criticadas de la pobre Carbonero fueron perdiendo peso y notoriedad (bueno, hasta el momento del famoso beso) en favor del fallecido pulpo.

Del Bosque, tipo templado e inteligente, aprovechó el gesto acertado de la Federación de invitar a Luis a los Príncipe de Asturias, para sacar a Zapatones a que recibiera una ovación más que merecida. Un acercamiento, un tributo al que es el padre y creador de la selección campeona del mundo.

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