Segundo empate consecutivo para el Celta de Vigo. Tras el intento fallido de romper el récord de victorias consecutivas, a los celtiñas les está costando retomar de nuevo el rumbo del triunfo. Eso sí, quejarse por conseguir un punto suena ahora a gloria deportiva en la ciudad olívica.
El heredero natural de Míchel Salgado, Hugo Mallo, en acción contra el Villareal B (Agencias)
|
Lo cierto es que el club celeste marcha sobre ruedas, todo lo bien que un campeonato como la Segunda División permite estar a sus equipos más fuertes. Seguir sumando hasta en las peores circunstancias es el ritmo de trabajo de un candidato a todo. Mañana toca viaje a Huelva para estrenar el viernes como día de partido. No hay descanso posible. Viendo como está de cargada la semana, podría afirmarse sin rubor que la eliminación copera ha caído como una bendición en Balaídos.
Grandes culpables de este inicio explosivo son los nuevos fichajes, que han revolucionado el ataque vigués con una efectividad que ya se había olvidado en las Rías Baixas. Pero más allá del gol y su vital importancia, es justo reconocer la seguridad que está transmitiendo en la retaguardia la zaga celtiña. Tres canteranos y un catalán componen la única línea celeste que no ha sufrido variaciones esta temporada.
Los cuatro han llegado a su posición de imprescindibles por diferentes caminos. El de Roberto Lago es la ruta del compromiso y del esfuerzo. El vigués no conoce otra camiseta que la del Celta, y a pesar de que Botelho puso en peligro su titularidad el año pasado, la gran madurez que está demostrando lo han convertido en un referente para el equipo. Sus incursiones en ataque suelen rematar en constantes centros con peligro e incluso, como en el encuentro contra el Alcorcón, con goles de exquisita factura técnica.
En la otra banda, y seis años más joven, reina ya una de las mayores promesas que han salido de A Madroa en los últimos años. De apariencia humilde y reservada, Hugo Mallo se transforma en una fuente de potencia inagotable una vez pisa el césped de juego. Al igual que Roberto, la falta de extremos puros en el once titular, le obliga a transitar entre la defensa y el ataque hasta que Dani Abalo abandona el banquillo para darle un respiro. Su calidad no ha pasado desapercibida, y equipos de la talla de la Juventus ya se han fijado en sus extraordinarias cualidades.
Finalmente, el centro defensivo, el muro celtiña, lo componen un veterano y un reconvertido. Catalá llegó de la mano de Torrecilla desde Salamanca, con el objetivo del ascenso como único objetivo. Tras la reciente marcha de Jordi y Noguerol, se ha quedado como jefe indiscutible de la zaga gallega. A su lado, el otrora enganche e incluso mediocentro, Jonathan Vila. Es una de las soluciones más originales de Paco Herrera en este principio de año para subsanar la falta de centrales en el equipo. El canterano se ha ido estableciendo en el puesto, y aunque todavía está en proceso de adaptación, sus progresos están siendo notables.
Los cuatro han sabido aportar la tranquilidad necesaria a sus compañeros de ataque. La confianza es máxima, y es muy poco probable que, salvo lesiones o sanción, los podamos ver fuera del once inicial en una línea totalmente consolidada. Porque si la mejor defensa es un buen ataque, no cabe duda de que la mejor delantera precisa irremediablemente de una zaga brillante.