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Sergio García

Soñando con el fin del bipartidismo

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Sueña, imagina y déjate llevar. Es una Liga mágica, la Liga de las Estrellas. Cinco, seis, siete u ocho equipos tienen opciones de alzarse con el título final. Algunos se descuelgan a media temporada, otros resisten hasta cinco jornadas para el final. Los estadios se abarrotan, los aficionados se dejan la piel.

Sueña, imagina y déjate llevar. Es una Liga mágica, la Liga de las Estrellas. Cinco, seis, siete u ocho equipos tienen opciones de alzarse con el título final. Algunos se descuelgan a media temporada, otros resisten hasta cinco jornadas para el final. Los estadios se abarrotan, los aficionados se dejan la piel.

Vuelven equipos como el Cádiz, el Betis, el Compostela o el Logroñés a la máxima competición. En el Coliseum Alfonso Pérez no cabe un alfiler, se disputa un apasionante Getafe-Espanyol. En Riazor, mientras tanto, el SúperDepor recibe a un Madrid en plena crisis deportiva, está a cinco puntos del líder. Vaya tarde de transmisores. De las de antaño. Carrusel, Tiempo de Juego o Radioestadio. Cuestión de gustos.

El Bilbao sigue manteniendo su esencia, sus valores y su espíritu. San Mamés goza de un Athletic-Real Sociedad. Uno lucho por el campeonato y otro por evitar el descenso. Tensión, nerviosismo y fútbol. Sin más. Los chés, por su parte, en una mala campaña, luchan por salir de la zona baja de la tabla, aunque esta vez el graderío no se cuestiona la labor del entrenador. Todos van a una. El '”fulano, vete ya” se sustituye por una unidad envidiable. El infierno no gusta. ¡Qué tiempos aquellos en los que el míster era señalado en Mestalla pese a ir terceros! Además, vencer a Iniesta y compañía no es una utopía. Se cree en la victoria.

No hay partidos intrascendentes. La distancia de puntos entre la Europa League y el descenso es mínima. El Sevilla se hace fuerte en el Sánchez Pizjuán. Y del Atlético, qué contarles. Capaz de lo mejor y de lo peor. En Liga deambula por terreno de nadie, pero en Copa arrasa. ¡Vaya edición del torneo del KO! Un Segunda B, sin problemas económicos, emula al mejor Figueres y se cuela en semifinales. Es histórico.

Pero no. Despertamos de la fantasía orgásmica y el Barça gana con facilidad en La Romareda, con un Messi estelar. Acto seguido, Cristiano juega a póquer y el Real Madrid se ensaña con un Racing tristísimo. Sin tiempo para asimilar lo predecible, el Valencia, que ha perdido a dos de sus puntales esta temporada, está dando la cara y se asienta en zona Champions en un inicio de curso espectacular. Sin embargo, dos goles bermellones provocan los silbidos valencianistas. De locos. Por unos momentos, soñamos.

Entristece el hecho de que no aparezcan soluciones para evitar el bipartidismo. Además, la diferencia de potencial va in crescendo. Incluso equipos de Primera deben acogerse a la Ley Concursal por sus pésimas gestiones económicas. Los repartos televisivos influyen, los ingresos por publicidad también.

El desconocimiento del modelo NBA provoca que un servidor no se moje. Da miedo a culés y merengues, pero Boston y Lakers siempre fueron grandes. Pero entretanto, emergieron los Detroit, con la pareja Wallace, o los Miami Heat, o los San Antonio Spurs. Una regulación, un tope salarial o algo similar, sin desprestigiar a los pesos pesados. No sé, lo que sea. Una solución urgente para no seguir devaluando más la competición, por favor.

Soñando con el fin del bipartidismo

Sergio García
Sergio García
domingo, 24 de octubre de 2010, 08:30 h (CET)
Sueña, imagina y déjate llevar. Es una Liga mágica, la Liga de las Estrellas. Cinco, seis, siete u ocho equipos tienen opciones de alzarse con el título final. Algunos se descuelgan a media temporada, otros resisten hasta cinco jornadas para el final. Los estadios se abarrotan, los aficionados se dejan la piel.

Sueña, imagina y déjate llevar. Es una Liga mágica, la Liga de las Estrellas. Cinco, seis, siete u ocho equipos tienen opciones de alzarse con el título final. Algunos se descuelgan a media temporada, otros resisten hasta cinco jornadas para el final. Los estadios se abarrotan, los aficionados se dejan la piel.

Vuelven equipos como el Cádiz, el Betis, el Compostela o el Logroñés a la máxima competición. En el Coliseum Alfonso Pérez no cabe un alfiler, se disputa un apasionante Getafe-Espanyol. En Riazor, mientras tanto, el SúperDepor recibe a un Madrid en plena crisis deportiva, está a cinco puntos del líder. Vaya tarde de transmisores. De las de antaño. Carrusel, Tiempo de Juego o Radioestadio. Cuestión de gustos.

El Bilbao sigue manteniendo su esencia, sus valores y su espíritu. San Mamés goza de un Athletic-Real Sociedad. Uno lucho por el campeonato y otro por evitar el descenso. Tensión, nerviosismo y fútbol. Sin más. Los chés, por su parte, en una mala campaña, luchan por salir de la zona baja de la tabla, aunque esta vez el graderío no se cuestiona la labor del entrenador. Todos van a una. El '”fulano, vete ya” se sustituye por una unidad envidiable. El infierno no gusta. ¡Qué tiempos aquellos en los que el míster era señalado en Mestalla pese a ir terceros! Además, vencer a Iniesta y compañía no es una utopía. Se cree en la victoria.

No hay partidos intrascendentes. La distancia de puntos entre la Europa League y el descenso es mínima. El Sevilla se hace fuerte en el Sánchez Pizjuán. Y del Atlético, qué contarles. Capaz de lo mejor y de lo peor. En Liga deambula por terreno de nadie, pero en Copa arrasa. ¡Vaya edición del torneo del KO! Un Segunda B, sin problemas económicos, emula al mejor Figueres y se cuela en semifinales. Es histórico.

Pero no. Despertamos de la fantasía orgásmica y el Barça gana con facilidad en La Romareda, con un Messi estelar. Acto seguido, Cristiano juega a póquer y el Real Madrid se ensaña con un Racing tristísimo. Sin tiempo para asimilar lo predecible, el Valencia, que ha perdido a dos de sus puntales esta temporada, está dando la cara y se asienta en zona Champions en un inicio de curso espectacular. Sin embargo, dos goles bermellones provocan los silbidos valencianistas. De locos. Por unos momentos, soñamos.

Entristece el hecho de que no aparezcan soluciones para evitar el bipartidismo. Además, la diferencia de potencial va in crescendo. Incluso equipos de Primera deben acogerse a la Ley Concursal por sus pésimas gestiones económicas. Los repartos televisivos influyen, los ingresos por publicidad también.

El desconocimiento del modelo NBA provoca que un servidor no se moje. Da miedo a culés y merengues, pero Boston y Lakers siempre fueron grandes. Pero entretanto, emergieron los Detroit, con la pareja Wallace, o los Miami Heat, o los San Antonio Spurs. Una regulación, un tope salarial o algo similar, sin desprestigiar a los pesos pesados. No sé, lo que sea. Una solución urgente para no seguir devaluando más la competición, por favor.

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