Este jueves por la tarde, como un fan más, me acerqué al Círculo de Bellas Artes para asistir al homenaje a “Perdidos”, enmarcado dentro del II Festival de Series de Madrid. El acto contó con la participación estelar de Jack Bender, productor ejecutivo y director de numerosos capítulos, y Nestor Carbonell, actor que interpretó el papel de Richard Alpert en la ficción isleña.
El ambiente previo entre el público fue el que esperaba: alguna camiseta de Dharma, algún disfraz improvisado y mucha expectación. Damon Lindelof, co-creador de la serie y el que originalmente iba a asistir a la celebración, se excusó con el típico vídeo de peloteo en el que afirmó que los fans madrileños eran de los mejores del mundo (y nos lo tendremos que creer…). En contra de lo que imaginaba, no hubo algo así como un turno de preguntas y respuestas, sino que los dos invitados se limitaron a contestar las preguntas formuladas con anterioridad por los fans a través de Internet. Ambos destacaron lo inolvidable que ha sido vivir en Hawái y trabajar en esta serie durante todos estos años. Preguntas como “¿Qué era la isla?” o “¿Qué quería decir el final?” eran obligadas. Jack y Nestor, al ser simples ejecutores de lo que otros escribían, únicamente pudieron dar su opinión, tan válida como la de cualquier seguidor, pero no pudieron dar una respuesta definitiva a esas cuestiones. En cambio, y como es normal, se mostraron muy satisfechos con el desenlace.
Tras la intervención de las dos estrellas de la noche, se proyectó en exclusiva un vídeo que irá incluido en el pack con la serie completa que se editará en noviembre en DVD y Blu-ray. La pieza, titulada “Letting Go”, básicamente parecía un vídeo turístico de Hawái en el que los actores y los responsables de la serie hablaban de lo irrepetible de su experiencia y de las bondades y maravillas de aquel paraíso tropical.
Una semana antes, Carlton Cuse, la otra gran cabeza pensante de la serie junto a Lindelof, ofreció una master class para los socios de la SGAE en la sala Berlanga. Cuse, al ser uno de los creadores y guionistas, sí que tenía respuestas, y los presentes estaban dispuestos a fusilarle con preguntas relacionadas con el polémico final y con todas esas enrevesadas incógnitas que se han quedado en el aire. Sin embargo, Carlton prefirió curarse en salud y evitó contestar ese tipo de cuestiones, alegando que la interpretación personal que cada uno pudiera hacer es mucho mejor que cualquier respuesta concreta.
He de confesarlo: a mí me gustó el final de “Perdidos”. Ya ha pasado un tiempo y creo que puedo decirlo sin que una horda de fans puristas con antorchas venga a aporrear mi puerta. En verdad no buscaba respuestas porque sé que las respuestas tienden a decepcionar ¿No os ha pasado nunca que una mala explicación final os ha reventado una película de terror o suspense que, hasta ese punto, estaba resultando genial? Sin embargo, hay un montón de películas magníficas de ese estilo con finales abiertos (pensad, por ejemplo, en “El resplandor”). Si lo sobrenatural no tiene explicación en la vida real, ¿por qué debería tenerla en la ficción? ¿No resulta más realista que lo inexplicable se quede como tal? Una explicación cerrada y concisa a todos los misterios de la isla habría ido en contra de la naturaleza de la propia serie. Creo que la finalidad de todos esos misterios era la de crear un contexto, más que la de apuntar hacia un objetivo. El problema es que muchos pensaron esto último: que los misterios conducían a una verdad única e inequívoca, cuando para lo que realmente servían era para mostrar que la isla que habitaban los protagonistas era rara de narices (y para tenernos a todos enganchados, claro). En última instancia, esas incógnitas planteaban un juego al espectador que algunos se tomaron demasiado en serio. El único final posible y razonable era aquel que tuviera que ver con el devenir de los personajes, ya que todo lo demás se encontraba en una esfera que ni los propios guionistas comprendían del todo.
Al final va a resultar que “Perdidos” es una metáfora de la vida: nada tiene explicación, así que lo mejor es disfrutar del viaje.