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Andrés Ramos

Licencia para soñar

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Se presentaba el choque como la primera prueba seria para calibrar su verdadero nivel y el Real Madrid cumplió. Sin alardes y ofreciendo detalles mejorables, aprobó este primer parcial. Los blancos despacharon en un minuto loco a un pobre Milan, demostrando que este año pueden dar la talla en las grandes citas y que están preparados para recuperar su lugar perdido en la élite europea. No fue la exhibición de los dos últimos encuentros ligueros --Deportivo y Málaga--, pero el rival y la altura de la cita revalorizan lo conseguido. Líderes de España y también de Europa, el conjunto de Mourinho ya esboza hechuras de campeón. La cocción del juego va más rápido de lo previsto y lo más importante es que comienza a ser un equipo, aunque en construcción, reconocible. Defensa sólida, presión axfisiante y libertad, creatividad y velocidad arriba son las señas de identidad de un Real Madrid que tiene, además, un once que ya puede recitarse de memoria. El de ayer, con la inclusión de Sergio Ramos en el lugar de Arbeloa.

Reconocimiento especial merecen en este exitoso inicio de curso merengue sus dos centrales. Pepe y Carvalho forman, de momento, un tándem difícilmente franqueable. Rápidos al cruce y seguros por arriba mantuvieron ayer a raya a las estrellas ‘rossoneri’, con la dificultad añadida que supuso tener que multiplicarse para atender los despistes de Arbeloa y Marcelo. Bien es verdad que el Milan exigió mucho menos de lo esperado, pero, salvo alguna laguna, parece que los automatismos defensivos están siendo asimilados.

No me gustó, por el contrario, la falta de autoridad en el juego tras el 2-0. Hasta el descanso, en lugar de defenderse con el balón en su poder, el Real Madrid especuló con la ventaja, se mostró muy impreciso y pecó de falta de paciencia. Estos dos últimos defectos colectivos los encarnó a la perfección un jugador en particular, Di María. Sigue sin llenarme del todo el argentino, al que todavía veo más como velocista que como futbolista. Nadie le discute su rapidez, habilidad y generosidad en el esfuerzo --corrió más que nadie--, pero no estoy convencido de que su juego le venga del todo bien al equipo cuando, como ayer, se requiere más toque y pausa. En esa posición, quizás Canales --inexplicablemente en la grada--, como falso interior, pueda aportar más dominio y control cuando el guión así lo exija.

Por lo demás, la pareja Xabi Alonso-Khedira destacó en la recuperación, pero, como el equipo, se mostró errática en la elaboración. Ozil volvió a ser la claridad en los metros finales, aunque su irregularidad durante los partidos siempre le impide pasar del notable, mientras que Higuaín, algo perdido, alargó su enemistad anotadora con la ‘Champions’.

Cristiano Ronaldo, por su parte, se pareció, sobre todo en la segunda mitad, al de Málaga, mucho menos individualista. El portugués ha recuperado su olfato goleador y cuando mira además por el equipo es un auténtico jugadorazo. Fue él quien lideró el más convincente segunda acto de los blancos, que acabaron haciendo corto el resultado a base de empotrar en su área a un Milan cuyas figuras todavía se buscan por el Bernabéu. Y es que no hubo ni un atisbo de la calidad de Ronaldinho, Pato, Ibrahimovic o Robinho.

Con todo, al Real Madrid le dio para acabar con su maldición ante los equipos italianos, solventar con suficiencia este primer test serio y dejar más que encarrilada su presencia en los octavos, donde estará, entonces sí, la gran prueba de los de Mourinho. Será ahí, en esa convocatoria de marzo, cuando todos estos parciales sirvan para estar en disposición de aprobar el gran examen del particular año académico blanco. Y es que, como avisaba el técnico luso, pasara lo que pasara ante el Milan, al día siguiente simplemente sería miércoles. Y lo es, eso sí, un miércoles feliz y lleno de esperanza para los madridistas.

Licencia para soñar

Andrés Ramos
Andrés  Ramos
miércoles, 20 de octubre de 2010, 07:02 h (CET)
Se presentaba el choque como la primera prueba seria para calibrar su verdadero nivel y el Real Madrid cumplió. Sin alardes y ofreciendo detalles mejorables, aprobó este primer parcial. Los blancos despacharon en un minuto loco a un pobre Milan, demostrando que este año pueden dar la talla en las grandes citas y que están preparados para recuperar su lugar perdido en la élite europea. No fue la exhibición de los dos últimos encuentros ligueros --Deportivo y Málaga--, pero el rival y la altura de la cita revalorizan lo conseguido. Líderes de España y también de Europa, el conjunto de Mourinho ya esboza hechuras de campeón. La cocción del juego va más rápido de lo previsto y lo más importante es que comienza a ser un equipo, aunque en construcción, reconocible. Defensa sólida, presión axfisiante y libertad, creatividad y velocidad arriba son las señas de identidad de un Real Madrid que tiene, además, un once que ya puede recitarse de memoria. El de ayer, con la inclusión de Sergio Ramos en el lugar de Arbeloa.

Reconocimiento especial merecen en este exitoso inicio de curso merengue sus dos centrales. Pepe y Carvalho forman, de momento, un tándem difícilmente franqueable. Rápidos al cruce y seguros por arriba mantuvieron ayer a raya a las estrellas ‘rossoneri’, con la dificultad añadida que supuso tener que multiplicarse para atender los despistes de Arbeloa y Marcelo. Bien es verdad que el Milan exigió mucho menos de lo esperado, pero, salvo alguna laguna, parece que los automatismos defensivos están siendo asimilados.

No me gustó, por el contrario, la falta de autoridad en el juego tras el 2-0. Hasta el descanso, en lugar de defenderse con el balón en su poder, el Real Madrid especuló con la ventaja, se mostró muy impreciso y pecó de falta de paciencia. Estos dos últimos defectos colectivos los encarnó a la perfección un jugador en particular, Di María. Sigue sin llenarme del todo el argentino, al que todavía veo más como velocista que como futbolista. Nadie le discute su rapidez, habilidad y generosidad en el esfuerzo --corrió más que nadie--, pero no estoy convencido de que su juego le venga del todo bien al equipo cuando, como ayer, se requiere más toque y pausa. En esa posición, quizás Canales --inexplicablemente en la grada--, como falso interior, pueda aportar más dominio y control cuando el guión así lo exija.

Por lo demás, la pareja Xabi Alonso-Khedira destacó en la recuperación, pero, como el equipo, se mostró errática en la elaboración. Ozil volvió a ser la claridad en los metros finales, aunque su irregularidad durante los partidos siempre le impide pasar del notable, mientras que Higuaín, algo perdido, alargó su enemistad anotadora con la ‘Champions’.

Cristiano Ronaldo, por su parte, se pareció, sobre todo en la segunda mitad, al de Málaga, mucho menos individualista. El portugués ha recuperado su olfato goleador y cuando mira además por el equipo es un auténtico jugadorazo. Fue él quien lideró el más convincente segunda acto de los blancos, que acabaron haciendo corto el resultado a base de empotrar en su área a un Milan cuyas figuras todavía se buscan por el Bernabéu. Y es que no hubo ni un atisbo de la calidad de Ronaldinho, Pato, Ibrahimovic o Robinho.

Con todo, al Real Madrid le dio para acabar con su maldición ante los equipos italianos, solventar con suficiencia este primer test serio y dejar más que encarrilada su presencia en los octavos, donde estará, entonces sí, la gran prueba de los de Mourinho. Será ahí, en esa convocatoria de marzo, cuando todos estos parciales sirvan para estar en disposición de aprobar el gran examen del particular año académico blanco. Y es que, como avisaba el técnico luso, pasara lo que pasara ante el Milan, al día siguiente simplemente sería miércoles. Y lo es, eso sí, un miércoles feliz y lleno de esperanza para los madridistas.

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