Las tensiones se palpan en el ambiente zaragocista en un momento en el que se buscan a los responsables de uno de los peores inicios del club en toda su historia. Siete jornadas, tres puntos y cero victorias, a los que hay que sumar varios factores que juegan en contra de un equipo que se presenta impotente ante el reto de permanecer en la máxima categoría.
Luis Royo / Zaragoza
En primer lugar, el entrenador José Aurelio Gay ya camina en la cuerda floja ante dicho bagaje liguero. El técnico se ve en la difícil situación de seguir acudiendo a la ciudad deportiva, pese a ser consciente de que su nombre se tambalea.
No son menos trascendentes los errores en el juego. Un claro ejemplo se pudo ver el pasado domingo en San Mamés. Pinter cometió un fallo garrafal, sacando con apuros y sin técnica del área un balón decisivo en la jugada de ataque que dio el uno a cero a los leones cuando tan sólo habían transcurrido once minutos de partido.
Pero no sólo la ausencia de juego está en la retaguardia. Hay mucho que apuntar sobre los delanteros, prácticamente inexistentes jornada tras jornada y sólo capaces de reaccionar con timidez cuando el marcador se presenta en contra.
En definitiva, es ahora cuando el Real Zaragoza está pagando las consecuencias de no haber invertido suficiente dinero en fichajes que dieran seguridad y técnica al conjunto. Se prefirió apostar por algunos que incluso no tenían ni equipo antes del inicio liguero.
Ante todo este caos, se podrá poner en cuestión la calidad de los que visten de corto apuntando que no pueden hacer más de lo que hacen. Pero lo que es rotundamente cierto es que si en siete partidos, parte de ellos contra equipos menores, no han conseguido ganar; resulta una utopía pensar en un triunfo frente a los dos próximos rivales: Barcelona y Valencia. Tras ellos viene el Mallorca, la posibilidad real de coger aire fresco posiblemente con nuevo técnico, pero con los mismos sobre el césped.