Si el sábado en el Camp Nou se perdió el liderato, la sensación es que la derrota sirvió para mucho más de lo que se puede pensar. Dejar una buena imagen en el campo culé era algo obligatorio para los jugadores valencianos tras encajar 13 goles en las últimas tres temporadas.
Miguel Cañigral / SIGLO XXI
Lo cierto es que el Valencia bordó una primera parte en la que pudo sentenciar a su rival. El resto fue una mezcla de bajón físico, gol tempranero y calidad del Xavi e Iniesta.
Pero la primera derrota de la temporada en la Liga no escuece. Y no lo hace porque perder contra el Barça es algo que uno se puede permitir y todavía más si se deja una buena imagen. Ahora, a los de Emery les toca darlo todo en una de las primeras finales que tendrá esta temporada. En Glasgow, la derrota les podría dejar virtualmente fuera de los octavos de final de la Champions League.
No ser líderes a esta altura de la temporada es algo positivo para el equipo. Puede seguir la estela del liderato y sobre todo de su objetivo principal, la Champions, sin hacer ruido, como le gusta a este equipo.
El técnico vasco de los ché está consiguiendo unir a toda la plantilla y a la afición en un consenso inédito desde hace años. Sólo se ven caras felices y de ilusión de unos jugadores que se esfuerzan por hacer una gran temporada. Las previsiones son tan altas que los propios jugadores se lo están creyendo. Luchar con los dos "grandísimos" ya no es imposible.
Tan sólo un pero, en estos meses. Se avecina una pequeña tormenta con el "Chori" Domínguez. El argentino fue fichado como estrella gratuita y no está ofreciendo todo lo que se esperaba de él. Cuando está en el once, el equipo juega con uno menos y las jugadas y goles que le hicieron famoso en el Rubin Kazan, se debieron quedar en el camino durante el largo viaje de Rusia a España.