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Franc Mendiola

Un pritaneo en medio de la bota

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En la Grecia antigua, se llamaba pritaneo al edificio donde se reunían y eran mantenidos a costa del Estado los cincuenta senadores de Atenas momentáneamente investidos del título de pritanos.

El pritaneo era algo así como un oasis, un retiro dorado, una forma de gloria helena que solía llegar en edad anciana o se les proporcionaba la mencionada categoría a los ganadores de los juegos olímpicos.

El Milán me recuerda al Pritaneo.
De unos años en adelante, a los jugadores que se les ha pasado el arroz siempre les queda una última oportunidad: ser rossonero. Obviamente, los talentos explotados de Rivaldo, Ronaldo, Vieri, Cafú, etc. no corresponden con los Costacurta, Ambrosini o Maldini, frutos maduros pero siempre eficaces de una cantera que por momentos se ahoga en un vaso de agua.

Se ha llegado a decir que la escuadra presidida por Berlusconi se asemeja más a un geriátrico de viejas glorias que a un verdadero equipo de futbol competitivo. Igual no va desencaminada esta afirmación.

Y es que en el último lustro los milanelos han copado la primera posición en el ranking de equipo con mayor media de edad. Seedorf, Ronaldinho, Nesta, Inzagui,…los treintañeros son la moda predominante en la capital de la moda italiana.

A donde quiero llegar con esto es aquí: dentro de este pritaneo, donde el mérito es discutible y la recompensa casi injustificable, siempre me ha sobresaltado un jugador: Gattuso.

Genaro Gattuso, para los amigos Rhino, es un jugador hecho de otra pasta. Técnicamente es deficiente, pero tácticamente es un prodigio y cuando él ha estado en el tono físico que le caracteriza ha sido capaz de sostener no sólo al Milán, sino a toda la selección italiana.

Su entrega, lucha, brega, coraje y absoluta disposición a los colores que defiende le convierten en un claro ejemplo de quién debería pisar el pritaneo. Y por ende, quién no. Porque no tolero que los futbolistas, es decir, jugadores de futbol, esto es, profesionales de la pelota, acudan a entrenar en cochazos de escándalo. Ya sabemos que tienen dinero. Y que son jóvenes, ricos, famosos y guapos. Pero quizá, dentro de esta industria que todo lo puede, haya que parar un poco el ritmo financiero para que críos con jugosos contratos no rompan farolas con el nuevo ferrari que se regalan cada vez que les rota. O que se lo ganen los 365 días del año. Como Gattuso. Un tipo que, entre otras cosas, se preguntaba qué estaba haciendo en el campo cada vez que se embelesaba mirando a Andrea Pirlo. O que el mundo del futbol es tremendamente injusto, puesto que lo que él cobra en un año su padre lo ganaría como minero en 2 o 3 vidas trabajando todos los días, día tras día.

Si ha de existir un pritaneo, que lo capitanee Gattuso. Un hombre (aceptadas las reticencias) antes que futbolista.

Un pritaneo en medio de la bota

Franc Mendiola
Franc Mendiola
sábado, 16 de octubre de 2010, 07:56 h (CET)
En la Grecia antigua, se llamaba pritaneo al edificio donde se reunían y eran mantenidos a costa del Estado los cincuenta senadores de Atenas momentáneamente investidos del título de pritanos.

El pritaneo era algo así como un oasis, un retiro dorado, una forma de gloria helena que solía llegar en edad anciana o se les proporcionaba la mencionada categoría a los ganadores de los juegos olímpicos.

El Milán me recuerda al Pritaneo.
De unos años en adelante, a los jugadores que se les ha pasado el arroz siempre les queda una última oportunidad: ser rossonero. Obviamente, los talentos explotados de Rivaldo, Ronaldo, Vieri, Cafú, etc. no corresponden con los Costacurta, Ambrosini o Maldini, frutos maduros pero siempre eficaces de una cantera que por momentos se ahoga en un vaso de agua.

Se ha llegado a decir que la escuadra presidida por Berlusconi se asemeja más a un geriátrico de viejas glorias que a un verdadero equipo de futbol competitivo. Igual no va desencaminada esta afirmación.

Y es que en el último lustro los milanelos han copado la primera posición en el ranking de equipo con mayor media de edad. Seedorf, Ronaldinho, Nesta, Inzagui,…los treintañeros son la moda predominante en la capital de la moda italiana.

A donde quiero llegar con esto es aquí: dentro de este pritaneo, donde el mérito es discutible y la recompensa casi injustificable, siempre me ha sobresaltado un jugador: Gattuso.

Genaro Gattuso, para los amigos Rhino, es un jugador hecho de otra pasta. Técnicamente es deficiente, pero tácticamente es un prodigio y cuando él ha estado en el tono físico que le caracteriza ha sido capaz de sostener no sólo al Milán, sino a toda la selección italiana.

Su entrega, lucha, brega, coraje y absoluta disposición a los colores que defiende le convierten en un claro ejemplo de quién debería pisar el pritaneo. Y por ende, quién no. Porque no tolero que los futbolistas, es decir, jugadores de futbol, esto es, profesionales de la pelota, acudan a entrenar en cochazos de escándalo. Ya sabemos que tienen dinero. Y que son jóvenes, ricos, famosos y guapos. Pero quizá, dentro de esta industria que todo lo puede, haya que parar un poco el ritmo financiero para que críos con jugosos contratos no rompan farolas con el nuevo ferrari que se regalan cada vez que les rota. O que se lo ganen los 365 días del año. Como Gattuso. Un tipo que, entre otras cosas, se preguntaba qué estaba haciendo en el campo cada vez que se embelesaba mirando a Andrea Pirlo. O que el mundo del futbol es tremendamente injusto, puesto que lo que él cobra en un año su padre lo ganaría como minero en 2 o 3 vidas trabajando todos los días, día tras día.

Si ha de existir un pritaneo, que lo capitanee Gattuso. Un hombre (aceptadas las reticencias) antes que futbolista.

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