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David S. Broder

La buena elección del momento de Rob Portman

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CLEVELAND -- Hay un patrón que rige la vida política de Rob Portman, como reflexionaba durante la cena la otra noche. Es el que le ha conducido al borde de la victoria en la carrera electoral al Senado de Ohio, y el que posiblemente pueda convertirle en candidato presidencial Republicano en 2016.

Portman, Republicano de Cincinnati de imagen llamativamente impecable, había vuelto a casa tras su primera tarea encargada como asesor presidencial junior de George H.W. Bush cuando Bill Gradison, el veterano congresista Republicano del distrito de Portman, se encontró en el bando perdedor de la carrera por la dirección y dimitió de pronto en enero de 1993 para pasar a ser lobista del sector sanitario.

10 Republicanos se apuntaron a las primarias extraordinarias dos meses más tarde en el distrito mayoritariamente Republicano y Portman -- preparado con el apoyo de Gradison, para el que había trabajado como becario -- obtuvo el 36% del voto. Enseguida se estableció como miembro reconocido del Comité de Asignaciones.

Podría haber llegado a la cúpula de la Cámara, pero en el año 2005 otro Presidente Bush, el hijo esta vez, le reclutó como secretario de la oficina de comercio de la Casa Blanca, ascendiendo más tarde a Portman a director de presupuestos.

Tras un año desempeñando ese puesto, volvió a casa en 2007 explicando en aquel momento que no quería perderse los años de instituto de sus dos hijos, matriculados hoy en la Universidad de Nueva York y Yale, y de su hermana más pequeña.

Empezado 2010, Portman pensó en presentarse a gobernador, pero cedió el paso a otro ex congresista, el antiguo secretario del Comité Presupuestario de la Cámara John Kasich. Y luego el año pasado se recibe una llamada de Washington, informando a Portman el Senador Republicano George Voinovich de su intención de jubilarse y -- como hizo Gradison -- ofreciendo su apoyo.

Portman ni siquiera tuvo que pasar por unas primarias. En lugar de eso, amasó una gigantesca armadura de partidarios privados de Cincinnati y figuras de la red de recaudación de fondos de Bush y se dispuso a recorrer cada uno de los 88 condados de Ohio en un todoterreno alquilado decorado con las firmas de sus incondicionales.

Era la idea tomada a su amigo Mitch Daniels, otro antiguo director de presupuestos que se volvió a Indiana y descubrió en el utilitario la herramienta perfecta para superar sus dificultades como asesor político de gran talento en una gran ciudad (Indianápolis). Daniels se ha metido en el panorama presidencial de 2012 como conservador orientado al sector privado.

En los últimos tiempos, esto habría significado un pasaporte casi automático a la candidatura, en el caso de Daniels o en el de Mitt Romney o en el de cualquier otro que hubiera dejado claras sus credenciales en el sector. Pero ahora hay por delante de Daniels palabras mayores -- Sarah Palin y los activistas del movimiento fiscal -- y, por supuesto, Barack Obama al final.

Mientras tanto, el momento no podría ser más propicio para Portman. El caballero con el don de impresionar a aquellos que pueden ayudar a empujar su carrera tiene una ventaja financiera de casi 8 a 1 sobre el lugarteniente Demócrata de la gobernación Lee Fisher. Un sondeo difundido la pasada semana sitúa a Portman casi 20 puntos por delante. A menos que se aleje mucho del electorado, liderará la lista Republicana aquí el mes que viene y volverá a Washington con una agenda a la altura de muy pocos Republicanos.

Con 54 primaveras y fanático del fitness, Portman ha alcanzado su posición siendo avispado, disciplinado y jugador de equipo. La gente del sector privado sabe que cumple lo que promete, y los Demócratas le encuentran accesible. A excepción de Daniels, hay pocos Republicanos que hayan estado igual de inmersos en la política fiscal y presupuestaria, comercial y sanitaria como Portman, que en particular amplió el hincapié de la Oficina de Gestión y Presupuestos en Medicare y Medicaid hasta cuando Bush manifestó un escaso interés en la cuestión.

Fisher ha intentado en repetidas ocasiones durante su campaña retratar a Portman como la encarnación de todo lo que no funciona en el seno del Partido Republicano -- un tecnócrata de los presupuestos que genera déficits y zar de la actividad comercial que destruyó puestos de trabajo. Portman, gracias a su previsión y su financiación, parece haber ganado el debate entre la opinión pública.

Las elecciones de este año van a dar lugar sin dudas a muchas caras Republicanas nuevas. Una de las que no habrá que perder de vista será el caballero de Cincinnati.

La buena elección del momento de Rob Portman

David S. Broder
David S. Broder
jueves, 14 de octubre de 2010, 07:04 h (CET)
CLEVELAND -- Hay un patrón que rige la vida política de Rob Portman, como reflexionaba durante la cena la otra noche. Es el que le ha conducido al borde de la victoria en la carrera electoral al Senado de Ohio, y el que posiblemente pueda convertirle en candidato presidencial Republicano en 2016.

Portman, Republicano de Cincinnati de imagen llamativamente impecable, había vuelto a casa tras su primera tarea encargada como asesor presidencial junior de George H.W. Bush cuando Bill Gradison, el veterano congresista Republicano del distrito de Portman, se encontró en el bando perdedor de la carrera por la dirección y dimitió de pronto en enero de 1993 para pasar a ser lobista del sector sanitario.

10 Republicanos se apuntaron a las primarias extraordinarias dos meses más tarde en el distrito mayoritariamente Republicano y Portman -- preparado con el apoyo de Gradison, para el que había trabajado como becario -- obtuvo el 36% del voto. Enseguida se estableció como miembro reconocido del Comité de Asignaciones.

Podría haber llegado a la cúpula de la Cámara, pero en el año 2005 otro Presidente Bush, el hijo esta vez, le reclutó como secretario de la oficina de comercio de la Casa Blanca, ascendiendo más tarde a Portman a director de presupuestos.

Tras un año desempeñando ese puesto, volvió a casa en 2007 explicando en aquel momento que no quería perderse los años de instituto de sus dos hijos, matriculados hoy en la Universidad de Nueva York y Yale, y de su hermana más pequeña.

Empezado 2010, Portman pensó en presentarse a gobernador, pero cedió el paso a otro ex congresista, el antiguo secretario del Comité Presupuestario de la Cámara John Kasich. Y luego el año pasado se recibe una llamada de Washington, informando a Portman el Senador Republicano George Voinovich de su intención de jubilarse y -- como hizo Gradison -- ofreciendo su apoyo.

Portman ni siquiera tuvo que pasar por unas primarias. En lugar de eso, amasó una gigantesca armadura de partidarios privados de Cincinnati y figuras de la red de recaudación de fondos de Bush y se dispuso a recorrer cada uno de los 88 condados de Ohio en un todoterreno alquilado decorado con las firmas de sus incondicionales.

Era la idea tomada a su amigo Mitch Daniels, otro antiguo director de presupuestos que se volvió a Indiana y descubrió en el utilitario la herramienta perfecta para superar sus dificultades como asesor político de gran talento en una gran ciudad (Indianápolis). Daniels se ha metido en el panorama presidencial de 2012 como conservador orientado al sector privado.

En los últimos tiempos, esto habría significado un pasaporte casi automático a la candidatura, en el caso de Daniels o en el de Mitt Romney o en el de cualquier otro que hubiera dejado claras sus credenciales en el sector. Pero ahora hay por delante de Daniels palabras mayores -- Sarah Palin y los activistas del movimiento fiscal -- y, por supuesto, Barack Obama al final.

Mientras tanto, el momento no podría ser más propicio para Portman. El caballero con el don de impresionar a aquellos que pueden ayudar a empujar su carrera tiene una ventaja financiera de casi 8 a 1 sobre el lugarteniente Demócrata de la gobernación Lee Fisher. Un sondeo difundido la pasada semana sitúa a Portman casi 20 puntos por delante. A menos que se aleje mucho del electorado, liderará la lista Republicana aquí el mes que viene y volverá a Washington con una agenda a la altura de muy pocos Republicanos.

Con 54 primaveras y fanático del fitness, Portman ha alcanzado su posición siendo avispado, disciplinado y jugador de equipo. La gente del sector privado sabe que cumple lo que promete, y los Demócratas le encuentran accesible. A excepción de Daniels, hay pocos Republicanos que hayan estado igual de inmersos en la política fiscal y presupuestaria, comercial y sanitaria como Portman, que en particular amplió el hincapié de la Oficina de Gestión y Presupuestos en Medicare y Medicaid hasta cuando Bush manifestó un escaso interés en la cuestión.

Fisher ha intentado en repetidas ocasiones durante su campaña retratar a Portman como la encarnación de todo lo que no funciona en el seno del Partido Republicano -- un tecnócrata de los presupuestos que genera déficits y zar de la actividad comercial que destruyó puestos de trabajo. Portman, gracias a su previsión y su financiación, parece haber ganado el debate entre la opinión pública.

Las elecciones de este año van a dar lugar sin dudas a muchas caras Republicanas nuevas. Una de las que no habrá que perder de vista será el caballero de Cincinnati.

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