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Noelia Vera

Mentir para revolucionar

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Dios le puso límites a todo menos a la estupidez humana. Bien lo saben algunos. Hace falta ser muy guerrero para mofarse de esta forma de la industria del arte y de todos quienes lo abogan. Hay que ser un inteligente provocador de la talla de Banksy para poder cuestionar sátiramente el mundo que le convirtió en el gurú más aclamado del arte callejero en Europa, del que aún come y comerá muchos años. Solo un artista inteligente e intrépido como él puede traspasar su crítica plástica al celuloide rozando la magistralidad y dejándonos a todos, como siempre, con la cómplice sensación de habernos dejado tomar el pelo.

"Exit Through The Gift Shop", el debatido "falso" documental del graffitero británico más cotizado de nuestro tiempo y del que aún no se conoce la identidad, es una de las mayores revoluciones artísticas del año. Obsesionado con su anonimato, Banksy logra mover conciencias una vez más y con una habilidad de manual, esta vez contando la historia de Thierry Ghetta, un francés afincado en Los Ángeles y obsesionado, a su vez, con filmar a los mejores artistas underground de los últimos años.

Sin ni siquiera unos títulos de crédito oficiales que justifiquen la autoría de la obra y con historias de dudosa realidad, por mucho que se empeñe Banksy en afirmar lo contrario, la cinta es un espectáculo sobre el arte callejero y una invitación a la reflexión sobre lo idiota que puede llegar a ser el hombre. Es una aguda autocrítica, una demostración extraordinaria y con un afinadísimo humor de cómo comercializar a niveles insospechados con lo que algunos llaman arte y otros basura.

¡Pero qué íbamos a esperar de un hombre que, haciendo caso omiso a la burocracia, es capaz de camuflar sus obras entre las renombradas piezas de museos como el Louvre de París! No podíamos encontrarnos con una mera grabación de hechos, personas y obras. Siendo el más conocido de los artistas urbanos, habiendo llegado a plasmar sus plantillas en el muro que separa a Israel de Palestina, no le quedaba otra que hacer un gran chiste sobre el mundo del arte profesional, sobre sus compradores, los espectadores de su filme y sobre él mismo.
Más de uno saldrá de la sala preguntándose si lo que creía que era arte en realidad no lo es. Algún desconcertado mirará al llegar a casa sus posters de Andy Warhol con una sensación incómoda. Puede que algún espectador salga con ganas de ponerse a cortar y pegar. Hasta puede que más de uno se arrepienta de haber invertido su dinero en el increíble mundo de la apariencia social.

"Exit Through The Gift Shop" puede ser un documental ejemplar, una película de ficción verosímil o la mentira más descarada de los últimos años. Podemos intentar clasificarlo en algún género o directamente desistir. Al fin y al cabo lo único que importa es que Banksy consiguió abrir un debate internacional pero esta vez, a lo grande.

Mentir para revolucionar

Noelia Vera
Noelia Vera
domingo, 10 de octubre de 2010, 08:03 h (CET)
Dios le puso límites a todo menos a la estupidez humana. Bien lo saben algunos. Hace falta ser muy guerrero para mofarse de esta forma de la industria del arte y de todos quienes lo abogan. Hay que ser un inteligente provocador de la talla de Banksy para poder cuestionar sátiramente el mundo que le convirtió en el gurú más aclamado del arte callejero en Europa, del que aún come y comerá muchos años. Solo un artista inteligente e intrépido como él puede traspasar su crítica plástica al celuloide rozando la magistralidad y dejándonos a todos, como siempre, con la cómplice sensación de habernos dejado tomar el pelo.

"Exit Through The Gift Shop", el debatido "falso" documental del graffitero británico más cotizado de nuestro tiempo y del que aún no se conoce la identidad, es una de las mayores revoluciones artísticas del año. Obsesionado con su anonimato, Banksy logra mover conciencias una vez más y con una habilidad de manual, esta vez contando la historia de Thierry Ghetta, un francés afincado en Los Ángeles y obsesionado, a su vez, con filmar a los mejores artistas underground de los últimos años.

Sin ni siquiera unos títulos de crédito oficiales que justifiquen la autoría de la obra y con historias de dudosa realidad, por mucho que se empeñe Banksy en afirmar lo contrario, la cinta es un espectáculo sobre el arte callejero y una invitación a la reflexión sobre lo idiota que puede llegar a ser el hombre. Es una aguda autocrítica, una demostración extraordinaria y con un afinadísimo humor de cómo comercializar a niveles insospechados con lo que algunos llaman arte y otros basura.

¡Pero qué íbamos a esperar de un hombre que, haciendo caso omiso a la burocracia, es capaz de camuflar sus obras entre las renombradas piezas de museos como el Louvre de París! No podíamos encontrarnos con una mera grabación de hechos, personas y obras. Siendo el más conocido de los artistas urbanos, habiendo llegado a plasmar sus plantillas en el muro que separa a Israel de Palestina, no le quedaba otra que hacer un gran chiste sobre el mundo del arte profesional, sobre sus compradores, los espectadores de su filme y sobre él mismo.
Más de uno saldrá de la sala preguntándose si lo que creía que era arte en realidad no lo es. Algún desconcertado mirará al llegar a casa sus posters de Andy Warhol con una sensación incómoda. Puede que algún espectador salga con ganas de ponerse a cortar y pegar. Hasta puede que más de uno se arrepienta de haber invertido su dinero en el increíble mundo de la apariencia social.

"Exit Through The Gift Shop" puede ser un documental ejemplar, una película de ficción verosímil o la mentira más descarada de los últimos años. Podemos intentar clasificarlo en algún género o directamente desistir. Al fin y al cabo lo único que importa es que Banksy consiguió abrir un debate internacional pero esta vez, a lo grande.

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