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Andrés Ramos

Creer a Contador, una cuestión de fe

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No paro de darle vueltas al caso Contador y tengo dudas. Muchas dudas. Por un lado, me siento en la necesidad de creer en su palabra, como si de una cuestión de fe se tratase. Por otro, si algo nos ha enseñado este deporte en los últimos años es que no se puede poner la mano en el fuego por absolutamente ningún ciclista. Bien es verdad que esta situación es especial, por la forma en la que se ha comunicado su positivo y por la ínfima cantidad de sustancia dopante que se ha encontrado en su sangre, pero, aún así, yo temo quemarme.

Siento que tengo que creer. Por muy extraña y rocambolesca que me resulte la historia del solomillo de Irún, sé que no debo ponerla en solfa. Hacerlo significaría renegar para siempre del ciclismo y dar la estocada definitiva a un deporte que lleva perdiendo cotas de credibilidad de manera alarmante en los últimos tiempos. Pero, además, supondría bajar de un plumazo del altar en el que le tenía situado a Contador, un corredor que encarna a la perfección los valores de sencillez, constancia y espíritu de superación y que había conseguido que me volviera a quedar sin siesta las tardes del mes de julio para segur con interés y pasión sus hazañas por el país vecino.

Al mismo tiempo, la razón y sobre todo los precedentes me hacen ser ‘ateo’ en el caso del pinteño. Son ya muchas decepciones, son ya muchos los ciclistas que han defendido con los ojos enrojecidos su inocencia en una sala de prensa para meses después acabar admitiendo lo obvio. Desde los malogrados ‘Chava’ Jiménez y Pantani, ídolos de la infancia, pasando por corredores de prestigio como Virenque, Garzelli, Heras, Vinoukourov, Landis o Piepoli, por citar sólo a algunos. Una larga lista a la que siempre han estado vinculados campeones como Basso, Ullrich, Valverde o el propio Armstrong y a la que se acaban de unir los españoles David García, Ezequiel Mosquera --el segundo en la última edición de la Vuelta a España-- y la ‘biker’ Marga Fullana.

Por si fuera poco, ‘The New York Times’ se apunta a la tesis de ‘L’ Equipe’ de la autotransfusión. El diario norteamericano asegura que, un día antes de que Contador diera positivo por clembuterol, se le detectaron restos plastificantes en una cantidad ocho veces superior a lo permitido. Cabe pensar que son dardos contra el excelente momento que atraviesa el deporte español, pero quizás estemos rayando el chovinismo. Y es que, si fuera el luxemburgués Andy Schlek --segundo en los últimos dos Tours de Francia-- el que estuviera en la situación del madrileño, ¿habría tantos fieles en España que creyeran en su inocencia?. Más bien no y yo el primero.

Por todo, y siguiendo con el símil religioso, me declaro ‘agnóstico’ en el caso Contador. Creo que me resulta inaccesible el conocimiento completo del proceso que investiga su positivo, pero lo que más me preocupa es que ni la resolución final de la UCI saciará mis ganas por conocer la verdad del asunto. Si le declaran culpable, el pinteño mantendrá su versión y pondrá el grito en el cielo contra lo que considerará una injusticia. Si le exculpan, tampoco sabremos a ciencia cierta si realmente hubo algo. Se desencadene uno u otro final, yo seguiré teniendo dudas.

Creer a Contador, una cuestión de fe

Andrés Ramos
Andrés  Ramos
miércoles, 6 de octubre de 2010, 06:53 h (CET)
No paro de darle vueltas al caso Contador y tengo dudas. Muchas dudas. Por un lado, me siento en la necesidad de creer en su palabra, como si de una cuestión de fe se tratase. Por otro, si algo nos ha enseñado este deporte en los últimos años es que no se puede poner la mano en el fuego por absolutamente ningún ciclista. Bien es verdad que esta situación es especial, por la forma en la que se ha comunicado su positivo y por la ínfima cantidad de sustancia dopante que se ha encontrado en su sangre, pero, aún así, yo temo quemarme.

Siento que tengo que creer. Por muy extraña y rocambolesca que me resulte la historia del solomillo de Irún, sé que no debo ponerla en solfa. Hacerlo significaría renegar para siempre del ciclismo y dar la estocada definitiva a un deporte que lleva perdiendo cotas de credibilidad de manera alarmante en los últimos tiempos. Pero, además, supondría bajar de un plumazo del altar en el que le tenía situado a Contador, un corredor que encarna a la perfección los valores de sencillez, constancia y espíritu de superación y que había conseguido que me volviera a quedar sin siesta las tardes del mes de julio para segur con interés y pasión sus hazañas por el país vecino.

Al mismo tiempo, la razón y sobre todo los precedentes me hacen ser ‘ateo’ en el caso del pinteño. Son ya muchas decepciones, son ya muchos los ciclistas que han defendido con los ojos enrojecidos su inocencia en una sala de prensa para meses después acabar admitiendo lo obvio. Desde los malogrados ‘Chava’ Jiménez y Pantani, ídolos de la infancia, pasando por corredores de prestigio como Virenque, Garzelli, Heras, Vinoukourov, Landis o Piepoli, por citar sólo a algunos. Una larga lista a la que siempre han estado vinculados campeones como Basso, Ullrich, Valverde o el propio Armstrong y a la que se acaban de unir los españoles David García, Ezequiel Mosquera --el segundo en la última edición de la Vuelta a España-- y la ‘biker’ Marga Fullana.

Por si fuera poco, ‘The New York Times’ se apunta a la tesis de ‘L’ Equipe’ de la autotransfusión. El diario norteamericano asegura que, un día antes de que Contador diera positivo por clembuterol, se le detectaron restos plastificantes en una cantidad ocho veces superior a lo permitido. Cabe pensar que son dardos contra el excelente momento que atraviesa el deporte español, pero quizás estemos rayando el chovinismo. Y es que, si fuera el luxemburgués Andy Schlek --segundo en los últimos dos Tours de Francia-- el que estuviera en la situación del madrileño, ¿habría tantos fieles en España que creyeran en su inocencia?. Más bien no y yo el primero.

Por todo, y siguiendo con el símil religioso, me declaro ‘agnóstico’ en el caso Contador. Creo que me resulta inaccesible el conocimiento completo del proceso que investiga su positivo, pero lo que más me preocupa es que ni la resolución final de la UCI saciará mis ganas por conocer la verdad del asunto. Si le declaran culpable, el pinteño mantendrá su versión y pondrá el grito en el cielo contra lo que considerará una injusticia. Si le exculpan, tampoco sabremos a ciencia cierta si realmente hubo algo. Se desencadene uno u otro final, yo seguiré teniendo dudas.

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