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Mikel Agirregabiria

La escuela está bien; lo que está mal es la educación

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Esta historia real, que sucedió hace unos años y que ya podemos relatar sin descubrir a su protagonista. Era una mujer de la limpieza... inmigrante, venida de Rumanía, más exactamente de Moldavia y ella así lo remarcaba. Llevaba años trabajando en el servicio doméstico en una provincia que no citaremos, pero nunca había traído con ella a sus hijos, algunos de corta edad. Le preguntamos la razón, considerando que nuestra sanidad y nuestra educación posiblemente fuesen mucho mejores. Así nos respondió:

"La sanidad es mucho mejor aquí, pero no la educación. Las escuelas están muy bien, con comedor y todo, pero no quiero que mis hijos aprendan aquí. Prefiero que vivan con sus abuelos en Moldavia. Allí los niños maduran antes, son más autónomos y están mejor educados. Aquí tratan mal al servicio doméstico, lo que no extraña porque también son desconsiderados con los mayores, con los profesores y, lo que asombra más, hasta con sus padres. Los niños españoles son unos mimados caprichosos, son llevados en cochecito hasta los cinco años (cuando en Moldavia llevan de la mano a algún hermano menor), no saben hacer nada en la casa, y siguen siendo unos niños a los veinte o treinta años. Se sientan a la mesa y esperan que les sirvan todo, no recogen su ropa y no cuidan de nadie, ni de ellos mismos. Además, fuman y beben desde muy pronto. Yo no quiero que mis hijos sean así",...

Impresionante análisis de una mujer sencilla, observadora de nuestra sociedad, que nos obliga a reflexionar sobre cómo estamos educando en casa y en la calle.

La escuela está bien; lo que está mal es la educación

Mikel Agirregabiria
Mikel Agirregabiria
miércoles, 6 de octubre de 2010, 06:49 h (CET)
Esta historia real, que sucedió hace unos años y que ya podemos relatar sin descubrir a su protagonista. Era una mujer de la limpieza... inmigrante, venida de Rumanía, más exactamente de Moldavia y ella así lo remarcaba. Llevaba años trabajando en el servicio doméstico en una provincia que no citaremos, pero nunca había traído con ella a sus hijos, algunos de corta edad. Le preguntamos la razón, considerando que nuestra sanidad y nuestra educación posiblemente fuesen mucho mejores. Así nos respondió:

"La sanidad es mucho mejor aquí, pero no la educación. Las escuelas están muy bien, con comedor y todo, pero no quiero que mis hijos aprendan aquí. Prefiero que vivan con sus abuelos en Moldavia. Allí los niños maduran antes, son más autónomos y están mejor educados. Aquí tratan mal al servicio doméstico, lo que no extraña porque también son desconsiderados con los mayores, con los profesores y, lo que asombra más, hasta con sus padres. Los niños españoles son unos mimados caprichosos, son llevados en cochecito hasta los cinco años (cuando en Moldavia llevan de la mano a algún hermano menor), no saben hacer nada en la casa, y siguen siendo unos niños a los veinte o treinta años. Se sientan a la mesa y esperan que les sirvan todo, no recogen su ropa y no cuidan de nadie, ni de ellos mismos. Además, fuman y beben desde muy pronto. Yo no quiero que mis hijos sean así",...

Impresionante análisis de una mujer sencilla, observadora de nuestra sociedad, que nos obliga a reflexionar sobre cómo estamos educando en casa y en la calle.

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