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Domingo Delgado

Jornada de primarias en el partido socialista

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Este domingo tiene el PSOE una cita con la democracia en el sano ejercicio de decidir entre todos sus militantes los candidatos que van a representarles en las próximas elecciones autonómicas y locales, siendo por ello un día importante para el progreso democrático en nuestro país, siempre que se lleve a cabo con la pulcritud deseable.

En el S. XXI los avances democráticos necesariamente han de ir por esos derroteros, por imperativo constitucional, que la máxima norma prescribe que los partidos políticos sean democráticos, pero también por pura coherencia, pues no puede presentarse nadie como adalid de la democracia si realmente no la practica en su casa.

Así en los partidos de masas resulta necesario que las bases participen en el curso político de sus agrupaciones, especialmente en algo tan importante como son la determinación de sus orientaciones políticas, como también en aquellos de sus representantes que creen mejor cualificados para exponer y defender sus ideas ante toda la sociedad. Pues si esto no sucede así, los militantes se pueden sentir innecesarios en sus propios partidos, ignorados, y ajenos a la evolución de su propia asociación, y acaban por abandonarlo, o si se mantienen suele ser más bien por esperar su cuota del reparto del botín electoral, en caso de ganar, algo que no honra necesariamente a la política que debe ser entendida más como servicio que como beneficio.

Ciertamente que este sistema, como toda obra humana, no es perfecto, pero resulta coherente y justo. Tiene inconvenientes, de supuestas divisiones internas, que se pueden salvar con la ulterior integración de equipos, pero sobre todo tiene una gran ventaja, que retira el poder absoluto del aparato del partido, evitando la instalación del poder de los notables, o mejor dicho del statu quo, que aunque tenga un amparo democrático congresual, no deja de ser ocasional, y en la mayoría de los casos basado en una técnica no plenamente democrática, por el empleo de la figura de los “compromisarios”, a los que se les supone una independencia y una muestra del parecer de las bases, que en la mayoría de los casos carecen.

Por consiguiente, aplaudimos esta práctica de democracia interna, este inicio de apertura de los partidos políticos a prácticas realmente democráticas y a sus bases sobre las que se sustentan, esperando que cumpla el ejemplo en los partidos políticos del elenco electoral, y que sea un primer paso para continuar en esa línea democratizadora y de participación, a la que deberían de seguirle el de implantación de listas abiertas, con posibilidad de que la ciudadanía pudiera matizar mejor su elección, algo que ya se practica en otros países democráticos con excelentes resultados democráticos.

Jornada de primarias en el partido socialista

Domingo Delgado
Domingo Delgado
lunes, 4 de octubre de 2010, 07:11 h (CET)
Este domingo tiene el PSOE una cita con la democracia en el sano ejercicio de decidir entre todos sus militantes los candidatos que van a representarles en las próximas elecciones autonómicas y locales, siendo por ello un día importante para el progreso democrático en nuestro país, siempre que se lleve a cabo con la pulcritud deseable.

En el S. XXI los avances democráticos necesariamente han de ir por esos derroteros, por imperativo constitucional, que la máxima norma prescribe que los partidos políticos sean democráticos, pero también por pura coherencia, pues no puede presentarse nadie como adalid de la democracia si realmente no la practica en su casa.

Así en los partidos de masas resulta necesario que las bases participen en el curso político de sus agrupaciones, especialmente en algo tan importante como son la determinación de sus orientaciones políticas, como también en aquellos de sus representantes que creen mejor cualificados para exponer y defender sus ideas ante toda la sociedad. Pues si esto no sucede así, los militantes se pueden sentir innecesarios en sus propios partidos, ignorados, y ajenos a la evolución de su propia asociación, y acaban por abandonarlo, o si se mantienen suele ser más bien por esperar su cuota del reparto del botín electoral, en caso de ganar, algo que no honra necesariamente a la política que debe ser entendida más como servicio que como beneficio.

Ciertamente que este sistema, como toda obra humana, no es perfecto, pero resulta coherente y justo. Tiene inconvenientes, de supuestas divisiones internas, que se pueden salvar con la ulterior integración de equipos, pero sobre todo tiene una gran ventaja, que retira el poder absoluto del aparato del partido, evitando la instalación del poder de los notables, o mejor dicho del statu quo, que aunque tenga un amparo democrático congresual, no deja de ser ocasional, y en la mayoría de los casos basado en una técnica no plenamente democrática, por el empleo de la figura de los “compromisarios”, a los que se les supone una independencia y una muestra del parecer de las bases, que en la mayoría de los casos carecen.

Por consiguiente, aplaudimos esta práctica de democracia interna, este inicio de apertura de los partidos políticos a prácticas realmente democráticas y a sus bases sobre las que se sustentan, esperando que cumpla el ejemplo en los partidos políticos del elenco electoral, y que sea un primer paso para continuar en esa línea democratizadora y de participación, a la que deberían de seguirle el de implantación de listas abiertas, con posibilidad de que la ciudadanía pudiera matizar mejor su elección, algo que ya se practica en otros países democráticos con excelentes resultados democráticos.

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