Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Social | Política
Entre lo malo conocido y lo bueno por conocer, ¿por qué no lo bueno conocido?

España como ocurrencia

|

No es que andemos exageradamente faltos de ideas en este bendito país, pero la mayoría de ellas responde tan solo a lucubraciones que después acaban en nada o, lo que todavía es peor, fracasan estrepitosamente dejando compuestos y sin novia a todos los que apostaron a ciegas por tal o cual alternativa. Con la clase política eso suele ocurrirnos demasiado a menudo. Precisamente por eso, se me antoja a mí, nos solemos inclinar más por lo malo conocido que por lo bueno por conocer. Esta circunstancia, que en otros ámbitos no dejaría de ser un obstáculo difícil de salvar sin una demostración palmaria de lo contrario, en el ámbito que nos ocupa parece saldarse en positivo y sin necesidad de encomendarse a la Virgen ni a ninguno de los santos instalados a la diestra de Dios padre, aunque algunos no siendo ello necesario lo intenten cada cual a su manera.

Es curioso, sobre todo porque algo que de virtud anda escaso acaba siendo adoptado como mal menor, aun sabiendo que de bien tiene muy poco y que existen otras opciones tan válidas e incluso superiores pero que no se adoptan simple y llanamente por mera comodidad. Eso es lo que vulgarmente conocemos como prejuicio, la manera de adoptar medidas plausibles, si no salvando el riesgo en su totalidad exponiéndonos al menor posible. Pero los prejuicios son como una daga de doble filo con la que resulta difícil no herirse uno mismo, un arma arrojadiza que se revuelve contra nosotros cuando menos lo esperamos.

Para bien o para mal, España ha evolucionado muy poco en estos últimos cuarenta años. Muchísimo menos en el fondo que en la forma, eso es cierto, tanto es así que arrastramos como una losa la idiosincrasia propia de nuestra condición patria, aunque lo peor no eso sino que en el fondo eso nos gusta y, por tanto, no tiene viso ninguno de cambio. Nos fascina especular, a los políticos más que a ninguna otra profesión de las ancladas a las circunstancias puntuales que cada uno es capaz de asimilar como exclusivamente propias, tal y como ya he dado a entender en las primeras líneas del primer párrafo, pero eso no les exime de responsabilidad. En sus manos está que este país acabe de arrancar.

España como ocurrencia

Entre lo malo conocido y lo bueno por conocer, ¿por qué no lo bueno conocido?
Francisco J. Caparrós
martes, 21 de febrero de 2017, 00:00 h (CET)
No es que andemos exageradamente faltos de ideas en este bendito país, pero la mayoría de ellas responde tan solo a lucubraciones que después acaban en nada o, lo que todavía es peor, fracasan estrepitosamente dejando compuestos y sin novia a todos los que apostaron a ciegas por tal o cual alternativa. Con la clase política eso suele ocurrirnos demasiado a menudo. Precisamente por eso, se me antoja a mí, nos solemos inclinar más por lo malo conocido que por lo bueno por conocer. Esta circunstancia, que en otros ámbitos no dejaría de ser un obstáculo difícil de salvar sin una demostración palmaria de lo contrario, en el ámbito que nos ocupa parece saldarse en positivo y sin necesidad de encomendarse a la Virgen ni a ninguno de los santos instalados a la diestra de Dios padre, aunque algunos no siendo ello necesario lo intenten cada cual a su manera.

Es curioso, sobre todo porque algo que de virtud anda escaso acaba siendo adoptado como mal menor, aun sabiendo que de bien tiene muy poco y que existen otras opciones tan válidas e incluso superiores pero que no se adoptan simple y llanamente por mera comodidad. Eso es lo que vulgarmente conocemos como prejuicio, la manera de adoptar medidas plausibles, si no salvando el riesgo en su totalidad exponiéndonos al menor posible. Pero los prejuicios son como una daga de doble filo con la que resulta difícil no herirse uno mismo, un arma arrojadiza que se revuelve contra nosotros cuando menos lo esperamos.

Para bien o para mal, España ha evolucionado muy poco en estos últimos cuarenta años. Muchísimo menos en el fondo que en la forma, eso es cierto, tanto es así que arrastramos como una losa la idiosincrasia propia de nuestra condición patria, aunque lo peor no eso sino que en el fondo eso nos gusta y, por tanto, no tiene viso ninguno de cambio. Nos fascina especular, a los políticos más que a ninguna otra profesión de las ancladas a las circunstancias puntuales que cada uno es capaz de asimilar como exclusivamente propias, tal y como ya he dado a entender en las primeras líneas del primer párrafo, pero eso no les exime de responsabilidad. En sus manos está que este país acabe de arrancar.

Noticias relacionadas

Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".

Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.

Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto