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Jesús Salamanca

Aznar enmienda la plana

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Ha vuelto a cabrearse el bachiller ‘Pepiño’ Blanco, hoy ministro de Fomento con encargo puntual de paralizar obras públicas sobre todo en tres comunidades autónomas: Cantabria, Castilla-León y Valencia. Si hace unos días acabó enfrentado con el ínclito alcalde de Santander, porque éste le destapó el desprecio hecho a los santanderinos, ahora el ‘canciller’ Blanco se enfada porque Aznar le pisan al Gobierno el terreno en Melilla y le enmienda la plana de los deberes sin hacer; sin embargo no reconoce la irresponsabilidad mafiosa del Gobierno de Rodríguez.

Ni los ministros del Ejecutivo ni Zapatero son capaces de solucionar problemas puntuales. Lo hemos comprobado a lo largo de la legislatura pasada y lo que va de ésta. Otra cuestión bien distinta es crear problemas allí donde no los hay o se ha conseguido el apaciguamiento: en eso sí son expertos. Han conseguido que ‘estallaran’ bombas por simpatía en temas como la memoria ‘histérica’, el aborto, la educación, el burka, la igualdad de oportunidades, la enseñanza de la religión, el terrorismo, las relaciones con algunos Estados, el propio lenguaje en las comunidades autónomas, la educación para la ciudadanía… No hay duda que si montan un circo les crecen los elefantes y encogen las jirafas.

El ministro de Fomento ha acabado haciendo lo que mejor se le da: insultar. Esta vez le ha tocado al ex presidente Aznar, pero antes le tocó a González Pons y le tocará a cualquiera que haga las cosas con sentido común y a la vez demuestre la inutilidad de este Gobierno. Debería releer ‘Pepiño’ a don Ramón y Cajal para tranquilizarse, antes de que le demuestren su reiterada dejadez en temas de calado, por aquello de que “las ideas no duran mucho y hay que hacer algo con ellas”.

El Gobierno ha demostrado en la cuestión melillense, además de dejadez, una clara vagancia que, sumada a su tradicional irresponsabilidad, da como resultado el desprecio al que someten otros Gobiernos a las ‘figuras del belén’ montado por Rodríguez en Moncloa. Esa dejadez del Gobierno, y especialmente de Pepiño, de Moratinos y del propio presidente es una clara deslealtad a España y a los españoles, además de un atentado a los intereses nacionales.

Cuando quienes deben cumplir con su obligación se escapan por la trasera o corren asustados como conejos, dejando sus obligaciones que llevan aparejadas al sueldo, demuestran que hieren los intereses de España y que otros asuman lo que no les compete en primera instancia. El ex presidente Aznar, además de dar una lección de calado al Gobierno y al PSOE, ha abanderado la dignidad que el Gobierno socialista ha pisoteado durante estos años. Y lo ha tenido que hacer desde lo que no es su responsabilidad.

Ha actuado el ex presidente, Aznar, como ministro de Exteriores y como persona de prestigio en el ámbito internacional, donde a Rodríguez le han borrado hace tiempo; ahí tienen el rechazo de la cumbre que no quiso celebrar Obama durante la presidencia española. Bien claro lo ha dejado González Pons exigiendo al Gobierno las gestiones diplomáticas que sean precisas. A la desidia gubernamental de Rodríguez podía haberle explotado un “conflicto grave” en las manos, por su dejadez y desidia, lo mismo que le ha sucedido con la gestión de la crisis. Y todo por no hacer los deberes a tiempo.

Aznar no solo ha demostrado la inutilidad del Gobierno, sino que le ha pasado a gran velocidad por la izquierda. La miserable e incontrolada política de izquierdas que está llevando a cabo el Gobierno de Rodríguez solo puede llevar a salirse de la carretera en el momento que alguien se mueve. El Gobierno no puede conducir solo, va ‘soplao’, carece de reflejos y tiene la suerte de que siempre le socorre alguien a última hora. Esta vez los deberes se los ha hecho el ex presidente, José María Aznar. Mañana se los hará otro, tal vez por dictado del imperialismo americano.

Aznar enmienda la plana

Jesús Salamanca
Jesús  Salamanca
viernes, 20 de agosto de 2010, 03:48 h (CET)
Ha vuelto a cabrearse el bachiller ‘Pepiño’ Blanco, hoy ministro de Fomento con encargo puntual de paralizar obras públicas sobre todo en tres comunidades autónomas: Cantabria, Castilla-León y Valencia. Si hace unos días acabó enfrentado con el ínclito alcalde de Santander, porque éste le destapó el desprecio hecho a los santanderinos, ahora el ‘canciller’ Blanco se enfada porque Aznar le pisan al Gobierno el terreno en Melilla y le enmienda la plana de los deberes sin hacer; sin embargo no reconoce la irresponsabilidad mafiosa del Gobierno de Rodríguez.

Ni los ministros del Ejecutivo ni Zapatero son capaces de solucionar problemas puntuales. Lo hemos comprobado a lo largo de la legislatura pasada y lo que va de ésta. Otra cuestión bien distinta es crear problemas allí donde no los hay o se ha conseguido el apaciguamiento: en eso sí son expertos. Han conseguido que ‘estallaran’ bombas por simpatía en temas como la memoria ‘histérica’, el aborto, la educación, el burka, la igualdad de oportunidades, la enseñanza de la religión, el terrorismo, las relaciones con algunos Estados, el propio lenguaje en las comunidades autónomas, la educación para la ciudadanía… No hay duda que si montan un circo les crecen los elefantes y encogen las jirafas.

El ministro de Fomento ha acabado haciendo lo que mejor se le da: insultar. Esta vez le ha tocado al ex presidente Aznar, pero antes le tocó a González Pons y le tocará a cualquiera que haga las cosas con sentido común y a la vez demuestre la inutilidad de este Gobierno. Debería releer ‘Pepiño’ a don Ramón y Cajal para tranquilizarse, antes de que le demuestren su reiterada dejadez en temas de calado, por aquello de que “las ideas no duran mucho y hay que hacer algo con ellas”.

El Gobierno ha demostrado en la cuestión melillense, además de dejadez, una clara vagancia que, sumada a su tradicional irresponsabilidad, da como resultado el desprecio al que someten otros Gobiernos a las ‘figuras del belén’ montado por Rodríguez en Moncloa. Esa dejadez del Gobierno, y especialmente de Pepiño, de Moratinos y del propio presidente es una clara deslealtad a España y a los españoles, además de un atentado a los intereses nacionales.

Cuando quienes deben cumplir con su obligación se escapan por la trasera o corren asustados como conejos, dejando sus obligaciones que llevan aparejadas al sueldo, demuestran que hieren los intereses de España y que otros asuman lo que no les compete en primera instancia. El ex presidente Aznar, además de dar una lección de calado al Gobierno y al PSOE, ha abanderado la dignidad que el Gobierno socialista ha pisoteado durante estos años. Y lo ha tenido que hacer desde lo que no es su responsabilidad.

Ha actuado el ex presidente, Aznar, como ministro de Exteriores y como persona de prestigio en el ámbito internacional, donde a Rodríguez le han borrado hace tiempo; ahí tienen el rechazo de la cumbre que no quiso celebrar Obama durante la presidencia española. Bien claro lo ha dejado González Pons exigiendo al Gobierno las gestiones diplomáticas que sean precisas. A la desidia gubernamental de Rodríguez podía haberle explotado un “conflicto grave” en las manos, por su dejadez y desidia, lo mismo que le ha sucedido con la gestión de la crisis. Y todo por no hacer los deberes a tiempo.

Aznar no solo ha demostrado la inutilidad del Gobierno, sino que le ha pasado a gran velocidad por la izquierda. La miserable e incontrolada política de izquierdas que está llevando a cabo el Gobierno de Rodríguez solo puede llevar a salirse de la carretera en el momento que alguien se mueve. El Gobierno no puede conducir solo, va ‘soplao’, carece de reflejos y tiene la suerte de que siempre le socorre alguien a última hora. Esta vez los deberes se los ha hecho el ex presidente, José María Aznar. Mañana se los hará otro, tal vez por dictado del imperialismo americano.

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Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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