| ||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||
El alma buscó un sosiego
en un camino de espinas
los versos no eran suficientes
las palabras eran escasas.
No encontraba consuelo,
el corazón dolido lloraba y lloraba,
se lamentaba
y las horas estaban ya acabadas.
Los minutos eran muy largos,
el tiempo no pasaba
y el alma, de sus recuerdos no se olvidaba, ya se clavaban
y el lamento no tenía en su huida alas.
Buscó tregua en el olvido de su memoria,
mas su conciencia recordaba
y el corazón siempre dominaba al pensamiento
que tanto buscaba su perdón en las batallas.
El alma, encontraba siempre castigo
y el lamento seguía en su ser,
no encontraba consuelo ya,
ni en su misericordia de sus propias espadas.
Los sables, estaban ya retirados,
ya no se defendían
y el corazón y su alma buscaban solamente
el perdón y el olvido del paso lento de sus amargos días.
Soneto dedicado a la Hermandad del Cristo de los Estudiantes de Córdoba que ha logrado esta imagen, tan cabal como conmovedora, que nos acerca, más aún, al Cristo Vivo del Sagrario.
A pocos días de que comience la Semana Santa, en donde se vive con especial devoción en lugares tan emblemáticos como Sevilla, cae en nuestras manos una característica novela negra del escritor Fran Ortega. Los hijos de justo comienza con el capellán de la Macarena degollado en la Basílica, en donde, además, no hay rastro de la imagen de la virgen.
Te he mirado Señor, como otras veces, pero hoy tu rostro está más afligido. Sé que ahora te sientes muy herido por agravios que tu no te mereces.
|