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David S. Broder

Nuestra disfuncional política

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WASHINGTON -- Los Demócratas parecen decididos a enseñarnos el precio de la vacilación, al tiempo que los Republicanos parecen resueltos a instruirnos en los réditos de la obstrucción. ¡Qué estupenda elección espera en los comicios de noviembre!

Esta es mi amarga reflexión de agosto previa a los dos meses de viajes que me esperan en campaña -- la búsqueda de candidatos capaces de disipar las sombras y devolver cierta fe a la política de principios que tanto brilla por su ausencia en estos tiempos en Washington.

El Presidente Barack Obama, que parecía encarnar estas esperanzas hace dos años -como el caballero al que históricamente conocimos como John McCain- cristalizaba la desilusión en sus apariciones públicas encadenadas del pasado fin de semana.

La noche del viernes, dirigiéndose a una congregación musulmana reunida en la Casa Blanca, Obama fue el elocuente cónyuge de elevados principios morales, defendiendo el incuestionable derecho de una organización musulmana de caridad a construir un centro comunitario y mezquita en el barrio del World Trade Center, lugar de la masacre del 11 de Septiembre.

El sábado, presa del pánico ante las pruebas de desagrado hacia su postura de la opinión pública, se echaba atrás casi por completo para afirmar que no estaba recomendando ningún proyecto parecido.

Vaya con el comediante. Y vaya comedia, cuyo secretario de la mayoría en el Senado Harry Reid recogía el mismo equívoco en una declaración formal única, decantándose a favor y en contra de la mezquita simultáneamente.

He aquí la pregunta de la que tratan de zafarse: si la Zona Cero es "suelo sagrado", como algunos argumentan, a causa de las casi 3.000 vidas que se perdieron allí a causa del bárbaro, ¿no debe compartirse pues con ningún edificio religioso? ¿Son tan cuestionables como la mezquita una iglesia o una sinagoga? Si no es así, entonces el mensaje implícito es culpar a una religión -- los musulmanes -- de las acciones de al-Qaeda, una incursión en los estereotipos que resulta casi racista. Obama lo expresó bien la primera vez, pero no supo mantenerse en sus trece, y Reid trataba el asunto igual que trata la mayoría de las cosas, como algo menos importante que su propia supervivencia.

Así que recurrimos a los Republicanos para encontrar -- ¿el qué? Un partido que dice merecer recompensa política por una oposición categórica casi implacable y cada vez más debilitadora a medidas de sentido común que revierten en interés del país.

Puede usted volver al rescate fiscal del invierno de 2009, cuando la economía nacional se debatía al borde del colapso, y sólo tres de los más de 200 Republicanos de la Cámara y el Senado votaban a favor de la legislación de torniquete a la hemorragia. Qué irresponsabilidad.

Vea la sanidad. Tras muchos meses de aplazamientos y una votación casi unánime a favor de preservar un ruinoso estatus quo, los líderes Republicanos ponen ahora las miradas en la extinción retroactiva de una de las facetas del nuevo código que da competencias a expertos exteriores para hacer lo que el Congreso no va a hacer -- controlar el gasto de Medicare. Qué hipocresía.

Puedo citar más ejemplos, como cuando se sometió a votación la legislación energética o de cambio climático, o la regulación financiera. Pero permita que me centre en la información aparecida el martes en el Washington Post de que el retraso en la consideración en el Senado del nuevo tratado estratégico de armamento con Rusia significa, como dice la crónica, que "por primera vez en 15 años, los funcionarios estadounidenses han perdido su capacidad de inspeccionar las bases nucleares intercontinentales rusas".

Las inspecciones estaban garantizadas en virtud del antiguo tratado START, que expiró el pasado diciembre. El tratado sucesor fue negociado en abril, pero el Senado no lo ha considerado porque varios senadores Republicanos han planteado dudas de su posible impacto sobre los planes de modernizar el arsenal nuclear estadounidense.

El Republicano Richard Lugar, probablemente la principal autoridad en desarme nuclear del Senado, decía a la periodista Mary Beth Sheridan que el retraso "es muy grave y afecta a nuestra seguridad nacional".

Pero el senador de Arizona Jon Kyl, el secretario Republicano en funciones y una de las principales voces que cuestionan la urgencia de la medida, decía a Sheridan que daba por sentado que las inspecciones iban a continuar. Qué precio a pagar por la ignorancia. Y qué elección tienen los votantes.

Nuestra disfuncional política

David S. Broder
David S. Broder
jueves, 19 de agosto de 2010, 04:45 h (CET)
WASHINGTON -- Los Demócratas parecen decididos a enseñarnos el precio de la vacilación, al tiempo que los Republicanos parecen resueltos a instruirnos en los réditos de la obstrucción. ¡Qué estupenda elección espera en los comicios de noviembre!

Esta es mi amarga reflexión de agosto previa a los dos meses de viajes que me esperan en campaña -- la búsqueda de candidatos capaces de disipar las sombras y devolver cierta fe a la política de principios que tanto brilla por su ausencia en estos tiempos en Washington.

El Presidente Barack Obama, que parecía encarnar estas esperanzas hace dos años -como el caballero al que históricamente conocimos como John McCain- cristalizaba la desilusión en sus apariciones públicas encadenadas del pasado fin de semana.

La noche del viernes, dirigiéndose a una congregación musulmana reunida en la Casa Blanca, Obama fue el elocuente cónyuge de elevados principios morales, defendiendo el incuestionable derecho de una organización musulmana de caridad a construir un centro comunitario y mezquita en el barrio del World Trade Center, lugar de la masacre del 11 de Septiembre.

El sábado, presa del pánico ante las pruebas de desagrado hacia su postura de la opinión pública, se echaba atrás casi por completo para afirmar que no estaba recomendando ningún proyecto parecido.

Vaya con el comediante. Y vaya comedia, cuyo secretario de la mayoría en el Senado Harry Reid recogía el mismo equívoco en una declaración formal única, decantándose a favor y en contra de la mezquita simultáneamente.

He aquí la pregunta de la que tratan de zafarse: si la Zona Cero es "suelo sagrado", como algunos argumentan, a causa de las casi 3.000 vidas que se perdieron allí a causa del bárbaro, ¿no debe compartirse pues con ningún edificio religioso? ¿Son tan cuestionables como la mezquita una iglesia o una sinagoga? Si no es así, entonces el mensaje implícito es culpar a una religión -- los musulmanes -- de las acciones de al-Qaeda, una incursión en los estereotipos que resulta casi racista. Obama lo expresó bien la primera vez, pero no supo mantenerse en sus trece, y Reid trataba el asunto igual que trata la mayoría de las cosas, como algo menos importante que su propia supervivencia.

Así que recurrimos a los Republicanos para encontrar -- ¿el qué? Un partido que dice merecer recompensa política por una oposición categórica casi implacable y cada vez más debilitadora a medidas de sentido común que revierten en interés del país.

Puede usted volver al rescate fiscal del invierno de 2009, cuando la economía nacional se debatía al borde del colapso, y sólo tres de los más de 200 Republicanos de la Cámara y el Senado votaban a favor de la legislación de torniquete a la hemorragia. Qué irresponsabilidad.

Vea la sanidad. Tras muchos meses de aplazamientos y una votación casi unánime a favor de preservar un ruinoso estatus quo, los líderes Republicanos ponen ahora las miradas en la extinción retroactiva de una de las facetas del nuevo código que da competencias a expertos exteriores para hacer lo que el Congreso no va a hacer -- controlar el gasto de Medicare. Qué hipocresía.

Puedo citar más ejemplos, como cuando se sometió a votación la legislación energética o de cambio climático, o la regulación financiera. Pero permita que me centre en la información aparecida el martes en el Washington Post de que el retraso en la consideración en el Senado del nuevo tratado estratégico de armamento con Rusia significa, como dice la crónica, que "por primera vez en 15 años, los funcionarios estadounidenses han perdido su capacidad de inspeccionar las bases nucleares intercontinentales rusas".

Las inspecciones estaban garantizadas en virtud del antiguo tratado START, que expiró el pasado diciembre. El tratado sucesor fue negociado en abril, pero el Senado no lo ha considerado porque varios senadores Republicanos han planteado dudas de su posible impacto sobre los planes de modernizar el arsenal nuclear estadounidense.

El Republicano Richard Lugar, probablemente la principal autoridad en desarme nuclear del Senado, decía a la periodista Mary Beth Sheridan que el retraso "es muy grave y afecta a nuestra seguridad nacional".

Pero el senador de Arizona Jon Kyl, el secretario Republicano en funciones y una de las principales voces que cuestionan la urgencia de la medida, decía a Sheridan que daba por sentado que las inspecciones iban a continuar. Qué precio a pagar por la ignorancia. Y qué elección tienen los votantes.

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