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Jesús Salamanca

Beneficios y caché

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Hace años que los presos de la banda etarra tienen un caché que no han llegado a alcanzar los presos comunes. Eso les permite cobrar cierto protagonismo en determinados momentos, no porque sean importantes para la sociedad sino por la desconfianza y el rechazo que generan en gran parte de la ciudadanía.

A nuestro entender ese caché al que aludimos se debe a un doble motivo. En primer lugar, porque entre ellos forman guetos en los que se sienten arropados, con lo que 'se crecen' en cuadrilla, sabedores de que otros montan la trapatiesta en el exterior, bajo tapaderas de ONG o de organizaciones pro presos, y lo hacen en nombre de los propios encarcelados; les sucede lo mismo que a los quinceañeros: suelen envalentonarse cuando están en el grupo, pero demuestran ser analfabetos funcionales cuando les toca defenderse individualmente, salvo honrosas excepciones. Y en segundo lugar, porque llevan un 'apellido' gratuito que ellos mismos han 'fabricado': se autodenominan políticos, cuando en muchos casos debería ser 'asesinos', sin más.

Además de ese caché, bien claro ha dejado la situación por la que pasan los presos etarras el portavoz del Sindicato Unificado de Policía (SUP), José María Benito. Muy agudo en sus apreciaciones denuncia los beneficios penitenciarios que el Estado concede a los miembros encarcelados de la banda terrorista ETA. Con tales beneficios es fácil suponer que "al final, si todo sale gratis y todo consiste en pasarse unos pocos años en la cárcel después de unos cuantos asesinatos, todos van a seguir ese ejemplo". Pero va más allá y expone que "lo que van a hacer los terroristas cuando los detengan será decir: lo siento, yo no quería hacerlo, pido perdón y ya no estoy en ETA".

Sin duda, José María Benito ha puesto el dedo en la llaga y ha descubierto la patraña que utilizan los seguidores de la banda. En muchos casos, esas consignas se llevan a rajatabla, conscientes de que la condena es larga o muy larga. Igualmente, en ocasiones, los presos de la banda, alentados por Etxerat, Alkartasuna, Elkarri u otros grupos o formaciones de presión, conciben esperanzas tras el compromiso de objetivos asumidos por la izquierda abertzale. Cuando hablamos de asunción de compromisos amplios nos estamos refiriendo a actuaciones como la Declaración de Bruselas o las confesiones de 'mercenarios' itinerantes, como Brian Currin.

El portavoz del SUP ha incidido en los medios de comunicación en que la postura de su sindicato es que "no se debe dar beneficios penitenciarios a ningún preso etarra, deben cumplir la sanciones y penas que tienen impuestas". Estamos plenamente de acuerdo con el portavoz del SUP al entender que no es de recibo que personajes de la banda terrorista y asesina que acumulan 20 ó 30 asesinatos a sus espaldas puedan verse en la calle o en los centros penitenciarios próximos al País Vasco, así, porque sí. Y no lo entendemos porque lo que procede con este tipo de 'alimañas amamantadas' es el cumplimiento íntegro de las penas, la rendición incondicional y la entrega de las armas.

De momento buena parte de la población seguimos sin confiar en este Gobierno, débil y socialista, porque no planifica sus actos ni planteamientos; de ahí que pensemos que en cualquier momento puede volver a las andadas. Decía Gilbert Keith Chesterton que "se puede creer lo imposible pero no lo improbable".

Beneficios y caché

Jesús Salamanca
Jesús  Salamanca
viernes, 13 de agosto de 2010, 06:17 h (CET)
Hace años que los presos de la banda etarra tienen un caché que no han llegado a alcanzar los presos comunes. Eso les permite cobrar cierto protagonismo en determinados momentos, no porque sean importantes para la sociedad sino por la desconfianza y el rechazo que generan en gran parte de la ciudadanía.

A nuestro entender ese caché al que aludimos se debe a un doble motivo. En primer lugar, porque entre ellos forman guetos en los que se sienten arropados, con lo que 'se crecen' en cuadrilla, sabedores de que otros montan la trapatiesta en el exterior, bajo tapaderas de ONG o de organizaciones pro presos, y lo hacen en nombre de los propios encarcelados; les sucede lo mismo que a los quinceañeros: suelen envalentonarse cuando están en el grupo, pero demuestran ser analfabetos funcionales cuando les toca defenderse individualmente, salvo honrosas excepciones. Y en segundo lugar, porque llevan un 'apellido' gratuito que ellos mismos han 'fabricado': se autodenominan políticos, cuando en muchos casos debería ser 'asesinos', sin más.

Además de ese caché, bien claro ha dejado la situación por la que pasan los presos etarras el portavoz del Sindicato Unificado de Policía (SUP), José María Benito. Muy agudo en sus apreciaciones denuncia los beneficios penitenciarios que el Estado concede a los miembros encarcelados de la banda terrorista ETA. Con tales beneficios es fácil suponer que "al final, si todo sale gratis y todo consiste en pasarse unos pocos años en la cárcel después de unos cuantos asesinatos, todos van a seguir ese ejemplo". Pero va más allá y expone que "lo que van a hacer los terroristas cuando los detengan será decir: lo siento, yo no quería hacerlo, pido perdón y ya no estoy en ETA".

Sin duda, José María Benito ha puesto el dedo en la llaga y ha descubierto la patraña que utilizan los seguidores de la banda. En muchos casos, esas consignas se llevan a rajatabla, conscientes de que la condena es larga o muy larga. Igualmente, en ocasiones, los presos de la banda, alentados por Etxerat, Alkartasuna, Elkarri u otros grupos o formaciones de presión, conciben esperanzas tras el compromiso de objetivos asumidos por la izquierda abertzale. Cuando hablamos de asunción de compromisos amplios nos estamos refiriendo a actuaciones como la Declaración de Bruselas o las confesiones de 'mercenarios' itinerantes, como Brian Currin.

El portavoz del SUP ha incidido en los medios de comunicación en que la postura de su sindicato es que "no se debe dar beneficios penitenciarios a ningún preso etarra, deben cumplir la sanciones y penas que tienen impuestas". Estamos plenamente de acuerdo con el portavoz del SUP al entender que no es de recibo que personajes de la banda terrorista y asesina que acumulan 20 ó 30 asesinatos a sus espaldas puedan verse en la calle o en los centros penitenciarios próximos al País Vasco, así, porque sí. Y no lo entendemos porque lo que procede con este tipo de 'alimañas amamantadas' es el cumplimiento íntegro de las penas, la rendición incondicional y la entrega de las armas.

De momento buena parte de la población seguimos sin confiar en este Gobierno, débil y socialista, porque no planifica sus actos ni planteamientos; de ahí que pensemos que en cualquier momento puede volver a las andadas. Decía Gilbert Keith Chesterton que "se puede creer lo imposible pero no lo improbable".

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