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Kathleen Parker

Acosando de canícula

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NUEVA YORK -- Viendo gestarse la polémica de las vacaciones de Michelle Obama, una se hace varias opiniones.

Primera idea: hay que dar un respiro a la dama. Se merece unas vacaciones. ¿A quién le importa que no asistiera al cumpleaños de su marido? No somos niños, y a veces la soledad es el mejor regalo. Oiga, Sr. Presidente, disfrute de su espacio unos días. Feliz cumpleaños. De eso se componen los matrimonios sólidos.

Segunda idea, relativa a las quejas de que gastó dinero del contribuyente en unas vacaciones extravagantes, alojándose en un hotel de cinco estrellas en España y volando en un avión militar con un aparato de seguridad que algunos considerarán extravagante en estos momentos económicos de apretarse el cinturón. El hecho es que Michelle Obama no tiene voto en la forma en que es transportada de A a B. Todas las primeras damas viajan con seguridad significativa a bordo de un aparato y, sí, todas subsidiadas por el contribuyente. ¿Pero cuál es la alternativa? ¿En serio preferimos que la mujer del presidente no viaje nunca, o que sea expuesta al secuestro o a otro atentado?

Yo viajé a Oriente Medio con Laura Bush en el año 2007 cuando ella ayudaba a promover la concienciación con el cáncer de mama en los Emiratos, Arabia Saudí y Jordania. También visitamos a las tropas destacadas en Kuwait, así como a un grupo de mujeres que, concedido el derecho de sufragio hacía poco, se habían presentado a un cargo público.

La seguridad en torno a esa visita fue espectacular. Carreteras enteras fueron cortadas para su circulación; había francotiradores por todas partes. Nuestro aparato transportaba suficiente artillería y efectivos como para tomar un país pequeño. Nuestros hoteles eran palacios según nuestros estándares de Holiday Inn. Dado que el contingente mediático se limitaba a tres personas -- Greta Van Susteren, Robin Roberts y la que suscribe -- íbamos a donde iba la primera dama (con gastos pagados por nosotros o nuestras instituciones).

Puede que si el desastre económico inminente se hubiera reconocido en aquel momento, la señora Bush se hubiera enfrentado a críticas parecidas. Según salió, los medios apenas destacaron el viaje, a pesar del incalculable valor diplomático de la visita.

Finalmente -- y éste es probablemente el análisis correcto, por no decir la noticia entera -- estamos en agosto. Es el mes en que el estamento oficial de Washington huye a climas más fríos y miles de periodistas y blogueros aburridos criban los detritus de las noticias de ayer. ¿Qué mejor forma de pasar el tiempo que sopesando la forma de vida de los más afortunados? Este año, eso incluye al presidente y la primera dama.

George W. Bush evadió el escrutinio casi por completo porque su refugio favorito era un lugar al que nadie más, y en especial los medios, quería ir. ¿Crawford, Texas, en agosto? Una idea fabulosa.

Con independencia de lo que se piense de Bush, él tenía cierto sentido del decoro en cuestiones de ocio, atribuible en parte quizá a su vida de privilegios y consecuente culpabilidad. Abandonó el golf después de invadir Irak porque pensaba que daba mala imagen perfeccionar su swing mientras los que enviaba a la batalla perdían miembros. Un gesto menor, quizá, pero un gesto al fin y al cabo.

En política la percepción lo es todo. Y aunque la señora Obama se lleva esencialmente parte de las críticas perdidas de agosto, también es cierto que eligió de forma imprudente.

¿Es realmente algo tan tremendo que la mujer del presidente se marche unos días a disfrutar de las playas de España? Sí y no. El viaje de Michelle, aunque caro en el contexto de nuestras crudas dificultades financieras, no va a suponer una carga al Tesoro. Pero como maniobra política, no podría haberse distanciado más de la realidad de la mayoría de los estadounidenses. Los motivos evidentes incluyen el mercado laboral estancado, las arcas vacías de la clase media, millones de hogares subastados por impago de las letras de las hipotecas y, para muchos, la perspectiva de un futuro financiero inseguro.

Un motivo menos evidente quedaba en evidencia en un pequeño detalle. Informando para Politics Daily, Lynn Sweet escribía que la decisión de la señora Obama de desplazarse a España en esta tesitura particular estaba destinada a reconfortar a una amiga cuyo padre había fallecido recientemente y cuya hija, una amiga de Sasha Obama de 9 años de edad (que acompañaba a su madre) tenía el deseo especial de celebrar su cumpleaños en España.

Bueno, ¿a qué niña pequeña no le gustaría?

Cuando muchos estadounidenses están contando la calderilla de los bolsillos para financiar un cumpleaños en algún local Chuck E. Cheese, la noción de que una niña debe ser trasladada a las playas de España a todo lujo para celebrar su década sobre el planeta es una amarga píldora que tragar.

Finalmente, las vacaciones estuvieron desastrosamente planificadas pero tampoco constituyen un delito que exija condena. Puede que de mayor preocupación a largo plazo sea la oportunidad desperdiciada por parte de la primera dama de dar ejemplo de contención y hasta de generosidad. Tengo entendido que a las playas de la Costa del Golfo les vendría bien una inyección de efectivo.

Acosando de canícula

Kathleen Parker
Kathleen Parker
jueves, 12 de agosto de 2010, 01:01 h (CET)
NUEVA YORK -- Viendo gestarse la polémica de las vacaciones de Michelle Obama, una se hace varias opiniones.

Primera idea: hay que dar un respiro a la dama. Se merece unas vacaciones. ¿A quién le importa que no asistiera al cumpleaños de su marido? No somos niños, y a veces la soledad es el mejor regalo. Oiga, Sr. Presidente, disfrute de su espacio unos días. Feliz cumpleaños. De eso se componen los matrimonios sólidos.

Segunda idea, relativa a las quejas de que gastó dinero del contribuyente en unas vacaciones extravagantes, alojándose en un hotel de cinco estrellas en España y volando en un avión militar con un aparato de seguridad que algunos considerarán extravagante en estos momentos económicos de apretarse el cinturón. El hecho es que Michelle Obama no tiene voto en la forma en que es transportada de A a B. Todas las primeras damas viajan con seguridad significativa a bordo de un aparato y, sí, todas subsidiadas por el contribuyente. ¿Pero cuál es la alternativa? ¿En serio preferimos que la mujer del presidente no viaje nunca, o que sea expuesta al secuestro o a otro atentado?

Yo viajé a Oriente Medio con Laura Bush en el año 2007 cuando ella ayudaba a promover la concienciación con el cáncer de mama en los Emiratos, Arabia Saudí y Jordania. También visitamos a las tropas destacadas en Kuwait, así como a un grupo de mujeres que, concedido el derecho de sufragio hacía poco, se habían presentado a un cargo público.

La seguridad en torno a esa visita fue espectacular. Carreteras enteras fueron cortadas para su circulación; había francotiradores por todas partes. Nuestro aparato transportaba suficiente artillería y efectivos como para tomar un país pequeño. Nuestros hoteles eran palacios según nuestros estándares de Holiday Inn. Dado que el contingente mediático se limitaba a tres personas -- Greta Van Susteren, Robin Roberts y la que suscribe -- íbamos a donde iba la primera dama (con gastos pagados por nosotros o nuestras instituciones).

Puede que si el desastre económico inminente se hubiera reconocido en aquel momento, la señora Bush se hubiera enfrentado a críticas parecidas. Según salió, los medios apenas destacaron el viaje, a pesar del incalculable valor diplomático de la visita.

Finalmente -- y éste es probablemente el análisis correcto, por no decir la noticia entera -- estamos en agosto. Es el mes en que el estamento oficial de Washington huye a climas más fríos y miles de periodistas y blogueros aburridos criban los detritus de las noticias de ayer. ¿Qué mejor forma de pasar el tiempo que sopesando la forma de vida de los más afortunados? Este año, eso incluye al presidente y la primera dama.

George W. Bush evadió el escrutinio casi por completo porque su refugio favorito era un lugar al que nadie más, y en especial los medios, quería ir. ¿Crawford, Texas, en agosto? Una idea fabulosa.

Con independencia de lo que se piense de Bush, él tenía cierto sentido del decoro en cuestiones de ocio, atribuible en parte quizá a su vida de privilegios y consecuente culpabilidad. Abandonó el golf después de invadir Irak porque pensaba que daba mala imagen perfeccionar su swing mientras los que enviaba a la batalla perdían miembros. Un gesto menor, quizá, pero un gesto al fin y al cabo.

En política la percepción lo es todo. Y aunque la señora Obama se lleva esencialmente parte de las críticas perdidas de agosto, también es cierto que eligió de forma imprudente.

¿Es realmente algo tan tremendo que la mujer del presidente se marche unos días a disfrutar de las playas de España? Sí y no. El viaje de Michelle, aunque caro en el contexto de nuestras crudas dificultades financieras, no va a suponer una carga al Tesoro. Pero como maniobra política, no podría haberse distanciado más de la realidad de la mayoría de los estadounidenses. Los motivos evidentes incluyen el mercado laboral estancado, las arcas vacías de la clase media, millones de hogares subastados por impago de las letras de las hipotecas y, para muchos, la perspectiva de un futuro financiero inseguro.

Un motivo menos evidente quedaba en evidencia en un pequeño detalle. Informando para Politics Daily, Lynn Sweet escribía que la decisión de la señora Obama de desplazarse a España en esta tesitura particular estaba destinada a reconfortar a una amiga cuyo padre había fallecido recientemente y cuya hija, una amiga de Sasha Obama de 9 años de edad (que acompañaba a su madre) tenía el deseo especial de celebrar su cumpleaños en España.

Bueno, ¿a qué niña pequeña no le gustaría?

Cuando muchos estadounidenses están contando la calderilla de los bolsillos para financiar un cumpleaños en algún local Chuck E. Cheese, la noción de que una niña debe ser trasladada a las playas de España a todo lujo para celebrar su década sobre el planeta es una amarga píldora que tragar.

Finalmente, las vacaciones estuvieron desastrosamente planificadas pero tampoco constituyen un delito que exija condena. Puede que de mayor preocupación a largo plazo sea la oportunidad desperdiciada por parte de la primera dama de dar ejemplo de contención y hasta de generosidad. Tengo entendido que a las playas de la Costa del Golfo les vendría bien una inyección de efectivo.

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Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.

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