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De nuevo pinos caídos en el viejo cauce

Educar, enseñar a vivir

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Recuerdo lo que mi amigo, el entendido en agricultura, árboles y naturaleza me explicó hace nada, en diciembre de 2016, cuando le pregunté por qué había ocurrido y me respondió: simplemente eran pinos sobreprotegidos.

Les habían puesto el agua cerquita, para que ni la buscaran ni se esforzaran. No necesitaron profundizar sus raíces, allí sus nutrientes, sólo tenían que crecer porque así iba a ser su vida, hermosos, lucidores; ni siquiera aprendieron a ser más flexibles ante el viento.

Quienes los plantaron, cuidaron, mimaron, seguramente pensaron que sería así, que había que facilitarles todo, que con que fueran hermosos y lucidores era suficiente. Que la vida, el Viejo Cauce del río fue así e iba a ser ya para siempre: El Hermoso Nuevo Jardín del Turia.

Quizás no hemos caído en la cuenta de la lección que nos ha dado nuestro querido rio. Nos ha explicado con dolor que hemos de preparar a nuestros seres queridos, sean árboles, sean niños para su futuro esperable.

Esta última es nuestra más importante acción. La de cómo padres, madres, buscar desde el qué, el cómo, el cuándo debemos EDUCAR a los hijos.

¿No es cierto que EDUCAR debería ser que les transmitiésemos el máximo de la información de que disponemos para que supieran desenvolverse en la VIDA REAL con la qué, sabemos todos, se van a encontrar?

Además también sabemos que no es suficiente con explicarles la Teoría. Lo que de verdad se aprende se hace al practicarlo. Y para ese aprendizaje es necesaria su acción, su esfuerzo, sus repeticiones, su intención.

Hemos de tener presente que para todos y más para ellos, cuya visión de futuro es tan corta, existe esa ley universal del mínimo esfuerzo, desde la que: !Es tan cómodo que me lo hagan todo!

A veces actuamos como si creyésemos que podremos durar…para siempre… Y… no sólo para siempre, sino con capacidad para seguir protegiéndolos ante todo y ante todos.

Sin embargo viendo nuestra propia vida, ¿es que nunca nos hemos sentido solos? ¿O tenemos dudas de que en ese VIVIR DIARIO existen dificultades, frustraciones, trabas?

Pensando en ellos, en su futuro ¿Creemos que NADIE les pondrá límites? ¿O que quienes, en su día, les señalen obligaciones, formas, horarios, impedimentos…lo van a hacer poco a poco… con dulzura… con cuidado… con cariño? Tratando de que entiendan, de que no se frusten con las frustaciones.

Si ese VIVIR REAL va a ser así, como el que conocemos. ¿Quién, sino nosotros, podría enseñárselo de mejor manera? Porque hay algo que sí sabemos con seguridad todos los que somos padres.

Sabemos con absoluta certeza de padres y madres que queremos a nuestros hijos. Los queremos, cierto, y con amor de presente y de futuro. Queremos que sean felices ahora, pero entendemos, y se lo hemos de hacer entender o lograrlo con nuestra autoridad, que es necesario que realicen ahora, cuando están cobijados por nosotros, un aprendizaje para que el día de mañana puedan enfrentarse a lo que van a encontrar en la vida porque, claro está, nos sobrevivirán y entonces no estaremos. Por ello en cuanto pensamos un poco nos damos cuenta de que: Es mejor enseñarles a pescar que darles ahora el mejor pez.

Además también sabemos, y se lo notamos, que los nuevos aprendizajes les dan seguridad, les hacen sentirse mayores en el mejor de los sentidos y a confiar en si mismos. Es algo que se percibe enseguida y que cuanto antes se aplique mejor para ellos.

A veces hemos de luchar con nosotros mismos porque con frecuencia nuestro amor es tan de hoy que puede ocultarnos el futuro y llevarnos a cobijarlos en exceso. Es tan bonito verlos sonreir.

¡Ya sufrirán en su día! ¡Cuando yo no esté! ¡Cuando tenga que ocurrir! Me preguntaron hace un par de años por qué al parecer había más suicidios de jóvenes en aquel momento. Ya hable entonces de sobreprotección, de algunos que cuando la perdieron y les surgió un contratiempo que les pareció importante, no supieron encontrar una solución para resolverlo.

Esta claro que esto seguramente se refiere a casos muy extremos, como lo que me preguntaron, pero hay tanto camino al vivir, tanto que aprender, tanto que enseñar.

La Vie en Rose es una maravillosa canción francesa, de Edith Piaf, que ya hace muchos años mostraba lo bonito que era ver la vida de Color Rosa. Algo que para algunos padres-madres es la forma de presentar a sus hijos como será su futuro vivir… Pero… era y es, falso.

Es bueno desearlo pero, eduquemos, no les mintamos, aunque nos cueste.

Educar, enseñar a vivir

De nuevo pinos caídos en el viejo cauce
Jaime Fúster Pérez
lunes, 13 de febrero de 2017, 07:46 h (CET)
Recuerdo lo que mi amigo, el entendido en agricultura, árboles y naturaleza me explicó hace nada, en diciembre de 2016, cuando le pregunté por qué había ocurrido y me respondió: simplemente eran pinos sobreprotegidos.

Les habían puesto el agua cerquita, para que ni la buscaran ni se esforzaran. No necesitaron profundizar sus raíces, allí sus nutrientes, sólo tenían que crecer porque así iba a ser su vida, hermosos, lucidores; ni siquiera aprendieron a ser más flexibles ante el viento.

Quienes los plantaron, cuidaron, mimaron, seguramente pensaron que sería así, que había que facilitarles todo, que con que fueran hermosos y lucidores era suficiente. Que la vida, el Viejo Cauce del río fue así e iba a ser ya para siempre: El Hermoso Nuevo Jardín del Turia.

Quizás no hemos caído en la cuenta de la lección que nos ha dado nuestro querido rio. Nos ha explicado con dolor que hemos de preparar a nuestros seres queridos, sean árboles, sean niños para su futuro esperable.

Esta última es nuestra más importante acción. La de cómo padres, madres, buscar desde el qué, el cómo, el cuándo debemos EDUCAR a los hijos.

¿No es cierto que EDUCAR debería ser que les transmitiésemos el máximo de la información de que disponemos para que supieran desenvolverse en la VIDA REAL con la qué, sabemos todos, se van a encontrar?

Además también sabemos que no es suficiente con explicarles la Teoría. Lo que de verdad se aprende se hace al practicarlo. Y para ese aprendizaje es necesaria su acción, su esfuerzo, sus repeticiones, su intención.

Hemos de tener presente que para todos y más para ellos, cuya visión de futuro es tan corta, existe esa ley universal del mínimo esfuerzo, desde la que: !Es tan cómodo que me lo hagan todo!

A veces actuamos como si creyésemos que podremos durar…para siempre… Y… no sólo para siempre, sino con capacidad para seguir protegiéndolos ante todo y ante todos.

Sin embargo viendo nuestra propia vida, ¿es que nunca nos hemos sentido solos? ¿O tenemos dudas de que en ese VIVIR DIARIO existen dificultades, frustraciones, trabas?

Pensando en ellos, en su futuro ¿Creemos que NADIE les pondrá límites? ¿O que quienes, en su día, les señalen obligaciones, formas, horarios, impedimentos…lo van a hacer poco a poco… con dulzura… con cuidado… con cariño? Tratando de que entiendan, de que no se frusten con las frustaciones.

Si ese VIVIR REAL va a ser así, como el que conocemos. ¿Quién, sino nosotros, podría enseñárselo de mejor manera? Porque hay algo que sí sabemos con seguridad todos los que somos padres.

Sabemos con absoluta certeza de padres y madres que queremos a nuestros hijos. Los queremos, cierto, y con amor de presente y de futuro. Queremos que sean felices ahora, pero entendemos, y se lo hemos de hacer entender o lograrlo con nuestra autoridad, que es necesario que realicen ahora, cuando están cobijados por nosotros, un aprendizaje para que el día de mañana puedan enfrentarse a lo que van a encontrar en la vida porque, claro está, nos sobrevivirán y entonces no estaremos. Por ello en cuanto pensamos un poco nos damos cuenta de que: Es mejor enseñarles a pescar que darles ahora el mejor pez.

Además también sabemos, y se lo notamos, que los nuevos aprendizajes les dan seguridad, les hacen sentirse mayores en el mejor de los sentidos y a confiar en si mismos. Es algo que se percibe enseguida y que cuanto antes se aplique mejor para ellos.

A veces hemos de luchar con nosotros mismos porque con frecuencia nuestro amor es tan de hoy que puede ocultarnos el futuro y llevarnos a cobijarlos en exceso. Es tan bonito verlos sonreir.

¡Ya sufrirán en su día! ¡Cuando yo no esté! ¡Cuando tenga que ocurrir! Me preguntaron hace un par de años por qué al parecer había más suicidios de jóvenes en aquel momento. Ya hable entonces de sobreprotección, de algunos que cuando la perdieron y les surgió un contratiempo que les pareció importante, no supieron encontrar una solución para resolverlo.

Esta claro que esto seguramente se refiere a casos muy extremos, como lo que me preguntaron, pero hay tanto camino al vivir, tanto que aprender, tanto que enseñar.

La Vie en Rose es una maravillosa canción francesa, de Edith Piaf, que ya hace muchos años mostraba lo bonito que era ver la vida de Color Rosa. Algo que para algunos padres-madres es la forma de presentar a sus hijos como será su futuro vivir… Pero… era y es, falso.

Es bueno desearlo pero, eduquemos, no les mintamos, aunque nos cueste.

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