MIDDLETOWN, Del. -- Un montón de correo que recibo últimamente se parece a esta carta de un lector de Milford, Utah, que dice: "En serio, hay mucha indignación en el país, y hay otra cosa que los columnistas como usted parecen haber pasado por alto o tal vez estén ignorando. Esa cosa es la repulsa ante la negativa evidente y deliberada de los funcionarios electos a cumplir con su deber y representar realmente la voluntad del pueblo".

Si ésa es su opinión también, venga conmigo a Delaware, donde pasé el fin de semana con dos candidatos al Senado que restaurarán su fe en el gobierno representativo.

El escaño que ocupó Joe Biden durante 36 años será decidido en noviembre, y el favorito es Mike Castillo, ex gobernador del estado y veterano legislador representante de formación, una vuelta al tipo de Republicano progre que solía elegir el Noreste con regularidad.

Respetado en ambos partidos, especialmente por su labor en materia de educación básica y formación profesional, victorioso las 12 veces que ha concurrido aquí, Castle podría haber conservado el escaño de la Cámara el tiempo que le hubiera dado la gana. Pero a los 70, optó por ocupar el escaño los cuatro años restantes de legislatura de Biden, incluso si Castle pensó que se enfrentaría a una carrera mucho más difícil contra el hijo de Biden, el fiscal general del estado Beau Biden. Su motivo para presentarse, explicaba Castle a los votantes durante un encuentro celebrado aquí, es que "Me encuentro en la oposición de una oposición (Republicana) de 435 legisladores, y el reglamento y el procedimiento me hacen difícil manifestar mi independencia. En el Senado, espero tener más impacto".

Más tarde, Castle me decía, "No voy con ninguna noción de veteranía, pero creo que puedo hacer una aportación allí en los terrenos en los que vengo trabajando. No tengo planes de formar parte de la oposición. Creo poder hacer más que oposición".

En su próximo libro, "Joe Biden: una vida de ensayo y redención", el veterano corresponsal de Washington Jules Witcover cita a la hermana de Biden, Valerie, su frecuente directora de campaña, apuntando, "Impera una cultura de educación" en la política de Delaware. "Y es un estado pequeño que se puede recorrer con rapidez".

Encontré a Castle y esposa hablando de manera informal con dos docenas de votantes en un domicilio, apuntando sus diferencias con la administración Obama en materia de reforma sanitaria y estímulo económico, apenas un día después de haberse unido al Senador Demócrata Tom Carper, otro antiguo gobernador y colega moderado, en un recibimiento bipartidista al Secretario de Educación Arne Duncan en la feria del estado.

Evidentemente no va a ser fácil competir contra Castle, y los Demócratas del estado estaban sorprendidos cuando el joven Biden abandonó la carrera al Senado a principios de este año explicando que no podía ausentarse de buena fe del desafío de procesar a un hombre acusado del peor delito de la historia reciente del estado.

Pero los Demócratas encontraron rápidamente un digno adversario para Castle en Chris Coons, el funcionario electo de orientación reformista del condado de New Castle, donde residen las dos terceras partes de la población del estado. Caballero de intereses enormemente amplios, Coons se graduó al mismo tiempo en química y ciencias políticas en Amherst y más tarde obtuvo una licenciatura en ética por el Yale Divinity mientras asistía a la Facultad de Derecho de Yale.

A nivel profesional mezcla su trabajo en la empresa familiar que fabrica los tejidos GORE-TEX con sus horas de servicio en varias organizaciones sin ánimo de lucro, todo antes de ser reclutado por los Demócratas para presentarse contra un funcionario del condado con problemas éticos.

Los dos caballeros hablan con respeto del otro, y mientras que Castle tiene la ventaja de la familiaridad del apellido y la financiación, Coons señala que Delaware se ha decantado mucho hacia el bando Demócrata mientras Castle ha ejercido.

Se me ocurren muchos estados, incluyendo mi Illinois natal, que matarían por tener dos candidatos al Senado así estas elecciones. Para curar su cinismo, basta con visitar Delaware.

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Daniel Schorr, el gran presentador que falleció la semana pasada, era un modelo en su oficio -- y una inspiración para muchos de nosotros en el mundo del periodismo. Nunca daba una voz más alta que otra, pero sabía cómo exponer sus ideas. Su curiosidad le mantuvo en activo en la cima de su profesión hasta bien entrada la década de los años 90. Una vida plena.