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La éticas y juicios aislados sólo sirven para las manipulaciones de líderes impresentables. La vida en común es otra cosa

Juicios compartidos

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Atiendo hoy a uno de los requerimientos básico, pero poco valorado en estos ambientes de orgullosa prestancia y escaso fundamento; radica en la facultad del pensamiento y por lo tanto está presente en cada ser humano. Ese sujeto enjuicia el mundo desde sus CIRCUNSTANCIAS personales, aviva sus recuerdos, afronta el presente y quizá otee el horizonte. Está desplazado por los denominados pensamientos colectivos, ajeno a unos cambalaches pergeñados por otros sujetos con sus planteamientos, Por eso resulta lógica la frustración al notar la poca sintonía con la realidad circundante modelada por otra gente. Nadie sustituirá esa asimilación personal, es única por naturaleza.

Ahora bien, la distancia de ese arrinconamiento al extremo opuesto, es un recorrido seguido hoy en día por alguna gente, individuos con grandes pretensiones. Del desplazamiento pasan a la valoración exclusiva de su opinión personal. Es la subjetividad intolerante y con frecuencia agresiva. Supone una ALIENACIÓN nefasta. Sus juicios siempre serán personales; pero aislados, entran en una irrealidad flagrante. Nunca serán personas aisladas, es una ley de esta vida, las conexiones son permanentes. Menos aún, si esa postura personal pretenden usarla como catapulta impositiva sobre quienes sobrevivan al margen de sus maquinaciones o piensen en orientaciones diferentes.

Casi podríamos afirmar que son condiciones necesarias para el logro de un bienestar gratificante, en lo personal y en lo colectivo. ¡Qué manía de situar la procedencia de los enjuiciamientos fuera de las personas! Que si el pueblo, ideologías, la tecnología, religiones, el progreso indifinido; y los individuos, entes autónomos por naturaleza, postergados. ¿Por quién? ¡Qué estupidez, el encumbramiento de los vociferantes por sus alardes! ¿Será posible? De ahí el anhelo concentrado en el título del presente comentario. Juicios, sí. ¡Cómo no! Pero compartidos con los enjuiciamientos de procedencias diferentes; ninguno es completo, es la CONJUNCIÓN la suministradora de significantes.

Es importante esto de los razonamientos compartidos, aunque sean tratados como una milonga intrascendente por los oráculos sociales habituales. En esos ambientes predomina una orgullosa ligereza muy distanciada de lo que cada ser humano pueda pensar; es ese relativismo displicente, desentendido de los asuntos importantes. Aboca a una desertificación de las conciencias, en realidad anulan cualquier preferencia. Aunque dichas muestras no invalidad a las PERSONAS distribuidas por esos eriales. Allí si se comparte, eso sí, el vacío. Tampoco surgen reivindicaciones potentes. La comodidad de muchos contribuye a las escasas presencias personales. Y, naturalmente, el aprovechamiento no es para ellos.

Parecería lógica la intención de cultivar algún arbolito conceptual en el mencionado desierto de las vacuidades; algo válido para la subsistencia en común sin sobresaltos innecesarios. Un OASIS existencial en la medida de nuestras posibilidades, momentáneas si no hubiera otro remedio, con el afán de aminorar los sufrimientos. Si mentamos la lógica, esta no aparece entre las ideas; la sinrazón, los instantes descabellados, acaparan los comportamientos. Los brotes verdes son irreconocibles, nacen ya mustios, contaminados por enrevesados criterios ponzoñosos. Ante la necesidad de colaboraciones francas, surge todo lo contrario, topamos con las fanáticas lealtades enfocadas al servicio de ocurrencias disparatadas; contribuyen a la anulación de los discursos razonados.

El desconcierto es mayúsculo. El fraude de quienes pretenden el disfrute de la verdad absoluta por estos andurriales mundanos, deviene en una serie de barbaridades inclementes. Pero vistas las habilidades humanas, el diálogo esforzado en busca de las verdades comprensivas, acuerdos sostenibles o proyectos respetuosos, parecen objetivos fuera de lugar. Ahora hablan de la POST-VERDAD. Dadas las dificultades experimentadas, los conceptos previos en torno a las verdades han sido superados. ¿Cuál será el hallazgo? Muy sencillo. La verdad subjetiva sentida por el individuo, sin consideraciones, la real gana particular. Con ello retornamos a la enajenación de los entres irreales, por su alejamiento del conjunto constitutivo.

La rueda de los planteamientos subversivos es un tanto reiterativa. La estupidez comparte protagonismo con los abusos, a costa del desconcierto general. Las pretendidas novedades con mucho cartel, no pasan de ser remedos descarados de los trucos antiguos. La LEY de la FUERZA, existió, la tenemos aquí y tiene visos de perduración. A ella quedamos expuestos sin protección cuando no somos capaces de organizar mejores lazos para la vida comunitaria, esos asideros de apoyo.

Las fuerzas empleadas añaden a su potencia los rasgos camaleónicos de los disfraces oportunos según el empeño del momento. Quizá no hemos adelantado mucho, el poderoso marca las condiciones; la post-verdad viene a ser una repetición de posturas antiguas vestidas con ropajes novedosos. La INVENTIVA es notable en estos sectores; es difícil conocerla a fondo por parte del público en general.

Los avatares de las diferentes actividades nos aclaran las ideas a través de sus evidencias. Desde los sujetos más versados a la gente menos cultivada, suelen referirse con cierto desdén a los buenos planteamientos UNIVERSALES, esos que son convenientes para todos, llevados a cabo con la colaboración general, a base de razonamientos, diálogo y convencimientos. Las frivolidades actuales van a lo más concreto, despreocupado y momentáneo.

El objetivo de los universales es de largo alcance y la labor inacabada por naturaleza, puesto que los cambios son incesantes. Por si quedaba alguna duda de la bondad de esta proyección incluyente; bastará una somera observación de lo ocurrido con las éticas pequeñitas, cada grupo o persona funciona con la suya y los demás no serán protegidos por ella. Compartimos las deficiencias mientras REHUIMOS el esfuerzo de una comprensión participativa.

La PARADOJA existencial expresa su patetismo en los enfoques del pensamiento y de las actuaciones derivadas de él. La vehemencia personal es contemplada como insuperable en las vivencias del protagonista; esa agitación interior le conduce al olvido de sus componentes foráneos (Genética, ambientes, educación, servicios públicos, funciones compartidas). Esta paradoja es muy patente en las intervenciones públicas (Cargos representativos, programas televisivos, deportes); sin olvidar sus presencias cotidianas en las actuaciones privadas.

A estas alturas, las POSTURAS EXTREMOSAS carecen de sentido, por ese estado de concentración exclusiva en sus apariencias. Los unos por la egolatría de no salir de sí mismos. Otros, por su anclaje en pequeñas tribus, idiomáticas, geográficas, ideológicas, pequeñas estructuras de poder u otras agrupaciones. En las antipodas están los englobadores; despersonalizan a la gente a favor de los abusones.

Juicios compartidos

La éticas y juicios aislados sólo sirven para las manipulaciones de líderes impresentables. La vida en común es otra cosa
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 10 de febrero de 2017, 00:01 h (CET)
Atiendo hoy a uno de los requerimientos básico, pero poco valorado en estos ambientes de orgullosa prestancia y escaso fundamento; radica en la facultad del pensamiento y por lo tanto está presente en cada ser humano. Ese sujeto enjuicia el mundo desde sus CIRCUNSTANCIAS personales, aviva sus recuerdos, afronta el presente y quizá otee el horizonte. Está desplazado por los denominados pensamientos colectivos, ajeno a unos cambalaches pergeñados por otros sujetos con sus planteamientos, Por eso resulta lógica la frustración al notar la poca sintonía con la realidad circundante modelada por otra gente. Nadie sustituirá esa asimilación personal, es única por naturaleza.

Ahora bien, la distancia de ese arrinconamiento al extremo opuesto, es un recorrido seguido hoy en día por alguna gente, individuos con grandes pretensiones. Del desplazamiento pasan a la valoración exclusiva de su opinión personal. Es la subjetividad intolerante y con frecuencia agresiva. Supone una ALIENACIÓN nefasta. Sus juicios siempre serán personales; pero aislados, entran en una irrealidad flagrante. Nunca serán personas aisladas, es una ley de esta vida, las conexiones son permanentes. Menos aún, si esa postura personal pretenden usarla como catapulta impositiva sobre quienes sobrevivan al margen de sus maquinaciones o piensen en orientaciones diferentes.

Casi podríamos afirmar que son condiciones necesarias para el logro de un bienestar gratificante, en lo personal y en lo colectivo. ¡Qué manía de situar la procedencia de los enjuiciamientos fuera de las personas! Que si el pueblo, ideologías, la tecnología, religiones, el progreso indifinido; y los individuos, entes autónomos por naturaleza, postergados. ¿Por quién? ¡Qué estupidez, el encumbramiento de los vociferantes por sus alardes! ¿Será posible? De ahí el anhelo concentrado en el título del presente comentario. Juicios, sí. ¡Cómo no! Pero compartidos con los enjuiciamientos de procedencias diferentes; ninguno es completo, es la CONJUNCIÓN la suministradora de significantes.

Es importante esto de los razonamientos compartidos, aunque sean tratados como una milonga intrascendente por los oráculos sociales habituales. En esos ambientes predomina una orgullosa ligereza muy distanciada de lo que cada ser humano pueda pensar; es ese relativismo displicente, desentendido de los asuntos importantes. Aboca a una desertificación de las conciencias, en realidad anulan cualquier preferencia. Aunque dichas muestras no invalidad a las PERSONAS distribuidas por esos eriales. Allí si se comparte, eso sí, el vacío. Tampoco surgen reivindicaciones potentes. La comodidad de muchos contribuye a las escasas presencias personales. Y, naturalmente, el aprovechamiento no es para ellos.

Parecería lógica la intención de cultivar algún arbolito conceptual en el mencionado desierto de las vacuidades; algo válido para la subsistencia en común sin sobresaltos innecesarios. Un OASIS existencial en la medida de nuestras posibilidades, momentáneas si no hubiera otro remedio, con el afán de aminorar los sufrimientos. Si mentamos la lógica, esta no aparece entre las ideas; la sinrazón, los instantes descabellados, acaparan los comportamientos. Los brotes verdes son irreconocibles, nacen ya mustios, contaminados por enrevesados criterios ponzoñosos. Ante la necesidad de colaboraciones francas, surge todo lo contrario, topamos con las fanáticas lealtades enfocadas al servicio de ocurrencias disparatadas; contribuyen a la anulación de los discursos razonados.

El desconcierto es mayúsculo. El fraude de quienes pretenden el disfrute de la verdad absoluta por estos andurriales mundanos, deviene en una serie de barbaridades inclementes. Pero vistas las habilidades humanas, el diálogo esforzado en busca de las verdades comprensivas, acuerdos sostenibles o proyectos respetuosos, parecen objetivos fuera de lugar. Ahora hablan de la POST-VERDAD. Dadas las dificultades experimentadas, los conceptos previos en torno a las verdades han sido superados. ¿Cuál será el hallazgo? Muy sencillo. La verdad subjetiva sentida por el individuo, sin consideraciones, la real gana particular. Con ello retornamos a la enajenación de los entres irreales, por su alejamiento del conjunto constitutivo.

La rueda de los planteamientos subversivos es un tanto reiterativa. La estupidez comparte protagonismo con los abusos, a costa del desconcierto general. Las pretendidas novedades con mucho cartel, no pasan de ser remedos descarados de los trucos antiguos. La LEY de la FUERZA, existió, la tenemos aquí y tiene visos de perduración. A ella quedamos expuestos sin protección cuando no somos capaces de organizar mejores lazos para la vida comunitaria, esos asideros de apoyo.

Las fuerzas empleadas añaden a su potencia los rasgos camaleónicos de los disfraces oportunos según el empeño del momento. Quizá no hemos adelantado mucho, el poderoso marca las condiciones; la post-verdad viene a ser una repetición de posturas antiguas vestidas con ropajes novedosos. La INVENTIVA es notable en estos sectores; es difícil conocerla a fondo por parte del público en general.

Los avatares de las diferentes actividades nos aclaran las ideas a través de sus evidencias. Desde los sujetos más versados a la gente menos cultivada, suelen referirse con cierto desdén a los buenos planteamientos UNIVERSALES, esos que son convenientes para todos, llevados a cabo con la colaboración general, a base de razonamientos, diálogo y convencimientos. Las frivolidades actuales van a lo más concreto, despreocupado y momentáneo.

El objetivo de los universales es de largo alcance y la labor inacabada por naturaleza, puesto que los cambios son incesantes. Por si quedaba alguna duda de la bondad de esta proyección incluyente; bastará una somera observación de lo ocurrido con las éticas pequeñitas, cada grupo o persona funciona con la suya y los demás no serán protegidos por ella. Compartimos las deficiencias mientras REHUIMOS el esfuerzo de una comprensión participativa.

La PARADOJA existencial expresa su patetismo en los enfoques del pensamiento y de las actuaciones derivadas de él. La vehemencia personal es contemplada como insuperable en las vivencias del protagonista; esa agitación interior le conduce al olvido de sus componentes foráneos (Genética, ambientes, educación, servicios públicos, funciones compartidas). Esta paradoja es muy patente en las intervenciones públicas (Cargos representativos, programas televisivos, deportes); sin olvidar sus presencias cotidianas en las actuaciones privadas.

A estas alturas, las POSTURAS EXTREMOSAS carecen de sentido, por ese estado de concentración exclusiva en sus apariencias. Los unos por la egolatría de no salir de sí mismos. Otros, por su anclaje en pequeñas tribus, idiomáticas, geográficas, ideológicas, pequeñas estructuras de poder u otras agrupaciones. En las antipodas están los englobadores; despersonalizan a la gente a favor de los abusones.

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