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Josep Esteve Rico

Ley de la Once: Ley del Silencio

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Quiero denunciar una injusticia, una exagerada medida disciplinaria contra un amigo mío vendedor de cupones de la ONCE en Elche. Una situación en la que el 'remedio' además de exagerado será peor que la 'enfermedad' en sí. El director de la agencia de la Once en Elche se ha sobrepasado con extrema dureza en su resolución disciplinaria con la que sanciona a 4 días sin empleo ni sueldo a un ilicitano vendedor veterano con 24 años de experiencia, competente él como tal y rentable por sus elevadas ventas, y mejor persona donde las haya. Un trabajador del organismo con un historial y expediente brillante y limpio, tanto como vendedor en la calle como de jefe del departamento de Servicios Sociales de la Once en la sede provincial de Alicante.

El director local de la Once sancionó a mi amigo por considerar que incumplía la norma al no llevar expuesto a la vista el 'rasca' de 0' 50 céntimos para su venta. Un 'rasca' que tiene sus días contados ya que bien pronto desaparecerá. 'Pecatta Minutta'. Por contra el director local de la Once no consideró positivamente la exposición visible de los cupones tradicionales y del resto de productos de mi amigo ni le importó que él cumpla celosamente con su horario de venta y de forma fiel con toda sun clientela. Para el jefazo local del organismo no es importante que mi amigo venda de acuerdo con los objetivos del departamento de ventas ni que él sea un vendedor que defiende un puesto de venta especial. Poca sensibilidad en un director local que coordina a personas con discapacidades. Podría haberle llamado la atención pero no sancionarle tan duramente.

Al parecer, lo único que le interesa al jefazo local es que se cumpla la ley, eso sí, la ley de la Once, cuando ésta no es una simple empresa sino un centro especial de empleo a discapacitados, la puerta por donde mi amigo entró hace 24 años para trabajar con dignidad desde su minusvalía visual, entregándose al máximo alcanzando unos más que aceptables niveles de ventas de los que la Once debería estar orgullosa y que tendría que agradecerle o reconocerle. Un sitio donde mi amigo ha rendido al máximo desde todos los puntos de vista. Y recalco lo de 'vista' porque a veces parece que la Once se pone sobre si un velo que le impide 'ver' la realidad cotidiana de la calle, como en el caso de mi amigo sancionado. Porque, 4 días sin empleo y sueldo, por no mostrar visible un único y solo producto de los muchos que se ofertan, es un caos económico para un trabajador, una sanción desproporcionada para la poca magnitud de la falta cometida. Y esta falta, si aparece como grave en el expediente, podría ser la excusa para su despido sin mayor argumento que no hacer caso a sus superiores, según la Once y sus jefazos. Como si hubieran vuelto tiempos de penumbra donde o 'tragas' con sumisión a la ley divina de una normativa de despacho alejada de la realidad y que no pisa la calle, o te crucifican para dar ejemplo a otros compañeros que puedan pensar y actúar como mi amigo.

Para la Once, es una falta grave que en estos tiempos que corren puede suponer el despido improcedente u objetivo según se mire. A lo que un vendedor que cumple con su trabajo se podría preguntar, <<¿y yo que he hecho para recibir toda una sanción grave que mañana me puede dejar ante las puertas de mi puesto de venta sin trabajo?>>.

Esto es fácil de contestar. Mi amigo atiende todos los días a su clientela fiel a él y él fiel a ella. Mi amigo defiende el cupón a capa y espada a pesar de que sus reformas puedan ser perjudiciales para todos y para todos los bolsillos. Mi amigo comparte el puesto de venta con otros vendedores a los cuales aprecia y marcha por el camino de ser siempre vendedor rentable para el departamento de ventas: una marca Once nueva SVR siempre vendedor rentable. Eso es lo que ha hecho mi amigo. Y por eso el pago es sancionarle con mano dura para que la próxima vez reciba unas palmaditas, calle y obedezca. Así es la 'Ley de la Once': una injusta 'Ley del Silencio'. Ante tal injusticia, ganas me dan de no comprar más cupones. ¡Ah, y por favor levanten la sanción a mi amigo! No se la merece.

Ley de la Once: Ley del Silencio

Josep Esteve Rico
Josep Esteve Rico
martes, 27 de julio de 2010, 23:01 h (CET)
Quiero denunciar una injusticia, una exagerada medida disciplinaria contra un amigo mío vendedor de cupones de la ONCE en Elche. Una situación en la que el 'remedio' además de exagerado será peor que la 'enfermedad' en sí. El director de la agencia de la Once en Elche se ha sobrepasado con extrema dureza en su resolución disciplinaria con la que sanciona a 4 días sin empleo ni sueldo a un ilicitano vendedor veterano con 24 años de experiencia, competente él como tal y rentable por sus elevadas ventas, y mejor persona donde las haya. Un trabajador del organismo con un historial y expediente brillante y limpio, tanto como vendedor en la calle como de jefe del departamento de Servicios Sociales de la Once en la sede provincial de Alicante.

El director local de la Once sancionó a mi amigo por considerar que incumplía la norma al no llevar expuesto a la vista el 'rasca' de 0' 50 céntimos para su venta. Un 'rasca' que tiene sus días contados ya que bien pronto desaparecerá. 'Pecatta Minutta'. Por contra el director local de la Once no consideró positivamente la exposición visible de los cupones tradicionales y del resto de productos de mi amigo ni le importó que él cumpla celosamente con su horario de venta y de forma fiel con toda sun clientela. Para el jefazo local del organismo no es importante que mi amigo venda de acuerdo con los objetivos del departamento de ventas ni que él sea un vendedor que defiende un puesto de venta especial. Poca sensibilidad en un director local que coordina a personas con discapacidades. Podría haberle llamado la atención pero no sancionarle tan duramente.

Al parecer, lo único que le interesa al jefazo local es que se cumpla la ley, eso sí, la ley de la Once, cuando ésta no es una simple empresa sino un centro especial de empleo a discapacitados, la puerta por donde mi amigo entró hace 24 años para trabajar con dignidad desde su minusvalía visual, entregándose al máximo alcanzando unos más que aceptables niveles de ventas de los que la Once debería estar orgullosa y que tendría que agradecerle o reconocerle. Un sitio donde mi amigo ha rendido al máximo desde todos los puntos de vista. Y recalco lo de 'vista' porque a veces parece que la Once se pone sobre si un velo que le impide 'ver' la realidad cotidiana de la calle, como en el caso de mi amigo sancionado. Porque, 4 días sin empleo y sueldo, por no mostrar visible un único y solo producto de los muchos que se ofertan, es un caos económico para un trabajador, una sanción desproporcionada para la poca magnitud de la falta cometida. Y esta falta, si aparece como grave en el expediente, podría ser la excusa para su despido sin mayor argumento que no hacer caso a sus superiores, según la Once y sus jefazos. Como si hubieran vuelto tiempos de penumbra donde o 'tragas' con sumisión a la ley divina de una normativa de despacho alejada de la realidad y que no pisa la calle, o te crucifican para dar ejemplo a otros compañeros que puedan pensar y actúar como mi amigo.

Para la Once, es una falta grave que en estos tiempos que corren puede suponer el despido improcedente u objetivo según se mire. A lo que un vendedor que cumple con su trabajo se podría preguntar, <<¿y yo que he hecho para recibir toda una sanción grave que mañana me puede dejar ante las puertas de mi puesto de venta sin trabajo?>>.

Esto es fácil de contestar. Mi amigo atiende todos los días a su clientela fiel a él y él fiel a ella. Mi amigo defiende el cupón a capa y espada a pesar de que sus reformas puedan ser perjudiciales para todos y para todos los bolsillos. Mi amigo comparte el puesto de venta con otros vendedores a los cuales aprecia y marcha por el camino de ser siempre vendedor rentable para el departamento de ventas: una marca Once nueva SVR siempre vendedor rentable. Eso es lo que ha hecho mi amigo. Y por eso el pago es sancionarle con mano dura para que la próxima vez reciba unas palmaditas, calle y obedezca. Así es la 'Ley de la Once': una injusta 'Ley del Silencio'. Ante tal injusticia, ganas me dan de no comprar más cupones. ¡Ah, y por favor levanten la sanción a mi amigo! No se la merece.

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