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Ciclismo
Etiquetas | Ciclismo / Tour de Francia 2010
Por quinto año consecutivo, un español subió a lo más alto de los Campos Elíseos

Un día más para la historia

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Alberto Contador, acompañado por su amigo Andy Schleck y por el verdugo de Samuel Sánchez, Denis Menchov, redactó por las calles de París el último capítulo de su tercer Tour de Francia. La victoria de etapa, como el año pasado, para Mark Cavendish.


(© EP)


Álvaro Calleja / SIGLO XXI

» Clasificaciones
» Situación de los favoritos
» Las notas

Costó mucho tiempo, 56 años, ver a uno de los nuestros imponiendo su fuerza, su calidad, su clase, en la carrera más importante del deporte del esfuerzo, del deporte del sacrificio, del deporte que por aquella época consistía en jugarse la vida cada día, montarse en la bicicleta, poner el culo en el sillín, las manos en el manillar e ir directo hacia una aventura que no sabías qué te iba a deparar. Federico Martín Bahamontes, el “Aguila” de Toledo, su magro cuerpo, un esqueleto, el poder estaba en sus piernas, cosechó en 1959 la primera victoria española en el Tour de Francia. Abrió el camino. Fue el pionero. Gracias a él, en el 73, Luis Ocaña, que desde el cielo vibró ayer con el sufrimiento del nuevo rey, el antiguo príncipe de Pinto, siguió la senda de la victoria en tierra gala. Igual que Pedro Delgado, el gracioso “Perico”, el que quitó del diccionario de los españoles la palabra siesta, el que hizo emocionarse a todo un país en el 88, cuando inscribió su nombre en el palmarés en el que todos quieren aparecer.

Dos manchegos y un segoviano, los únicos capaces de imponer su ley en Francia hasta que en 1991 apareció “Miguelón”, el bonachón navarro que nos regaló cinco ediciones consecutivas, creando el mito de Miguel Indurain. Nadie, ni Bugno, ni Greg Lemond, ni Chiappucci, ni Rominger, ni Zülle, ni Riis, pudieron con el ciclista que colocó el nombre de Villava, su pueblo, su tierra, por todo el mundo. Tras su retirada, unos años de sequía, observando las intentonas de Joseba Beloki, llorando con su fatídica caída, animando al eterno Paco Mancebo, hasta que un gallego, uno dado a locuras de todo tipo, puso una bomba en el Tour 2006. Óscar Pereiro, con el que nadie contaba, ni él mismo, perdió media hora en la primera etapa de montaña, luego la recuperó en una fuga que le vistió de amarillo, el que perdería más tarde, el que volvería a recuperar creando su leyenda, el que volvería a perder a un día de llegar a París y el que volvería a recuperar un año más tarde en los juzgados. El Tour más extenso de la historia. Duró más de un año, el tiempo que tardó en hacerse oficial que el simpático de Mos iba a ocupar el cajón más alto, ese al que nunca subiría.

Eso sucedió, la proclamación oficial, unas semanas después de que Alberto Contador, un jovencillo madrileño que había ganado, como Lance Armstrong, su batalla contra la muerte, inaugurase su casillero de grandes vueltas tras el abandono forzado de Michael Rasmussen, el holandés que aguantó los mil y un ataques del chiquillo de Pinto que devolvió la ilusión a un país que tenía puestas sus esperanzas en Valverde. Aquello fue en 2007, hace tres años, uno antes de que Carlos Sastre, un trabajador puro, un veterano del ciclismo, hilase su mejor traje en Alpe d´Huez. El gregario que se convirtió en líder por la sanción a Ivan Basso, ganó de la mejor manera que un deportista puede ganar una competición. Por la puerta grande, en un escenario mítico, protagonizando imágenes para la historia.

Esa historia en la que Contador se introdujo un poquito más en 2009, el año de la lucha con el rival del futuro, el año de la lucha con una estrella del pasado. Venció, sobrado, a todos sus enemigos, a su propio equipo. Así, con dos a la espalda, se presentó en Rotterdam hace tres semanas. Con su amigo Andy Schleck como mayor preocupación, el que le distanció sobre los adoquines de Arenberg, el que le probó en Morzine-Avoriaz y le sacó diez segundos, el que le atacó, su cadena saltó y se armó la polémica, el que le hizo apretar los dientes en una crono de infarto.

Alberto Contador, el “Pistolero", subió al podio más conocido del ciclismo, vistas magníficas, en pleno París, con los Campos Elíseos como decoración, subrayando un día más para la historia de su país, el mismo que el nuestro, el de moda, el que va por todo el mundo cosechando éxitos, el más envidiado del planeta deportivo. Ya son tres para él, cinco consecutivas para España. Con Samuel Sánchez, el de las lágrimas de Pekín, el de los nervios en Avoriaz, cuarto. Con la solitaria victoria parcial de Joaquim Rodríguez, el debutante veterano.

Es el resumen de las últimas tres semanas. Es el resumen de un Tour de Francia que acabó como el año pasado, con victoria del mismo, de idéntica forma. Mark Cavendish ganó, su quinta, de manera aplastante. Metros atrás, Contador, que ya está acostumbrado, gritó al cielo, brazos en alto, echó toda la rabia, toda la tensión, la presión, y cruzó con su tercer triunfo guardado en el bolsillo. Un día más para la historia.

Los mejores españoles en meta
TOP 3
1. Óscar Freire
El cántabro ocupó el quinto lugar.
2. José Joaquín Rojas
El corredor del Caisse d´Epargne, un habitual del top 10 en los sprints, esta vez sólo pudo ser 14º..
3. Rubén Pérez
El vasco del Euskaltel-Euskadi firmó con su nombre la 15ª plaza de la etapa.


Un día más para la historia

Por quinto año consecutivo, un español subió a lo más alto de los Campos Elíseos
Redacción
domingo, 25 de julio de 2010, 15:31 h (CET)
Alberto Contador, acompañado por su amigo Andy Schleck y por el verdugo de Samuel Sánchez, Denis Menchov, redactó por las calles de París el último capítulo de su tercer Tour de Francia. La victoria de etapa, como el año pasado, para Mark Cavendish.


(© EP)


Álvaro Calleja / SIGLO XXI

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» Las notas

Costó mucho tiempo, 56 años, ver a uno de los nuestros imponiendo su fuerza, su calidad, su clase, en la carrera más importante del deporte del esfuerzo, del deporte del sacrificio, del deporte que por aquella época consistía en jugarse la vida cada día, montarse en la bicicleta, poner el culo en el sillín, las manos en el manillar e ir directo hacia una aventura que no sabías qué te iba a deparar. Federico Martín Bahamontes, el “Aguila” de Toledo, su magro cuerpo, un esqueleto, el poder estaba en sus piernas, cosechó en 1959 la primera victoria española en el Tour de Francia. Abrió el camino. Fue el pionero. Gracias a él, en el 73, Luis Ocaña, que desde el cielo vibró ayer con el sufrimiento del nuevo rey, el antiguo príncipe de Pinto, siguió la senda de la victoria en tierra gala. Igual que Pedro Delgado, el gracioso “Perico”, el que quitó del diccionario de los españoles la palabra siesta, el que hizo emocionarse a todo un país en el 88, cuando inscribió su nombre en el palmarés en el que todos quieren aparecer.

Dos manchegos y un segoviano, los únicos capaces de imponer su ley en Francia hasta que en 1991 apareció “Miguelón”, el bonachón navarro que nos regaló cinco ediciones consecutivas, creando el mito de Miguel Indurain. Nadie, ni Bugno, ni Greg Lemond, ni Chiappucci, ni Rominger, ni Zülle, ni Riis, pudieron con el ciclista que colocó el nombre de Villava, su pueblo, su tierra, por todo el mundo. Tras su retirada, unos años de sequía, observando las intentonas de Joseba Beloki, llorando con su fatídica caída, animando al eterno Paco Mancebo, hasta que un gallego, uno dado a locuras de todo tipo, puso una bomba en el Tour 2006. Óscar Pereiro, con el que nadie contaba, ni él mismo, perdió media hora en la primera etapa de montaña, luego la recuperó en una fuga que le vistió de amarillo, el que perdería más tarde, el que volvería a recuperar creando su leyenda, el que volvería a perder a un día de llegar a París y el que volvería a recuperar un año más tarde en los juzgados. El Tour más extenso de la historia. Duró más de un año, el tiempo que tardó en hacerse oficial que el simpático de Mos iba a ocupar el cajón más alto, ese al que nunca subiría.

Eso sucedió, la proclamación oficial, unas semanas después de que Alberto Contador, un jovencillo madrileño que había ganado, como Lance Armstrong, su batalla contra la muerte, inaugurase su casillero de grandes vueltas tras el abandono forzado de Michael Rasmussen, el holandés que aguantó los mil y un ataques del chiquillo de Pinto que devolvió la ilusión a un país que tenía puestas sus esperanzas en Valverde. Aquello fue en 2007, hace tres años, uno antes de que Carlos Sastre, un trabajador puro, un veterano del ciclismo, hilase su mejor traje en Alpe d´Huez. El gregario que se convirtió en líder por la sanción a Ivan Basso, ganó de la mejor manera que un deportista puede ganar una competición. Por la puerta grande, en un escenario mítico, protagonizando imágenes para la historia.

Esa historia en la que Contador se introdujo un poquito más en 2009, el año de la lucha con el rival del futuro, el año de la lucha con una estrella del pasado. Venció, sobrado, a todos sus enemigos, a su propio equipo. Así, con dos a la espalda, se presentó en Rotterdam hace tres semanas. Con su amigo Andy Schleck como mayor preocupación, el que le distanció sobre los adoquines de Arenberg, el que le probó en Morzine-Avoriaz y le sacó diez segundos, el que le atacó, su cadena saltó y se armó la polémica, el que le hizo apretar los dientes en una crono de infarto.

Alberto Contador, el “Pistolero", subió al podio más conocido del ciclismo, vistas magníficas, en pleno París, con los Campos Elíseos como decoración, subrayando un día más para la historia de su país, el mismo que el nuestro, el de moda, el que va por todo el mundo cosechando éxitos, el más envidiado del planeta deportivo. Ya son tres para él, cinco consecutivas para España. Con Samuel Sánchez, el de las lágrimas de Pekín, el de los nervios en Avoriaz, cuarto. Con la solitaria victoria parcial de Joaquim Rodríguez, el debutante veterano.

Es el resumen de las últimas tres semanas. Es el resumen de un Tour de Francia que acabó como el año pasado, con victoria del mismo, de idéntica forma. Mark Cavendish ganó, su quinta, de manera aplastante. Metros atrás, Contador, que ya está acostumbrado, gritó al cielo, brazos en alto, echó toda la rabia, toda la tensión, la presión, y cruzó con su tercer triunfo guardado en el bolsillo. Un día más para la historia.

Los mejores españoles en meta
TOP 3
1. Óscar Freire
El cántabro ocupó el quinto lugar.
2. José Joaquín Rojas
El corredor del Caisse d´Epargne, un habitual del top 10 en los sprints, esta vez sólo pudo ser 14º..
3. Rubén Pérez
El vasco del Euskaltel-Euskadi firmó con su nombre la 15ª plaza de la etapa.


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